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La actividad de la extrema derecha castellano-leonesa en la que se implican numerosos militares

Agresiones brutales: la propaganda neonazi

Fuentes: Diagonal

Las numerosas agresiones cometidas por fascistas en Castilla y León han sido ‘explicadas’ generalmente por las autoridades como «gamberradas» sin mayor significación. Buena parte de los medios de comunicación reflejan los hechos como «peleas o ajustes de cuentas» entre grupos de distinto signo, obviando el sustrato ideológico de estas acciones y de sus autores. Las […]

Las numerosas agresiones cometidas por fascistas en Castilla y León han sido ‘explicadas’ generalmente por las autoridades como «gamberradas» sin mayor significación. Buena parte de los medios de comunicación reflejan los hechos como «peleas o ajustes de cuentas» entre grupos de distinto signo, obviando el sustrato ideológico de estas acciones y de sus autores.

Las actuaciones judiciales abundan en estas consideraciones, reduciendo las agresiones a faltas de lesiones, amenazas y similares. No ha habido acusaciones por asociación ilícita ni se han aplicado agravantes como los motivos racistas, sexistas o ideológicos, lo que llevaría a considerar también la personalidad de sus autores. Éstos suelen enfrentar condenas muy leves, cuando no la absolución, ya que las investigaciones policiales no recogen las conexiones entre las agresiones (lo que podría demostrar la existencia de grupos organizados y su ideología) ni las connotaciones de las mismas (sexismo, xenofobia…). Un repaso a los principales ataques perpetrados pone de manifiesto su identidad y vinculaciones… Lo que evidenciaría que en casi todos los casos sus autores son militares o hijos de militares, policías o guardias civiles.

Valladolid es, según colectivos sociales, donde los grupos fascistas y neonazis tienen más notoriedad. En el resto de localidades castellanas, aunque su presencia en la calle es, por su escasez numérica, mucho más discreta, mantienen cierta capacidad para la agresión.

Valladolid

El 27 de agosto se produjo el, por ahora, último ataque ultraderechista: el destrozo del escaparate y puerta de la sede de Sodepaz, ONG de solidaridad con el Sur. Ya había sufrido un ataque similar en junio de 2003.

En la provincia existen varios grupos organizados, lo que permite que de la (auto)disolución de los mismos salga la simiente de nuevas organizaciones y que sea también la reserva que nutre a otras localidades.

Del entramado ultraderechista destacan los hermanos Francia, propietarios de una red de locales de ocio. Jorge Francia fue acusado de participar en agresiones en la noche de San Juan del año 2000, organizadas por el grupo Frente Radical. Esa noche, unas 50 personas acamparon en una finca privada en Quintanilla, donde realizaron un ritual. Después, varios de ellos se acercaron a la localidad de Peñafiel, y en la discoteca Isis apuñalaron sin mediar palabra a un joven a causa de su aspecto. Resultaron también heridas otras personas que salieron en su defensa, entre ellas la hermana del joven, a la que propinaron una paliza.

La campaña neonazi más reciente y llamativa ha consistido en grabar esvásticas con navajas calentadas al rojo a tres chicas el 16 y 20 de diciembre de 2005 y 11 de enero de 2006 (Ver DIAGONAL 22) en el barrio de Parquesol. El precedente de este tipo de agresiones se remonta al 8 de julio de 2002, en Valladolid. La víctima, a la que también intentaron violar, era la compañera de un joven amenazado por sus actividades antifascistas. Pese a las concomitancias con unos casos similares en León, la policía nunca se interesó en establecer conexión.

Por las últimas agresiones de Parquesol sólo fue detenido Jesús Manuel del Campo Martínez, pese a que en todos los ataques participaron tres personas. Del Campo ya había sido detenido en otra ocasión por grabar una esvástica en el cuerpo a otra chica, en el barrio de Las Delicias. Este caso había quedado sin sanción, al prescribir el delito por el retraso de la fiscalía en presentar un informe psicosocial.

Los ataques de Parquesol fueron achacados, tanto por el alcalde de Valladolid como por el delegado y el subdelegado del Gobierno, a «gamberradas» y descartaron la existencia de grupos neonazis organizados.

Sin embargo, la presencia de grupos organizados queda demostrada por múltiples datos. En octubre de 2003 fueron detenidos tres individuos cuando, según la policía, iban a atacar las sedes de organismos populares. Llevaban cócteles molotov y gasolina. Procedían del local, en la Plaza Circular, de la Asociación Cultural Rey Sisebuto (hoy reconvertida en sede de la Alianza por la Unidad Nacional, el partido fundado por el fascista Ricardo Sáenz de Ynestrillas).

