Las amenazas de Donald Trump, las «sanciones» del gobierno estadounidense, los bloqueos bancarios y financieros, los intentos de aislamiento diplomático, dejan en claro la incapacidad de la derecha venezolana de voltear el tablero y su total dependencia de la voluntad de Washington. Mientras participa en mesas de diálogo con el gobierno, con un escueto comunicado, […]
Las amenazas de Donald Trump, las «sanciones» del gobierno estadounidense, los bloqueos bancarios y financieros, los intentos de aislamiento diplomático, dejan en claro la incapacidad de la derecha venezolana de voltear el tablero y su total dependencia de la voluntad de Washington.
Mientras participa en mesas de diálogo con el gobierno, con un escueto comunicado, la desmembrada Mesa de la Unidad Democrática, intentó responsabilizar al presidente Nicolás Maduro por la amenaza de intervención militar de Donald Trump, cuando sus principales dirigentes fueron protagonistas de las súplicas a gobernantes y funcionarios estadounidenses para que invadieran el país, ante los sucesivos fracasos de todas sus estrategias legales, violentas y terroristas.
Para no ir más atrás -porque el relato se volvería interminable-, en este 2017 importantes dirigentes del antichavismo, Julio Borges, Luis Florido y la devaluada exprimera dama de Voluntad Popular Lilian Tintori, se han fotografiado con importantes funcionarios estadounidenses, dejando prueba gráfica de sus intentos. Suponían que el gobierno venezolano se iba a amedrentar viéndolos conchupados con la dirigencia de la primera potencia mundial.
Lo mismo había intentado, años atrás, María Corina Machado, quien tuvo la valentía -hay que reconocérselo- de fotografiarse con Geoge Bush, y difundir urbi et orbi la foto.
Conscientes de que una imagen vale más que mil palabras (las que difícilmente puedan juntar), tampoco tuvieron empacho en fotografiarse con Luis Almagro, el gerente de Estados Unidos en la Organización de Estados Americanos, ante quien exigían la aplicación de la Carta Democrática. Y en Washington y Miami, donde viajan regularmente, para lograr el bloqueo financiero del país (de su país) por parte de los grandes bancos internacionales.
Julio Borges aparecía fotografiado y sonriente junto a H.R. McMaster, asesor de seguridad nacional de Trump, quizá exigiéndole lo que mejor sabe hacer, intervenir y masacrar poblaciones inocentes e indefensas en nombre de la libertad y la democracia., como lo hizo en la segunda fase de la ocupación de Irak, dándole argumento al surgimiento del Estado islámico. Y MacMaster estaba con Trump en la reunión donde anunció la opción militar y amenazó con invadir a Venezuela.
Ya no se trataba de pedir financiamiento para los capacitadores en manejo de redes sociales de los jóvenes de Primero Justicia, ni de los toldos y equipos para guarimbas y terrorismo. Mientras Lilian Tintori y Luis Florido posaban junto a los congresistas Marco Rubio Y Bob Menéndez, operadores de toda y cualquier medida contra el gobierno constitucional venezolano y financistas de la ola terrorista.
El terrorismo islámico
La maniobra propagandística busca fortalecer el relato de que Venezuela es un país promotor del «terrorismo islámico», por más que Irán y Hezbollah, junto a Rusia y Siria, sean los principales responsables de su inminente derrota en Medio Oriente en los últimos años.
El intento de afianzar un relato demonizador se circunscribe también a otros argumentos contra el país, como el tendencioso e inconsistente reportaje de CNN sobre la conexión entre Tareck El Aissami, vicepresidente ejecutivo de Venezuela, y la entrega de pasaportes venezolanos a «terroristas» de Hezbollah en el Líbano. El senador Marco Rubio tomó esta pieza de propaganda y la presentó ante el senado para justificar sanciones contra funcionarios venezolanos.
Dentro de la misma estrategia, el director de la CIA, Mike Pompeo aseguró que Venezuela se encuentra influenciada por Hezbollah e Irán, dos de los actores geopolíticos que Washington ubica dentro del «Eje del Mal,» y que por ello «puede convertirse en un riesgo para los EEUU». Esta maniobra de «inteligencia» busca fortalecer el relato de que Venezuela es un país promotor del «terrorismo islámico», por más que Irán y Hezbollah, junto a Rusia y Siria, sean los principales responsables de su inminente derrota en Medio Oriente, en los últimos años.
