Nikki Haley llegó a Israel el domingo 26 de mayo de 2024, un día antes de la masacre de Rafah—una de entre muchas en los meses anteriores. Según los titulares de los medios, Nikki viajó en carácter oficial con un propósito humanitario.
Antes de tomarse un momento de descanso, visitó las armas que su país, Estados Unidos, provee al gobierno de Benjamín Netanyahu. El último cheque, votado semanas antes en el Congreso de Estados Unidos fue por 27 mil millones de dólares. 1,5 veces la economía total de toda Palestina.
Gracias a esta nueva ayuda que se suma a la transferencia anual de casi cuatro mil millones de dólares, Israel pudo acelerar la masacre de hombres, niños y mujeres en Gaza, la mayor prisión del mundo y de la historia. Claro que quienes llaman a esto masacre o genocidio son «antisemitas», por lo cual es necesario aclarar que en realidad se trata de “El legítimo derecho de Israel a defenderse contra quienes quieren atacar a Israel y no reconocen su derecho a la existencia”.
En
los últimos meses Netanyahu y sus colaboradores, con el apoyo (firme,
cómplice, convencido) de la mayoría del pueblo de Israel, llevan matando
40.000 de estos prisioneros (aproximadamente la mitad de ellos niños;
mutilando y traumatizando de por vida a más de un millón de habitantes
sin derecho a la defensa) a los que consideran animales o subhumanos que
no merecen vivir. Si alguien no está de acuerdo en matar a todos los
palestinos, automáticamente es catalogado de racista. Si fueran perros y
gatos, serían condenados por crueldad animal. Pero no, los
palestinos/árabes “son ratas”, como lo definieron los miembros
fundadores de los grupos terroristas que fundaron esta mentalidad
racista y supremacista, como Irgun y Leji antes de que la ONU inventara
el Estado de Israel: “Debemos
crear una situación en la que matar a un árabe sea como matar a una
rata. Que se entienda que los árabes son basura y que nosotros, no
ellos, somos el poder que gobernará Palestina”, hasta más recientemente, el ex embajador de Israel ante la ONU, Dan Gillerman, según el cual los palestinos “son animales horribles e inhumanos”.
En las fotos se pudo ver a Nikki, siempre tan preocupada por los «valores de la familia», escribiendo en una de las bombas que se usaron horas después para matar a decenas de niños inocentes:
“Acaba con ellos. USA ama a Israel. Por siempre. Nikki Haley”
Nikki Haley (nombre de nacimiento Nimarata Nikki Randhawa, hija de inmigrantes de India) fue gobernadora de Carolina del Sur y la segunda candidata más votada a las internas republicanas para las elecciones presidenciales. Hasta ayer, era candidata a integrar la fórmula Trump-Haley para las próximas elecciones.
En 1996, la joven Nimarata Randhawa se casó con el soldado y hombre de negocios Michael Haley y luego se convirtió al cristianismo, «la religión del amor».
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