Como en la película «Salvad al soldado Ryan» en la que interviene el actor Tom Hanks, el trabajador americano necesita ayuda para salvar las condiciones deplorables en la que subsiste. Un trabajador estadounidense normal no tiene 30 días de vacaciones pagadas. Si no forma parte de una empresa que ofrezca ese beneficio y trabajos sindicalizados, […]
Como en la película «Salvad al soldado Ryan» en la que interviene el actor Tom Hanks, el trabajador americano necesita ayuda para salvar las condiciones deplorables en la que subsiste. Un trabajador estadounidense normal no tiene 30 días de vacaciones pagadas. Si no forma parte de una empresa que ofrezca ese beneficio y trabajos sindicalizados, tampoco tendrá un plan de pensiones y un seguro médico. Podrá ser atendido si ha tenido un accidente, pero puede que la póliza que tenga no cubra los salarios del periodo de baja laboral.
Habrá otros millones de trabajadores con salarios adecuados y otros muchos que conforman una clase media numerosa y otros pocos con ingresos millonarios.
Existe, pues, como en tantos sitios, una dualidad y una polarización creciente. Pero, además, en Estados Unidos hay maltrato en las relaciones laborales para muchas capas de trabajadores. De hecho, se están implementando leyes para prohibir que se sindicalicen los funcionarios o se mantienen normas que obligan a que se sindicalicen todos los trabajadores de un centro o ninguno, con ejemplos de amedrentamiento si se intenta. Hay empresas europeas consideradas ejemplares en las relaciones laborales que no mantienen esos modos en sus filiales en Estados Unidos y persiguen cualquier atisbo sindical y de negociación colectiva.
Si esto se hace en un país central, con una de las economías más potentes del mundo, cuando no la primera, ¿qué se hará en países con economías más débiles y gobiernos más autoritarios?
En este sentido, la Confederación Sindical Internacional, coincidiendo con la conferencia de la OIT (Organización internacional del Trabajo), ha publicado su Índice Global de los derechos laborales, que es todo un abanico de las peores prácticas en muchos países. Sí, hay sindicalistas asesinados y presos. Falta libertad sindical y diálogo social en muchos países. Y entre una cosa y otra, sucede que Estados Unidos no aparece entre los países a los que se les llama la atención en la OIT.
Pero, mal de muchos, esto no debe ocultar la realidad del empeoramiento de la situación de los trabajadores estadounidenses. Y que hemos llegado hasta aquí por un pensamiento que ha aunado un conservadurismo tradicional de clase con una desinformación interesada de un sueño americano individualista de movilidad social. Pero en todo caso, ¿qué ejemplaridad para otros empleadores y gobernantes?
La OIT cumple cien años y sigue siendo necesaria
Este año se cumple el centenario de la Organización Internacional del Trabajo, el primer organismo multilateral y tripartito (gobiernos, empresarios y trabajadores) donde se trata de ordenar las relaciones laborales y extender el trabajo decente.
No se puede explicar este nacimiento y evolución si no se contextualiza. Estamos pocos meses después del final de la Primera Guerra Mundial, una guerra de reparto de poder, de mercados y de colonias. Han ganado algunos, como Estados Unidos, que empieza su hegemonía, y otros han perdido. La revisión del por qué ha surgido la guerra y la competencia entre naciones, en función de las horas y condiciones laborales, también entra en consideración. La Iglesia Católica ya había desarrollado sus pasos adelante y atrás con la Rerum Novarum, y sus alianzas con los poderosos de esta tierra. Pero también existe una alarma en la órbita capitalista por de lo que ha ocurrido en Rusia en 1917, con la revolución bolchevique y la abdicación de la monarquía zarista, la promesa de emancipación de los trabajadores rusos y la del resto de los trabajadores…
Esto es lo que puede explicar el nacimiento de las mejoras en el mundo del trabajo, unos mínimos de derechos, un piso de derechos laborales que cumpla esa economía liberal. El presidente de la comisión de creación de la OIT era, a su vez, el presidente de un sindicato gremialista como la AFL de Estados Unidos. La refundación de la OIT, tras la II Guerra Mundial, ya generó una dualidad política por parte de los gobiernos de Estados Unidos, escoltado por los agentes sociales de dicho país, que utilizan las vulneraciones gravísimas de normas de países con problemas para evitar siempre ser el foco de atención.
Mientras tanto, aumentan los ataques en un país pionero de las luchas sindicales por las 8 horas (recordamos en todo el mundo el encarcelamiento y ejecución de los mártires de Chicago con el 1º de mayo, fecha laborable en Estados Unidos). Este país sólo ha ratificado 2 de los 8 convenios fundamentales de la OIT y 12 de otro tipo frente a los ratificados, por ejemplo, por España, 8 de 8 fundamentales y 133 convenios, en total.
Es hora, pues, de que Estados Unidos conjugue su vocación de potencia económica y comercial y adquiera autoridad moral en sus relaciones internacionales y comerciales, algo que sólo se puede aunar si se dota de una base de protección social, ratifica todos los convenios fundamentales de la OIT, suscribe un «nuevo contrato social» y tira del carro para una garantía laboral universal, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible .
Es hora de salvar al trabajador Ryan, como ellos, en su día, elevaron los estándares de las relaciones laborales.
Santiago González Vallejo: Economista; USO.
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