Somalia no tiene un gobierno central efectivo desde el derrocamiento del presidente Siad Barre en 1991. Años de enfrentamientos entre señores de la guerra rivales y la falta de capacidad para resolver el problema de las hambrunas y las enfermedades han provocado la muerte de hasta un millón de somalíes. Somalia fue creada en 1960 […]
Somalia no tiene un gobierno central efectivo desde el derrocamiento del presidente Siad Barre en 1991.
Años de enfrentamientos entre señores de la guerra rivales y la falta de capacidad para resolver el problema de las hambrunas y las enfermedades han provocado la muerte de hasta un millón de somalíes.
Somalia fue creada en 1960 mediante la unión de dos territorios: un antiguo protectorado británico y una colonia italiana.
Desde entonces, su desarrollo ha estado marcado por el reclamo territorial de zonas en Etiopía, Kenia y Djibouti habitadas por somalíes.
En 1970 Barre proclamó un estado socialista, preparando el terreno para establecer una estrecha relación con la entonces Unión Soviética. En 1977, con la ayuda de armas soviéticas, Somalia intentó ocupar la región de Ogaden en Etiopía, pero fracasó, debido a que Etiopía – que se había volcado hacia el marxismo- obtuvo el apoyo soviético y de Cuba.
En 1991 el presidente Barre fue depuesto por clanes opositores. Éstos no lograron ponerse de acuerdo en un reemplazante y el país quedó sumergido en el caos y en una guerra constante entre distintos clanes.
En 2000, los ancianos de los clanes y otras importantes figuras en posiciones de autoridad nombraron presidente a Abdulkassim Salat Hassan, en una conferencia en Djibouti. Se estableció así un gobierno de transición, con el fin de reconciliar a las diferentes milicias.
Pero a medida que se acercaba el fin del mandato provisional, se hizo evidente que el gobierno había progresado muy poco en la unificación del país.
En 2004, luego de extensas conversaciones en Kenia, los principales políticos y señores de la guerra firmaron un acuerdo para establecer un nuevo parlamento, que luego nombraría un presidente.
Esta administración no cuenta con un cuerpo de funcionarios públicos ni edificios de gobierno. Se enfrenta con la formidable tarea de reconciliar a un país dividido en feudos.
Su autoridad está comprometida además por el auge de los islamistas que controlan gran parte del sur del país, incluyendo la capital, Mogadiscio, después de que sus milicias sacaron a los señores de la guerra que estuvieron en el poder por 15 años.
Tras el colapso del gobierno de Barre en 1991, la región noroeste de Somalia se declaró unilateralmente República de Somalilandia.
Somalilandia -cuya independencia no es reconocida por los organismos internacionales- disfruta de una relativa estabilidad.
DATOS
LIDERES
Presidente: Abullahi Yusuf Ahmed
Abdullahi Yusuf Ahmed, un ex líder de la región semiautónoma de Puntlandia, fue elegido por el parlamento interino de Somalia como nuevo presidente del país, en octubre de 2004.
La elección se llevó a cabo en Kenia porque se consideraba que la capital de Somalia era muy peligrosa.
El presidente prometió promover la reconciliación y reconstruir el país. Pero su gobierno, marcado por desacuerdos internos, no logró terminar con la anarquía que reina en el país. La administración tiene su sede en Baidoa, al norte de Mogadiscio. Fuera de su región tiene muy poca influencia.
Ex oficial del ejército y líder de una de sus facciones, Yusuf lideró un movimiento guerrillero en los 70, con la intención de derrocar al régimen de Siad Barre.
En los 90 emergió como un prominente líder de su región, Puntlandia, y declaró la autonomía de dicho territorio en 1998. Algunos analistas dicen que su concepción del liderazgo es autoritaria.
Miembro del clan Darod, nombró a su gabinete -que incluye varios importantes señores de la guerra- a finales de 2004.
Primer ministro: Ali Mohamed Ghedi
Cirujano veterinario y funcionario de la Unión Africana, Ghedi era relativamente desconocido en los círculos políticos cuando fue nombrado primer ministro en noviembre de 2004.
Prometió formar un gobierno inclusivo y luchar por la reconciliación entre los señores de la guerra en Mogadiscio. Ghedi no estuvo vinculado a ninguno de los grupos armados durante la guerra.
Está afiliado al clan Hawiye de Mogadiscio, uno de los principales en Somalia.
Administración rival: Unión de Cortes Islámicas
La mayor parte del sur y centro del país están en la actualidad bajo el control de la Unión de Cortes Islámicas (UIC por sus siglas en inglés), que consolidaron su poder luego de conquistar Mogadiscio, a manos de los señores de la guerra respaldados por Estados Unidos, en junio de 2006.
Su rápido avance -imponiendo la ley islámica donde quiera que fuesen- y su superioridad militar representan un desafío para el débil gobierno interino.
La UIC emergió de un sistema judicial financiado por poderosos empresarios que buscaban imponer una suerte de orden en un país sin gobierno.
El ascenso del jeque Hassan Dahir Aweys, un clérigo musulmán de línea dura que figura en la lista de terrorismo de EE.UU. y la ONU, ha despertado temores de que la agrupación quiera imponer un gobierno al estilo Talibán. La UIC ha desestimado los comentarios de EE.UU. que señalan que su liderazgo está dominado por al-Qaeda.
De acuerdo a un informe de la ONU sobre violaciones al embargo de armas en Somalia de 1992, los islamistas cuentan con el apoyo de Djibouti, Egipto, Eritrea, Irán, Libia, Arabia Saudita, Siria y la organización militante Hezbollah.
Tradicionalmente, los sectores económicos más importantes han sido la agricultura y la ganadería. Sin embargo, la economía de Somalia se ha visto severamente afectada por más de una década de divisiones internas. La ausencia de un gobierno central ha contribuido a la devaluación de la moneda nacional -el chelín somalí- y las autoridades interinas han sido acusadas de hacer poco por evitar la importación de millones de billetes falsos que circulan en el país, acentuando el caos económico.
Somalia es considerado uno de los países del mundo con mayor riesgo para las inversiones. Paradójicamente, algunos observadores extranjeros señalan que en Somalia, precisamente debido a la falta de un gobierno central, se ha desarrollado un sistema empresarial muy eficaz y no corrupto, algo poco común en el resto de África, impulsado por sectores como las telecomunicaciones y el transporte naviero. El Banco Mundial ha admitido que Somalia tiene «menores niveles de pobreza y, en algunos casos, una mejor infraestructura que otros países más ricos de África».
Una importante fuente de ingresos -la de las remesas enviadas por la diáspora somalí- se vio fuertemente dañada en 2001, por la decisión del gobierno estadounidense de congelar los activos de una de las mayores empresas de transferencia somalíes, Barakat, a la que acusaba de tener vínculos con la red al-Qaeda.