Cabe recordar las sanciones que impuso el Departamento del Tesoro al vicepresidente venezolano Tareck El Aissami, en fabrero de este año, señalado de ser un jefe narcotraficante, claro que sin mostrar pruebas ni evidencias que clarificaran tal acusación. También trataron de asociar a la figura del hijo del Presidente, Nicolás Maduro Guerra, con el Cártel de Los Zetas en México, y al constituyentista Diosdado Cabello con un supuesto plan para asesinar al senador Marco Rubio.
Estos ejemplos expresan no sólo el tratamiento simbólico y narrativo contra Venezuela como un Estado terrorista, narcotraficante y forajido, sino las acciones de fuerza financiera y militar anunciadas que estarían legitimadas, casi que por consecuencia lógica.
Esta es la «narración clara» recomendada por el Consejo del Atlántico al gobierno estadounidense, que permitiría escalar las agresiones contra el país, debido a que EEUU ve en Venezuela una «amenaza inusual y extraordinaria» a sus intereses, basado en el Decreto Obama de 2015, base jurídica e institucional de todo su accionar injerencista y con el que establece un estado de emergencia con relación a Venezuela.
¿Casuales casualidades?
Difícil creer que fue una casualidad que 13 cancilleres con posiciones antivenezolanas se reunieron en Lima para declarar que «Venezuela no cumple con los requisitos ni obligaciones de los miembros del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas», a la misma hora que un preinforme del Alto Comisionado de la ONU -muy sesgado contra Venezuela- se difundía profusamente por los diarios latinoamericanos.
La campaña de terror mediático se acentuó para exigir al suspensión de la elección de constituyentes, mientras las presiones y el chantaje estadounidense sumaba «voluntades» a sus posiciones, como lo hicieron para expulsar a Libia del Consejo..
Ese mismo día se reunieron en Caracas los países del Alba para denunciar las «amenazas imperiales». Fue luego de esta reunión que Trump anunció su opción militar, acompañada por una nueva campaña de terror mediático en busca del rompimiento de relaciones diplomáticas con Venezuela por varios países latinoamericanos, encabezados por México y Colombia, mientras se acentuaba el bloqueo bancario y financiero, parte de la guerra económica.,
Vicepresidente que aprieta
El vice presidente de los Estados Unidos, Mike Pence, tras reunirse con el mandatario colombiano Juan Manuel Santos, anunció como arenga de guerra, que EEUU usará todo el poder económico, político y diplomático, pero descartó una intervención miliar. Sopesó que hasta Santos se oponía a una salida militar, al menos con tropas estadounidenses, aunque quizá no descartan agresiones desde las fronteras, con identidades sudamericanas, al menos hasta que puedan organizar un brazo armado en parte del territorio venezolano.
La reacción generalizada en la región, no era esperada en Washington. El vicepresidente va con la línea de mayores sanciones económicas a Venezuela, entre ellas a la industria petrolera.
Pence dijo que su país (¿o su gobierno?) no escatimarán en seguir usando todos los recursos asimétricos posibles hasta que el chavismo salga del poder. Lo mismo que había dicho el jefe de la CIA, Mike Pompeo, sobre el uso de Colombia como principal punto de avanzada, junto a México, en una política coordinada contra Venezuela, que va desde lo militar hasta lo económico y diplomático. Santos puso cara de circunstancias, como siempre.
«Estados Unidos está con usted», le dijo el vicepresidente a Mauricio Macri a su llegada a Buenos Aires y señaló que el gobierno de Donald Trump se siente «muy alentado» por la cambios que puso en marcha. Macri afirmó que compartieron la «preocupación» por la situación en Venezuela.
Macri afirmó que ambos países comparten «la preocupación por lo que están sufriendo los venezolanos», y reiteró la exigencia a Nicolás Maduro de un «cronograma electoral, respeto a las libertades, que libere presos políticos y que respete la independencia de poderes». Pence, en tanto, sostuvo que Venezuela «está poco a poco yendo hacia la dictadura» y dijo que el presidente Trump «quiere trabajar con sus aliados de la región para una solución pacífica a la crisis que enfrenta» ese país. «Lo que estamos viendo en Venezuela es la tragedia de la tiranía», sostuvo sin ningún rubor.
