El periodista y escritor canadiense emprendió hace diez años la aventura de meterse en Somalia para investigar sobre los afrocorsarios del siglo XXI. El resultado fue un libro que llegó a la pantalla grande con un elenco que incluyó a Al Pacino y Melanie Griffith.
Bahadur quiso cubrir en primera persona las noticias sobre ataques de piratas locales a barcos mercantes
«Ir a un lugar loco», era el plan de trabajo de Jay Bahadur, estudiante de periodismo canadiense que en 2008, cuando tenía 24 años, decidió viajar a Somalia para cubrir en primera persona las exóticas noticias sobre ataques de piratas locales a barcos mercantes. Pronto su aventurero trabajo de campo, en una zona remota y poco segura del este africano, lo convirtió en una suerte de descubridor de la nueva forma de piratería ante los ojos occidentales: sus encuentros con los afrocorsarios del nuevo milenio se volcaron en artículos periodísticos como corresponsal de diarios británicos y estadounidenses y también en su libro de 2011, The Pirates of Somalia: Inside Their Hidden World. Mientras el curioso fenómeno (al que se le adjudican, entre 2005 y 2018, casi un centenar de ataques, tomas de rehenes y fallidas escaramuzas navales con embarcaciones de banderas europeas, americanas, africanas y asiáticas) se extendía en aguas del Índico, la experiencia de Badahur de primera mano causó interés en las autoridades políticas de Canadá y los Estados Unidos, quienes le pidieron «asesoramiento» sobre los afrobucaneros. El olor a aventura del siglo XVIII que rodea las crónicas piratas de Bahadur también motivó que, el año pasado, su viaje inspirara una película, The Pirates of Somalia, cuyo personaje protagónico -a cargo de Evan Peters, el Quicksilver de la saga X Men- es precisamente el joven periodista canadiense, y cuyo elenco incluyó a Al Pacino y Melanie Griffith, además de la actuación no profesional de refugiados somalíes. La película reconstruye con tenso humor las casi rituales entrevistas de Bahadur con jefes piratas que portan fusiles y ametralladoras, todos sentados bajo árboles esmirriados bajo el reseco sol africano. Y recrea los ataques a los barcos mediante extrañas, hechizantes animaciones. PáginaI12 entrevistó a Bahadur, quien amplió su vínculo con África: actualmente vive en Nairobi, Kenia.
-¿Cómo decidió viajar a Somalia? ¿Qué tan peligroso fue realmente?
-Como describí en el libro y en la película, la verdad es que, durante un trabajo que había hecho como estudiante, me fascinó cómo Somalilandia había elegido presidente en 2003 por una mayoría de sólo 80 votos… ¡y el resultado había sido aceptado pacíficamente! Mi plan inicial era dirigirme a la región de Somalilandia para cubrir las siguientes elecciones. Sin embargo, cuando las noticias sobre la piratería en la zona explotaron en los diarios del mundo, se me ocurrió un esquema alocado mientras compartía unas cervezas con mi amigo Alex -también retratado en la película- para ir a Somalia y cubrir la historia de los piratas. En cierto modo, tuve bastante suerte. Pasé semanas intentando encontrar un socio local en Somalia y el chico al que finalmente contacté, Mohamad Farole, ¡terminó siendo el hijo del presidente regional! Y resultó que su familia también estaba emparentada con muchos de los primeros piratas, lo que me ayudó mucho a conseguir entrevistas (y a evitar ser secuestrado). Su familia me cuidó mucho y me mantuvo a salvo, lo que me dio espacio para aprender, con torpeza y muy lentamente, a ser periodista… Aunque, si fuera un editor, no enviaría a alguien sin experiencia en una misión a Somalia. No digo que no pueda funcionar bien, pero no me gustaría ser responsable de poner a alguien en esa situación.
-La película reconstruye con animaciones casi psicodélicas los abordajes de los piratas somalíes, con ganchos para escalar los barcos y alusiones a tácticas para atacar «como lobos». ¿Alguna vez presenció -o participó de- un ataque pirata?
-Nunca presencié personalmente un ataque pirata, pero recogí muchos testimonios de miembros de la tripulación y vi muchas imágenes de video. Así que sí, la animación que puede verse en la película muestra un secuestro pirata con bastante precisión.
-¿Qué comparación podría trazar entre los piratas que entrevistó en Somalia, como Boyah o Garaad, y las celebridades de la piratería europea antigua, como Barbanegra o Morgan?
-Aunque es tentador, no compararía a los piratas somalíes con los piratas clásicos de los siglos XVI y XVII. Por un lado, sus modelos comerciales son completamente diferentes: piratas como Barbanegra vivían robando cargamentos y trataban a la tripulación de los barcos atacados como algo bastante prescindible. En el caso de los piratas somalíes, la seguridad de la tripulación secuestrada es esencial, ya que básicamente hacen dinero tomándolos como rehenes para obtener un rescate.
-¿Siguen activos los piratas somalíes?
-La piratería somalí sigue siendo un fenómeno hoy en día, pero a un nivel muy bajo. Hubo un buque cisterna capturado por piratas durante un corto período, en marzo, pero ese fue el único barco comercial secuestrado desde 2012.
-En la película usted destaca que la democracia de Somalia es menos «comercial» que los piratas. De hecho, en el Departamento de Estado estadounidense le han pedido asesoramiento sobre la piratería. ¿Qué impacto sobre Somalia tuvo su trabajo?
-Nunca trabajé para el Departamento de Estado, sólo les aconsejé puntualmente sobre la piratería en 2009 o 2010. Mi idea inicial era enfocarme específicamente en la incipiente democracia de la región separatista de Somalilandia, no en toda Somalia. Todavía creo que es notable cómo Somalilandia ha sido capaz de construir una democracia naciente con tan poca ayuda externa y sin reconocimiento internacional. No sabría decir qué impacto exacto ha tenido mi trabajo sobre el curso de la política somalí. Pero espero que al crear conciencia en Occidente sobre Somalia, el libro haya tenido un impacto positivo en el país.
-¿Cree que el periodismo puede cambiar algo o es una especie en extinción?
-Creo que el buen periodismo tradicional todavía tiene un papel muy importante en el mundo. Recientemente, por caso, las mejores coberturas sobre la administración Trump provinieron del Washington Post y el New York Times. Lo que es probable es que los periódicos de calidad y otros medios de comunicación se conviertan en objeto de mecenazgo de la élite, como se ve con Jeff Bezos comprando el Washington Post. Probablemente la prensa vuelva a ser patrimonio de los ricos independientes, o bien a estar financiada por ellos… que es como ha sido durante la mayor parte de la historia humana.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/114810-un-periodista-entre-piratas