Este artículo forma parte de la cobertura de IPS para el Día Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre.
Mary Auma alimenta a una de las vacas que compró con el crédito del grupo de ahorro comunitario. Crédito: Miriam Gathigah/IPS.
NAIROBI, 15 oct 2018 (IPS) – Hace menos de ocho meses, Mary Auma y sus tres hijos, vivían en una habitación de un asentamiento informal en Ahero, en la región keniata de Nyanza. Pero su vida cambió en febrero, cuando logró ahorrar 1.500 dólares para comprar un pequeño terreno de menos de media hectárea y dos vacas.
En Ahero, una zona agrícola por excelencia, Auma compraba grandes cantidades de leche, que revendía para sacar una ganancia de 10 por ciento. Y así de a poco no solo consiguió tener bienes propios, sino también seguridad económica y un ingreso sostenible, con lo que pudo mudarse a un barrio mejor.
Todo fue gracias a que hace dos años, Auma se integró a un grupo de ahorro comunitario, una forma en la que los integrantes crean un fondo con sus ahorros, reembolsos de préstamos y otros aportes, para luego pedir prestado en el momento.
Ese tipo de grupo de ahorro comunitario se está volviendo muy popular en África, y hay en distintos países como Uganda, Tanzania, Malawi, Zambia, Mozambique, Níger, Nigeria y Sierra Leona.
Si no cuentas con un banco, busca un grupo de ahorro comunitario
Las mujeres pueden ser propietarias de tierras en Kenia, sin embargo menos de siete por ciento de ellas tienen títulos, según datos de la organización Alianza de Tierras de Kenia
«Se necesita una garantía para conseguir un préstamo de un banco comercial, y las mujeres generalmente no tienen propiedades, por lo que no pueden acceder a créditos para comprar tierras», explicó Francis Kiragu, de la Universidad de Nairobi, en diálogo con IPS.
Auma explicó que los préstamos del grupo comunitario son atractivos porque la única garantía que necesitan se reduce a bienes del hogar.
Acceso a préstamos es acceso a tierras
Plantar en tierras que no son propias dificulta la posibilidad de que las mujeres tomen decisiones transformadoras y contribuyan a una seguridad alimentaria sostenible.
«Las mujeres ya no juntan centavos para compartir entre ellas. Nos reunimos una vez al mes y de una vez, las 24 podemos reunir 5.000 dólares», relató Irene Tuwei, integrante de un grupo de ahorro comunitario en Turbo, en el Valle del Rift, consultada por IPS.
Con ese sistema, «no se guarda ni una moneda, así generamos préstamos inmediatos, sin las garantías que piden los bancos», precisó Tuwei.
Ahorro comunitario con normas
Uno de los grupos más visibles de ahorro comunitario en Kenia es el movimiento Grupo de Ahorro de Mujeres Alegres, con 200.000 integrantes en los 47 condados, que dice contar con unos 27 millones de dólares en fondos renovables.
Ese monto está en las manos y en los bolsillos de las mujeres en forma de préstamo. El grupo Chamgaa, de Tuwei, es uno de los 12.000 que tiene el movimiento.
Esos grupos son tan exitosos que ahora los bancos se nos acercan a ofrecernos cuentas especiales, con préstamos amigables», señaló Tuwei.
Los grupos se rigen por normas pensadas y acordadas entre las integrantes de cada uno. Las mismas estipulan la periodicidad de sus reuniones, algunos se juntan todas las semanas y otros todos los meses.
También prevén las reglas que rigen a las integrantes durante las reuniones. Una falta menor, como llegar tarde, puede significar entre dos y cinco dólares de multa, por ejemplo. Además, los préstamos se dan con intereses.
Tierras e independencia
«Hace ocho años, ninguna tenía tierras propias. Ahora, las 24 pudimos comprar gracias a los préstamos con los ahorros del grupo», explicó Tuwei, quien tuvo poliomielitis de niña, la que le afectó la piernas, y tiene problemas de movilidad, por lo que necesitaba ayuda para trabajar la tierra.
Desde que se unió al grupo, compró tres mototaxis, algunas vacas, pollos, cerdos y un buey. Y tiene intenciones de abrir una estación dispensadora de combustible cerca de una ruta transitada.
En la actualidad, cosecha alrededor de 80 sacos de mazorcas de maíz, lo que representa unos 40 sacos de granos, que le dejan unos 2.300 dólares en cada temporada y le permite colocar un poco en su grupo de ahorro comunitario para mejorar sus ahorros personales.