Los detenidos eran David San José, Alberto Aparicio, militar formado en la Academia de Zaragoza y destinado entonces en el cuartel leonés del Ejército de Tierra de El Ferral del Bernesga (la policía nunca ha intentado investigar su relación con los neonazis de León destinados en este mismo cuartel), y su hermano Juan Javier Aparicio. El padre de los Aparicio está ligado a fuerzas de ultraderecha. El abogado de estos también es miembro de AUN. Los tres detenidos formaban parte del Bloque Anti Sistema (BAS), grupo nacido en Valladolid y con ramificaciones en León y en Salamanca. Heredero de las antiguas Bases Autónomas, el BAS copia su organización y estructura del recientemente desmantelado Frente Anti Sistema (FAS) que operaba en zonas de Levante y que, entre otras actividades, se dedicaba al tráfico de armas.

Estos tres detenidos del BAS, implicados además en otras múltiples agresiones, fueron encausados penalmente junto a otros dos reconocidos neonazis, Pablo R. L. y José Ignacio P. C. Inicialmente les iba a ser aplicada la legislación antiterrorista, por lo que la instrucción le fue asignada a la Audiencia Nacional, aunque finalmente fueron juzgados en Valladolid. La sección cuarta de lo penal de la Audiencia de Valladolid condenó a cuatro años de prisión a los hermanos Aparicio, a tres años a Pablo R. L. y a José Ignacio P. C., y a otros dos años a David San José, al que se le aplica la atenuante de colaboración con la Justicia. El BAS no ha sido desmantelado. En la provincia vallisoletana también se han llevado a cabo conciertos de música RAC (Rock Contra el Comunismo), concretamente en la localidad de La Cistérniga. Entre las agresiones más recientes destaca el ataque a una joven que recibió cortes con un objeto punzante.

León

La influencia en otras localidades del entramado ultraderechista vallisoletano es especialmente visible en el ‘Corredor Valladolid-León’. Se puede ver en su carretera, aunque la simbología nazi se ha visto superada por la antifascista. Es la válvula de oxígeno del neonazismo leonés, exiguo, pequeño y acotado. Cuando éste se ve impedido de sacar la cabeza se «tira de teléfono» y aparecen uno o dos coches de neonazis pucelanos y es cuando algo «gordo» pasa en León, según militantes antifascistas.

Los ataques se multiplicaron a fines de 2004, prolongándose mucho tiempo después, con una campaña de agresiones dirigida a militantes de movimientos sociales. Destaca el ataque con gasolina a la sede de la CNT, que a punto estuvo de quemar el edificio. No hubo detenidos. El 1º de mayo de 2005 el ataque con fuego lo sufrió el Club Cultural de Amig@s de la Naturaleza. Una persona estuvo a punto de morir asfixiada por el humo. Tampoco hubo detenidos.

Brutales fueron también los ataques contra una militante de Juventudes Comunistas (JC) y compañera de su secretario político. Sufrió palizas, pintadas y amenazas en el portal de su casa. Parte de estas intimidaciones se produjeron mientras tenía protección policial. El último ataque se produjo en la calle: tras ser golpeada y quedar inconsciente le grabaron una esvástica en la cara. Era la quinta agresión que sufría, por lo que ha necesitado tratamiento psicológico aunque no ha abandonado su militancia. Algunos de sus agresores fueron detenidos -pertenecían al BAS- y juzgados en mayo de 2005. Las condenas fueron muy leves.

Otro caso fue el intento de secuestro del militante de Corriente Roja y de IU Aniceto Reyes en Ponferrada el 29 de octubre. Seis jóvenes fueron a buscarle a la salida del bar donde trabajaba. Los agresores, que no lo conocían, lo retuvieron una hora y pico. Logró zafarse de ellos. Varios fueron detenidos: tres menores de edad fueron condenados a días de «trabajos para la comunidad» y una multa conjunta de 300 euros; los mayores de edad siguen pendientes de juicio. El juez ha calificado el episodio como faltas.

En León, en octubre de 2005 vuelven a producirse agresiones, teniendo el fútbol como excusa. Destaca la emboscada perpetrada en las cercanías del estadio, el 5 de noviembre, por unos 40 nazis del Frente Leonés, peña fascista del equipo de Segunda B, la Cultural Leonesa (con el apoyo de ultraderechistas de Valladolid y Asturias) contra miembros de Resaka Castellana, peña de carácter antifascista del Real Burgos, el equipo visitante. En la agresión utilizaron bolas de acero, palos, machetes, pistolas de aire comprimido y exhibieron una escopeta. Seis jóvenes burgaleses resultaron heridos de diversa consideración con arma blanca, permaneciendo uno de ellos hospitalizado unos diez días.

