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La vida sigue igual

Fuentes: GAIN

Lo que era una elección para «enterrar» a los neoconservadores, se ha convertido en el triunfo plebiscitario de éstos. Mientras que durante la campaña electoral, la mayor parte del mundo se decantaba o apostaba por el triunfo del senador Kerry, los ciudadanos estadounidenses que han votado, lo han hecho por Bush. Es evidente que en […]

Lo que era una elección para «enterrar» a los neoconservadores, se ha convertido en el triunfo plebiscitario de éstos. Mientras que durante la campaña electoral, la mayor parte del mundo se decantaba o apostaba por el triunfo del senador Kerry, los ciudadanos estadounidenses que han votado, lo han hecho por Bush.

Es evidente que en estos momentos «la victoria republicana» se está personalizando en su candidato, en el propio Bush. Sin embargo, es conveniente mirar un poco más allá, intentar descifrar la fotografía general que se nos presenta a partir de ahora. Tal vez lo más destacable de este triunfo sea que los ideólogos neoconservadores han logrado cerrar el círculo.

Paralelamente a la elección presidencial se han dado otras elecciones, que no han sido «descubiertas» hasta hace dos días. Y si vemos en su conjunto la cita electoral comprendemos mejor la anterior afirmación. Tras el dos de noviembre, la estrategia neoconservadora pasa a controlar la presidencia del país, el Senado y la Cámara de Representantes, y pronto, con los nuevos nombramientos presidenciales para la Corte Suprema, las principales patas del sistema estarán bajo su control.

Por todo ello no nos debe extrañar que a partir del martes, los cimientos de ese proyecto estén cada día más sólidos. La coalición de neoconservadores y de la derecha cristiana y populista, junto a la de algunos poderosos grupos económico-militares puede seguir su obra, llevando a Estados Unidos a una teocracia fundamentalista de corte cristiano.

Paralelamente, el Project for the New American Century (PNAC), espina dorsal de ese proyecto, volverá a escena en las próximas semanas, y el «verdadero» presidente, Dick Cheney volverá a tejer sus hilos al menos durante los próximos cuatro años.

Democracia sui generis

No se puede pasar por alto el carácter sui generis que domina en todo este sistema electoral estadounidense. Sin entrar en los aspectos más técnicos que probablemente se han señalado durante los días de campaña, sí es necesario resaltar algunas peculiaridades que ponen en entredicho el modelo de Estados Unidos.

Si los errores, intencionados o no, de los soportes técnicos y las coacciones se han repetido una vez más, otras características son muy importantes para comprender lo anteriormente señalado. Por un lado, estas elecciones no son a nivel nacional, sino que reflejan más bien 51 elecciones en otros tantos estados (incluido Washington DC). Tampoco puede afirmarse que es una elección democrática al cien por cien, pues de hecho son elecciones indirectas. Además, por otro lado, varios millones de ciudadanos están excluidos, bien por formalidades técnicas, bien por impedimento legal. En definitiva, a la hora de analizar este tipo de elecciones, es fundamental aceptar que en ultimo término, y tal y como han apuntado algunos analistas, el peso de varios estados ( Arkansas, Colorado, Florida, Iowa, Minnesota, Nevada, New Hampshire, New México, Ohio, Pennsylvania, West Virginia y Wisconsin), es determinante a la hora de elegir al presidente de Estados Unidos

Y también hay que reseñar la importancia de los medios de comunicación , principalmente la radio y la televisión, en un país donde la mayor parte de la prensa escrita aglutina a periódicos locales. En estos comicios, la lucha entre las cadena de televisión ha ayudado a imprimir un mayor carácter mediático a las elecciones, así, hay quien apunta que todo ello no es otra cosa que «un gran circo mediático».