«A fin de año, compartimos todo el dinero que estuvo girando durante 12 meses en función de lo que aportó cada integrante, de otros fondos reunidos, de penas e intereses de préstamos y se comparte por igual», contó Tuwei.
Mujeres en Kasungu, un distrito agrícola en la región Centro de Malawi seleccionan hojas secas de tabaco para vender en el mercado. Crédito: Mabvuto Banda/IPS.
Las mujeres necesitan tierras para combatir el hambre
Este Día Mundial de la Alimentación, celebrado este 16 de octubre, coincide con numerosos informes sobre cómo tras un período de disminución del hambre en el mundo, esta vuelve a aumentar, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Kiragu subrayó que las mujeres siguen siendo el rostro de la agricultura, sin embargo, se necesitará mucho más para que puedan acceder a préstamos, tierras e información para mejorar sus prácticas y terminar con el hambre, lograr la seguridad alimentaria y una mejor nutrición.
«Para empezar, el sector agrícola no recibe suficiente apoyo económico. En Kenia, solo cuatro por ciento del crédito privado va para la agricultura», observó Allan Moshi, experto en políticas agrarias en África subsahariana, en diálogo con IPS.
Las mujeres entienden mejor la tierra
En la silvicultura, la pesca y la agricultura, las mujeres reciben apenas siete por ciento de las inversiones que recibe la agricultura, según la FAO.
Es más preocupante aún, que las mujeres africanas contribuyen a entre 60 y 80 por ciento de la alimentación, pero solo alrededor de cinco por ciento de ellas tienen acceso a servicios de extensión agrícola.
Charles Kiprop, funcionario de extensión, en Turbo, señaló que el número de mujeres que poseen tierras, así como las que arriendan en la temporada de siembra, aumenta lentamente.
«Me invitaron muchos grupos de mujeres a hablar sobre prácticas agrícolas. Ya no esperan que pasemos por sus tierras, se acercan a nosotros ya sea como propietarias o arrendatarias», apuntó.
«Lo peor está por venir»
No hay riesgo de exagerar la participación de las mujeres en la producción de alimentos, en particular con los resultados del Informe Mundial sobre Crisis Alimentarias de 2018, patrocinado por FAO, el Programa Mundial de Alimentos y el Instituto Internacional de Investigación en Política Alimentaria, que dice que lo peor está por venir.
La sequía agravará la inseguridad alimentaria en numerosos países, como las áreas pastoriles del Cuerno de África en Somalia, partes de Etiopía y Kenia.
«La temporad de lluvias de marzo a mayo, en Kenia tuvo lluvias por debajo de lo normal, lo que afectó la producción de alimentos y aumentó los precios», añadió Kiprop.
Cuando no hay conflictos ni personas desplazadas, el cambio climático fue el principal factor de la grave inseguridad alimentaria en 23 de los 65 países y territorios analizados en 2017. Los países africanos se vieron particularmente afectados, según el estudio.
El informe señala que por lo menos 10 por ciento de la población de Etiopía, 25 por ciento en Kenia, 27 por ciento en Malawi y 42 por ciento en Zimbabwe viven con inseguridad alimentaria. Otros países afectados son Madagascar, Senegal, Lesotho, Swazilandia y Yibuti.
Mujeres con ingresos y poder de compra
«La prevalencia mundial de emaciación infantil (bajo peso para la altura) ronda ocho por ciento, por encima del objetivo acordado a escala internacional de reducir y mantener la emaciación infantil por debajo de cinco por ciento para 2025», señala el informe.
A medida que hay más mujeres propietarias de tierras, «estas no solo se volverán una fuente de alimentos, sino también de ingresos. Es importante tener ingresos, pues aumenta su poder de compra», explicó a IPS el experto en políticas agrarias Moshi.
«Las mujeres rurales podrán comprar alimentos que no tienen, garantizando la seguridad alimentaria de su hogar», acotó. Además de adquirir insumos agrícolas, apuntó.
«Hace cinco años, no podía arrendar un buey para arar y dependía de la buena voluntad de los vecinos, que primero araban sus tierras y luego venían a mi rescate. Muchas veces venían cuando ya era tarde para plantar», explicó Tuwei.
Tuwei y sus compañeras ahora pueden conseguir semillas de calidad, a diferencia de antes, cuando dependían de las que guardaban de cosechas anteriores y de las que pedían a sus vecinos.
Traducción: Verónica Firme
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2018/10/grupos-ahorro-mujeres-rurales-pasan-los-bancos-africa/