Los medios de comunicación presentaron el ataque como «agresiones entre hinchadas rivales», y repartieron la responsabilidad entre ambas por igual. Aunque hubo identificaciones policiales al poco de la agresión, no fueron detenidos media docena de agresores hasta pasados unos días, cuando el tema ocupaba las páginas de los medios locales. Todos tenían antecedentes judiciales. La pena solicitada por la fiscalía es de 60.000 euros por persona identificada, tanto de Resaka Castellana como del Frente Leonés.

También se han producido agresiones racistas en León, sobre todo en el Barrio de la Vega, con fuerte presencia de inmigrantes.

Entre los nazis responsables de las agresiones destaca David Miguel Galán Da Costa, alias ‘Cholo’, militar destinado en el cuartel de El Ferral del Bernesga. Evitó ser juzgado por el ataque a la simpatizante de JC, marchándose a Bosnia en «misión humanitaria». A su vuelta fue juzgado por varias agresiones, entre otras el apuñalamiento de un joven en una piscina, por el que fue condenado a dos años, lo que evitaba su ingreso en prisión. Por la agresión a la joven de JC, finalmente, fue condenado a estar 12 días localizado y alejado de la víctima y pagar 900 euros. En el Ejército no ha sido castigado, sino que ha sido ascendido a cabo.

Javier García Sierra, alias ‘Pecas’, también militar destinado en El Ferral del Bernesga, tampoco ha sido sancionado por el Ejército por ninguna de su amplia colección de agresiones: el referido ataque a Resaka Castellana, agresión por la espalda a una chica, sendas agresiones a chicos, golpear con un hacha en la cabeza a un chico de 15 años, y un largo etcétera. Por alguna de ellas ha sido juzgado y condenado por «faltas», teniendo pendientes varios juicios.

‘Cholo’ y ‘Pecas’ son los ‘brazos ejecutores’ más significativos. Detrás de ellos parecen estar quienes ejercen de cerebros. César Martínez Álvarez es uno de los miembros más antiguos y con más caché dentro de la ultraderecha leonesa. Es responsable del partido Democracia Nacional en León. Antes de que empezaran las agresiones contra militantes de JC, protagonizó reiteradas amenazas verbales a estas personas.

Salamanca

Aquí las agresiones comenzaron en 1995 coincidiendo con el auge de las peñas futbolísticas ultras Brigadas Charras y Orgullo Charro. Su tarjeta de presentación fueron amenazas y palizas a mendigos, extranjeros, homosexuales y personas vinculadas a movimientos sociales de izquierdas.

El 14 de octubre de 1999 le rompieron el cráneo a un joven segoviano por llevar una camiseta que no les gustaba. La agresión se produjo en plena Plaza Mayor y con una patrulla de la Policía Local en las inmediaciones. El agresor, Ángel G. P., militar e hijo de un policía nacional, fue condenado a indemnizar a la víctima con dos millones y medio de pesetas. Por el mismo motivo fue apuñalado un joven de 15 años. La condena fue la misma: indemnización, aunque en esta ocasión el autor acabó en prisión por no pagarla.

Agresiones racistas

Motivos racistas tendrían el apuñalamiento de un joven marroquí a manos de Roberto Salvador, alias ‘Chiqui’, también militar e hijo de guardia civil, y el ataque con un bate a dos atletas marroquíes del equipo de la Universidad ADUS, en plena Gran Vía.

El 12 de septiembre de 2002, J. M. Villarón Rodríguez, militante de Juventudes Castellanas Revolucionarias, fue apuñalado a la puerta del Ateneo Castellano cuando sacaba la basura. Las heridas estuvieron a punto de costarle la vida. Los autores fueron Álvaro Vega de la Iglesia, alias ‘Burro’, hijo de un policía nacional; Alberto Rodríguez Santos, alias ‘Feno’, militar de profesión, y Javier Martín Hernández, miembro de Brigadas Charras y Orgullo Charro. Los tres, miembros del BAS, estaban esperando a la víctima y le atacaron sin mediar palabra. Ninguno de ellos acabó en prisión, pues aunque fueron condenados, el juez no aplicó como agravante ni la intencionalidad política ni la premeditación.

En 2003, un estudiante perdió un ojo por un botellazo recibido. El 4 de octubre varios individuos le propinaron una paliza a un estudiante, y le clavaron un machete en la pierna (7 centímetros de herida). A otras dos estudiantes ‘sólo’ las insultaron y amenazaron. Todas estas agresiones fueron presentadas como «peleas callejeras».

Zamora: a por IU

En Zamora el ataque más grave se produjo durante la última Semana Santa. Un joven salmantino de visita en Zamora fue apuñalado por neonazis. Presentaba heridas graves, una cerca del corazón.