La guerra por delegación
Si bien pareciera que la época de intervenciones directas ha pasado de moda, la verdadera «opción militar» de Trump, pareciera ser la guerra por delegación (proxy war), una vez que se logre una mayor tenaza contra la economía de Venezuela, que justifique la radicalización de estas acciones.
Para los analistas del Consejo del Atlántico, Colombia sería nodal en esa guerra por delegación, base logística para operaciones armadas de desgaste, sabotaje y guerra sucia, encabezadas por grupos mercenarizados, más profesionales que los paramilitares. Este Consejo, financiado por más de 25 países aliados de EEUU, impulsa establecer una «narración creíble» que culpabilice a Maduro por las acciones económicas y políticas en contra de Venezuela por parte de EEUU. (Ver documento adjunto)
Este think-tank tiene como directoras honorarias a Madeleine Albright y Condolozza Rice, ambas cancilleres de Bill Clinton y George W. Bush respectivamente, y responsables directas de invasiones como las de Kosovo (1999) e Irak (2003). La estrategia la difundió The Washington Post: «En Venezuela, la economía podría hacer lo que la oposición no pudo».
El silencio cómplice asimismo forma parte de esa «narrativa creíble», junto a las maniobras que adelanta los norteamericanos contra Venezuela, para que el plan de intervención tome al fin su cauce definitivo.
En contraposición, este 14 de agosto en horas de la mañana, el ministro del Poder Popular para la Defensa, Vladimir Padrino López, leyó un comunicado desde Fuerte Tiuna en el que condena una posible intervención militar de EEUU en Venezuela. Debido a que ha agotado las vías y los métodos indirectos de desestabilización, golpe suave, y de insurrección por delegación, EEUU ha decidido quitarse «la careta para ir por vía directa a la agresión militar contra Venezuela», dijo Padrino López.
Nuevas opciones desestabilizadoras
No hay una sola estrategia para lograr el fin de terminar con el chavismo, sino hoy Estados Unidos ha puesto varias sobre el tapete, tras el golpe sufrido el 30 de julio que echó por tierra la acumulación insurreccional que venía sumando la derecha durante tres meses. La derecha perdió iniciativa, narrativa, desapareció de la calle.
De un día para el otro los «épicos» dirigentes de la derecha pasaron a ser cobardes y traidores para los sectores más radicales, mientras los grupos de choque (que habían sido bien pertrechados con financiamiento extranjero) súbitamente desaparecieron de las calles. Y el verso de la correlación de fuerzas -supuestamente mayoritaria de la oposición- cayó por su propio peso hasta en los medios de comunicación internacionales.
No confundirse: eso nada tiene que ver con el resultado de las elecciones regionales de octubre, donde la derecha -que se apuró a inscribir sus candidatos pese a desconocer al gobierno- puede conservar varias gobernaciones, sumar algunas otras… o fracasar en el intento.
Y ante este nuevo escenario, barajaron y repartieron las nuevas opciones desestabilizadoras, las económicas y financieras, las diplomáticas, mientras se organiza un brazo armado y se insiste en acciones paramilitares sobre todo sobre cuerpos de seguridad, comercio y transporte de alimentos y combustible.
Por las redes sociales circulan videos de supuestos grupos armados de encapuchados con armas largas (al viejo estilo paramilitar colombiano) y se trata de crear mitos de la llamada resistencia, como el piloto que bombardeó el Tribunal Supremo de Justicia desde un helicóptero robado, o el excapitán (hoy preso) que dice haber comandado el asalto al fuerte Paramacay.
Fracasados en sus intentos de impedir primero, la elección de la Constituyente y luego su instalación, desesperados como parecen estar, se muestran decididos a emplear la acción militar, encabezados por Washington. El gobierno está atento ante cualquier agresión.»Las cosas no están para juego. Es la soberanía e independencia lo que están en riesgo», señala Eleazar Díaz Rangel, director del diario Últimas Noticias.