Cincuenta y nueve personas continúan retenidas y privadas de su libertad en unas instalaciones habilitadas por las autoridades argelinas en la ciudad de Adrar. Ocho de ellos con de nacionalidad costamarfileña y el resto son congoleses. Entre ellos hay seis mujeres y dos bebés. Uno de los bebés cuenta con dos meses de edad y […]
Cincuenta y nueve personas continúan retenidas y privadas de su libertad en unas instalaciones habilitadas por las autoridades argelinas en la ciudad de Adrar. Ocho de ellos con de nacionalidad costamarfileña y el resto son congoleses. Entre ellos hay seis mujeres y dos bebés. Uno de los bebés cuenta con dos meses de edad y el otro cumplirá un año el treinta de este mes.
Llevan en esta situación desde el cuatro de diciembre, fecha en la que las autoridades argelinas decidieron efectuar una gran deportación a la zona de desierto fronteriza con Mali. La gran redada del campamento sito en la ciudad de Mahgnia, frontera con Marruecos, nos hizo recordar las dramáticas situaciones vividas unos meses antes cuando Marruecos también decidió abandonar a los inmigrantes a su suerte en el desierto. Este grupo fue instalado en el campamento porque podría tratarse de refugiados políticos e incluso una gran parte de ellos declara haber depositado ya su demanda de asilo en ACNUR Argelia. La situación sanitaria y alimenticia no cumple los requisitos mínimos, según los retenidos.
Además todos coinciden que en las comunicaciónes con las autoridades del campamento les hablan sólo de deportarlos a sus países respectivos. Hasta el momento declaran que las autoridades de Argelia no les permiten el acceso a ACNUR y que su desesperación crece conforme pasan los días.
El diecisiete de enero de 2006, el pánico se apoderó de ellos cuando vieron doblada la seguridad militar del campamento.
«Es como si fuese a pasar algo malo, como si estuviésemos en guerra. No somos delincuentes, ni asesinos. Aquí hay muchas armas y efectivos militares, ¿por qué?», declaraba uno de los ciudadanos congoleses.
«Los argelinos nos han dicho que nos van a deportar. De hecho han intentando que el embajador de Congo en Argelia y el embajador de Costa de Marfil entren al campamento para identificarnos. Nos hemos negado rotundamente. Nosotros hicimos una demanda de asilo y queremos que se nos de la oportunidad de estudiar nuestro caso. Hicimos la demanda en el mes de octubre. También tenemos correspondencia con autoridades de derechos humanos de EEUU, no salimos de nuestro país por gusto y sabemos cuáles son nuestros derechos que están siendo violados. Todos los días comemos alubias con pan. Aquí hay un dispensario médico pero no hay medicamentos casi. El bebé de dos meses se puso enfermo y no lo curaron, cometieron una negligencia… el bebé se puso tan enfermo que se asustaron y tuvieron que ingresarle en el hospital. Esto es un centro de detención, no tenemos derecho a la comunicación con el exterior, buscamos artimañas para hacerlo pero no nos dejan. Desde que estamos aquí ninguna organización ni siquiera ACNUR ha podido venir a vernos. Somos prisioneros, ¿acusados de qué? Sólo queremos que no nos repatríen y que se respeten nuestros derechos», declara su portavoz en el campamento.