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La moto de una «Transición ejemplar»

Fuentes: Rebelión

1977 – 2017 – La Transición fue un pacto de impunidad. Una traición a la izquierda y una victoria franquista más, al quedar impunes de sus crímenes e intocable en lo sustancial el modelo económico del Estado, que es a fin de cuentas lo que importa a los que reparten el bacalao. Al cumplirse 40 […]


1977 – 2017 – La Transición fue un pacto de impunidad. Una traición a la izquierda y una victoria franquista más, al quedar impunes de sus crímenes e intocable en lo sustancial el modelo económico del Estado, que es a fin de cuentas lo que importa a los que reparten el bacalao.

Al cumplirse 40 años del referéndum de la reforma política, como culminación de la llamada «transición» a la democracia, se desata un castillo de fuegos artificiales, usando el poder mediático de todas las instituciones del Estado y sus cohortes mediáticas en los medios de comunicación -también de los sindicatos y partidos implicados (CCOO, UGT, PP, PSOE y algún sector minoritario del PCE)- presentando aquellos años como los de una portentosa operación para transfigurar España en una democracia y dejar atrás una ominosa dictadura. Frente al ambiente golpista del Ejército de Franco, llegaron Carrillo, Felipe González y Adolfo Suárez, llamaron al rey designado por el dictador… y aquí paz y después gloria.

La mirada personal retrospectiva de la trayectoria personal de cada uno de los lectores más veteranos, lo sitúa en unas determinadas coordenadas durante aquellos días cruciales tras la muerte del dictador, en las que se estaba fraguando el destino de España y de los españoles. Lo sabemos porque estábamos allí.

La benevolencia con la que hoy se bendice aquellos momentos, elevando los tiempos de la Transición a la categoría de hecho ejemplar, parece embutida en ciertas dosis de amnesia exculpatoria, en la que parece como que las generaciones de entonces, y las posteriores, tenemos que estar eternamente agradecidos, al franquismo sobrenadante, por habernos perdonado la vida y no haber sacado los tanques a la calle para imponer de nuevo su, al parecer, eterno mandato. No los sacaron… porque no hizo falta.

Domesticado el más beligerante y concienciado partido antifranquista, el PCE, y sometida la docilidad política de un PSOE antimarxista y pro-capitalista -desaparecido por cierto en una lucha clandestina de cuarenta años-, refundada la derecha en el nuevo partido de la UCD, fue posible entonces pergeñar una salida airosa al inmenso aparato político-económico-religioso-institucional franquista, sin pedirles explicaciones por las autorías y complicidades inherentes a la responsabilidad de haberse sublevado contra el gobierno legal y legítimo de la II República, haber desencadenado una guerra civil, y haber instaurado en España una cruel dictadura fascista durante más de cuarenta años. Un régimen responsable de cientos de miles de crímenes, saldado con la más absoluta de las impunidades.

Fue gracias al pacto de perdedores (de la izquierda), por lo que fue posible aquella Ley de Amnistía de 1977, que exoneró de responsabilidades penales a decenas de miles de criminales y asesinos fascistas, y la celebración del referéndum-trampa de 1978, en la que se obligó al pueblo español a elegir entre la continuidad de un franquismo sin Franco, o una democracia con Rey. La alternativa del diablo. La derecha en masa y la izquierda domesticada, abogaron por un SÍ a la «Monarquía Juanfranquista», tal como Franco había dejado «atado y bien atado».

Que en aquellos dos años se hicieran las cosas como se hicieron, se intenta hoy justificarlo con la coartada de un contexto golpista, cuyo último coletazo fue el intento de golpe de estado del 23-F. Pero que cuarenta años después se nos quiera seguir vendiendo la moto de «una Transición ejemplar» (con más de doscientos asesinatos de demócratas, muchos de ellos todavía impunes), parece cuando menos, no solo una mentira, si no un acto de naturaleza inmoral.

La Transición fue un Pacto de Impunidad. Una vergüenza histórica.

Por eso decenas de miles de familias españolas buscan los restos de sus abuelos y bisabuelos en las cunetas, y por eso las heridas de la Guerra Civil siguen hoy abiertas, ante la complicidad de los poderes del Estado, que se niegan a aplicar los principios universales de Verdad, Justicia y Reparación.

Con impunidad no hay democracia, y por eso decir que España es un estado de derecho, es simplemente MENTIRA.

Floren Dimas es Oficial del Ejército del Aire, miembro del Colectivo ANEMOI y de la Asociación Civil Milicia y República (ACMYR).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.