Por otro lado, los fascistas zamoranos la han tomado con Izquierda Unida. Su sede, en la Plaza del Mercado, ha sufrido hasta seis ataques, con lanzamiento de botellas, pintadas y amenazas de muerte contra el concejal de la coalición Francisco Guarido. También recibió fotocopias de un escrito y grabaciones en el contestador telefónico amenazando a la coordinadora provincial, Laura Rivera.

Aunque estos ataques a la sede de IU tuvieron lugar en los días previos a las elecciones municipales de 2003, este mismo verano han aparecido pintadas en el domicilio particular de Francisco Guarido y Laura Rivera.

Segovia: banco de pruebas

En el año 2000, colectivos sociales locales detectaron que grupos nazis de Madrid utilizaban Segovia como banco de pruebas para ‘evaluar’ a sus aspirantes: éstos tenían que demostrar su valía yendo a propinar alguna paliza o destrozar algún local. Según estas fuentes, contaban con un enlace en la capital segoviana: Raúl Córdoba, que junto con Raúl Pajas, representante de Asociación Juvenil Española (AJE), y otros jóvenes, se dedicaban a empapelar Segovia con pegatinas de AUN y de la ya desaparecida organización nazi Bases Autónomas.

Las conexiones políticas de los grupos fascistas en Segovia arrojan nombres como los de Juan Carlos Martín, ex militante de Cristo Rey y posteriormente concejal de Turismo por el PP o el de Manuel González Herrero, que sustituyó como diputado a Loyola de Palacio. Según colectivos sociales segovianos, tras la desaparición de CEDADE, una de las primeras organizaciones nazis del Estado, se pasó a la ‘política formal’, como militante del PP, conservando su relación con los elementos más ultras de la ciudad. Últimamente se ha visto envuelto, como asesor de un cargo público del PP, en un escándalo inmobiliario. Destaca también Gabriel García Tejero, alias ‘El Jurri’, policía nacional expedientado en su día por espiar a personas de izquierda. Aunque por ello fue apartado de su cargo, actualmente ha regresado al servicio en la ciudad. La sierra segoviana y el entorno de La Granja son además segunda residencia de fascistas madrileños.

Burgos

En esta provincia las agresiones fascistas han tenido un marcado tinte xenófobo. Primero aparecieron pintadas amenazantes en un salón de té de unas familias musulmanas y posteriormente, en agosto de 2002, fue destrozada y ‘decorada’ con esvásticas la carnicería ‘Thiba’, de los mismos propietarios. Tras la pertinente denuncia a la policía, que ni se dignó a pasarse por la tienda, se limitó a decir que si volvía a ocurrir ya tomaría alguna medida. También hubo pintadas amenazantes en el Viceconsulado de Marruecos en Burgos. Según militantes antifascistas, que no se hayan producido ataques físicos puede deberse a que los neonazis no han podido contar con el vivero del estadio de fútbol.

Palencia

Según colectivos sociales, se está registrando un gran movimiento de fascistas procedentes de Valladolid y León con el fin de extender su organización. No hace mucho se registraron palizas, en las que algunos de los agresores eran hijos de policías nacionales. Últimamente han remitido, ya que sus protagonistas, que se han enrolado en el Ejército, ya no están en Palencia. Tiene una presencia significativa Falange, que el último 20-N organizó una misa a la que acudieron elementos fascistas de Valladolid, y a cuyo término se produjeron incidentes con antifascistas.

Soria

En esta provincia castellanoleonesa la actividad neofascista es menor. Sin embargo, se han producido agresiones de tinte xenófobo. En Soria, el 28 de enero de este año, elementos ultraderechistas arrasaron un oratorio islámico, quemaron un corán, destrozaron la biblioteca y tiraron sus libros a un contenedor.

Campamentos de fraternidad

En julio de 2002, Falange desarrolló un campamento en unas instalaciones de la Junta de Castilla y León, el albergue del Alto del León, en San Rafael, organizado por el director provincial de Educación en Segovia, Manuel García Serrano, militante de Falange conocido como ‘Nube Roja’ y amigo íntimo de ‘Pocholo’, un comisario de policía de Segovia.

Acudieron unos 120 jóvenes de diversas provincias con uniforme de la (Organización Juvenil Española) (OJE) . Bajo el lema ‘Vale quien sirve’ y en medio de la parafernalia de banderas y brazos en alto, etc., altos cargos de Falange impartieron charlas. Según colectivos segovianos, ejercía de jefe del campamento Guillermo Sánchez de Haro, ‘Fredi’, cocinero de un cuartel militar de León. Estos campamentos se dan, o se han dado, también en otras provincias.