De ahí, que si tenemos en cuanta la participación real, y las características de la propia sociedad norteamericana, podamos rechazar como novedosas las menciones a una supuesta ruptura de la misma en dos mitades. La realidad es que la mayor parte de los que participan en las elecciones responden a una realidad social que se opone a la de aquellos que no toman parte, y es aquí donde se da la verdadera ruptura social norteamericana. Hablar ahora , en base a los resultados, de ruptura, no obedece más que a situaciones mediática e interesadas.

El futuro

Es evidente que tras estas elecciones ambos partidos (republicano y demócrata) no tiene ante sí una situación igual. En el caso de los republicanos, tiene cuatro años para desarrollar sus proyectos y seguir con el diseño de control absoluto del sistema, al tiempo que pueden abordar con calma el relevo de Bush. También habrá que seguir de cerca el papel que se le asigna o no a Colin Powell, quien durante la campaña ha permanecido alejado de su candidato, lo que ahora le puede pasar factura. Lo mismo que en las próximas fechas veremos el resurgir de algunas figuras neoconservadoras que durante estos últimos meses han permanecido también en la sombra, guardando un silencio interesado.

Los grandes perdedores, los demócratas, no tienen un futuro muy halagüeño. A pesar de haber contado con el apoyo de la mayoría de la élite cultural e intelectual del país, llevando a cabo una fuerte e intensa campaña contra Bush, los votantes norteamericanos les han dado la espalda. Ahora se abre el proceso de búsqueda de candidatos de cara a la próximas cita dentro de cuatro años. Algunos apuntan a Hilary Clinton o al nuevo senador de Illinois, Barack Obama, sin embargo, que la primera sea una mujer y el segundo negro, probablemente sean obstáculos insalvables para gran parte de la conservadora sociedad norteamericana.

Fotografía mundial

Durante los meses previos a las elecciones buena parte de la opinión pública mundial se sumó al coro de los partidarios de Kerry, siguiendo los pasos de algunas figuras mediáticas norteamericanas (Moore, The New York Times o el Washington Post). Y ahora muchas de esas voces afirman sin reparo «que de todas formas ambos eran iguales». De igual forma que algunos hacían bandera del todos contra Bush, olvidando o ignorando también la figura de Kerry o el papel demócrata en la invasión de Haití o los bombardeos en los Balcanes.

La concentración de poder en manos de la derecha reaccionaria y conservadora de EEUU, va a permitir que los neoconservadores sigan materializando su propia visión del mundo. Dentro de sus objetivos estarían la intensificación de los ataques en Irak, la posibilidad de bombardear selectivamente Irán por sus programas nucleares, buscar el cambio de régimen en Irán y Siria, acabar con la resistencia palestina dando vía libre a los deseos de Israel… y finalmente, tal vez buscar una confrontación con China. Todas estas aspiraciones están escritas, y si hasta ahora las han ido desarrollando, ¿quién les va a impedir seguir haciéndolo, cuando cuentan con el apoyo y respaldo electoral de su país?

Independientemente de esta estrategia, es evidente que el tablero mundial en los próximos años puede complicar aún más la situación del mundo. Algunos analistas se han atrevido a mostrar esta otra fotografía, con «China aumentando su peso mundial y su influencia, lo que puede llevar a Japón y Corea del Sur a militarizarse aún más. La relación entre India y Pakistán seguirá pendiente de un hilo. Rusia aumentará su presencia en el Caúcaso y Asia Central, mientras que Irán y Corea del Norte pueden seguir su política nuclear, como garantía de cara a un posible ataque norteamericano».

De momento el triunfo republicano apunta a que la política unipolar seguirá dominando los designios de la Casa Blanca. Y tal vez las palabras de un alto cargo neoconservador en el New York Times sean muestra de lo que puede venir, «nosotros somos ahora un imperio, y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras vosotros estáis estudiando esa realidad…actuamos nuevamente, creando nuevas realidades, las cuales también podréis estudiar, y es así como sucederán las cosas. Nosotros somos actores de la historia… y vosotros, todos vosotros, podréis estudiar lo que nosotros hacemos». En fin, que tras las elecciones, la vida sigue igual.