Traducido por Caty R. y Revisado por Ferran Muiños Ballester.
El cocodrilo sólo es fuerte en el agua.
Este proverbio africano, de origen desconocido pero muy extendido en África, presenta un principio inherente a muchas representaciones africanas del mundo, el principio según el cual los seres vivos estarían afectados ontológicamente por una limitación; una limitación que, en sí misma, reclama una instrumentalización estratégica.
Todas las cosas, los seres, las manifestaciones, las causas, tienen un límite. Empezando por la fuerza, el poder. La imagen del cocodrilo, considerado temible -cuando no invencible- en el agua, fuera de ella ofrece el espectáculo decepcionante de una figura poco agraciada que se arrastra penosamente por el suelo con un paso pesado y asmático.
El contraste entre la fuerza por un lado y la debilidad por otro en el mismo fenómeno, en el mismo animal, es muy ilustrativo. Toda fuerza es relativa, para empezar está condicionada por el medio ambiente. Naturalmente el cocodrilo es una metáfora de los seres humanos, se trata de sus poderes, actuaciones, resultados o logros sociales todos ellos, finalmente, relativos.
La consecuencia que se desprende de este ejemplo es eminentemente estratégica y se puede aplicar a todos los campos de las actividades humanas sancionadas por resultados comparativos. Esto puede ir de la guerra a la competencia económica y política, pero podría tratarse también del desarrollo personal y colectivo en interacción con un medio disputado.
Hasta el poder más grande del mundo tiene sus puntos débiles, pero primero tiene su agua en la que será invencible, como por ejemplo, los ataques nocturnos de la aviación estadounidense perpetrados por aviones entrenados y con una superioridad técnica comprobada. En cambio no es lo mismo en el suelo, a merced de ataques individuales dirigidos e imprevistos o guerrillas urbanas.
Una lectura del proverbio podría llevar a la regla de no atacar nunca a un enemigo en su terreno, regla de la que Sun Tse, el célebre autor del libro culto escrito hacia el siglo V a.C., El Arte de la guerra, no renegaría.
Desde el punto de vista económico existen límites a la competitividad y para llevarse una parte, un mercado, las exportaciones, etc. habría que evitar la lucha en el terreno por excelencia del competidor. Cada uno tendrá su sitio por poco que se sitúe en su punto fuerte. Entrevemos aquí estrategias de diferenciación de los productos que permiten a las empresas emergentes escapar de la captación de las multinacionales utilizando los precios, los diseños, las promociones, la imagen o la ética, para salir del terreno de captación del competidor.
Por tanto siempre existe un terreno en el que se puede ganar, ya que hasta el más fuerte tiene sus límites y su vulnerabilidad. Así, el conocimiento de los puntos débiles del competidor forma parte de la competición tanto como conocer los propios puntos fuertes y débiles. Conocer de cerca la estrategia de la competencia es un arma imprescindible para conseguir la victoria.
Si países como Taiwan, Singapur, Corea del Norte o China han arrebatado pedazos del mercado a los más grandes es porque descubrieron los puntos débiles, las rendijas por las que podían emerger. Dirigiéndose primero a productos poco tecnológicos en los que eran competentes, desarrollaron la estrategia de ofrecer precios imposibles en los países desarrollados… y así los sacaron de sus aguas.
En el terreno de las artes y la música, «1er. Gaou», «Yekeke» o «Ancien combattant», éxitos africanos que han conquistado el show bussines europeo, han dado en el clavo por no tratar de imitar a los europeos, no se enfrentaron con el reptil en su territorio.
El cocodrilo sólo es fuerte en el agua, por tanto no lo es en la arena; si hay que atacarlo tiene que ser en la tierra, en las arenas que no le favorecen. Los países occidentales dominan los intercambios de bienes tecnológicos con un fuerte valor añadido, así que los NPI (nuevos países industrializados N. de T.) se especializan primero en bienes de valor añadido débil, antes de diversificar la estructura de sus productos exportables.
El arte de la guerra consiste, lo primero, en descubrir los puntos débiles del adversario y después arrastrarlo al combate fuera de su territorio. ¡Todo tiene sus límites, por supuesto!
Akam Akamayong
Cuando no sabemos de dónde venimos, no sabemos a dónde vamos.
El presente, el pasado y el futuro están unidos por el hilo del tiempo, pero se trata de mucho más que una simple sucesión de acontecimientos independientes; al contrario. La experiencia acumulada marca las rutas que son como mapas de carreteras en el camino de nuestros proyectos.
El proverbio africano, siempre sobrio en la sintaxis y la exposición, vincula el pasado -la historia- y el futuro -el proyecto-. Es la historia la que tejió los lazos, las perspectivas económicas, políticas y sociales del presente, la problemática es incomprensible si sólo la miramos desde la actualidad aislada, por ejemplo Palestina, la reparación por la trata de negros, el genocidio ruandés… Abordar la realidad haciendo burla de los antecedentes, de las relaciones que el pasado elaboró, condena el proyecto de hoy al fracaso.
En este sentido el presente es una especie de memoria almacenada del pasado que, en parte, sucede en función de las acciones anteriores. Surge entonces el interés por la memoria colectiva y la lucha para preservarla de manipulaciones y falsificaciones. Porque si pensamos siempre con relación al pasado que proyecta el futuro, resulta que una memoria falsificada, sin duda, ignorará al pueblo. Los pueblos dominados apenas se dan cuenta de que esta enorme apuesta puede ser una potente revelación psicológica. Si los africanos descubren que fueron ellos quienes desde Nubia, pasando por el antiguo Sudán, es decir, el Alto Egipto y luego a través de Grecia, llevaron su civilización al mundo occidental, perderán progresivamente los complejos de inferioridad que los mantienen en un estado de alienación cultural e inhibición intelectual e industrial.
La restauración de la memoria colectiva, la recuperación de la historia real, mostrarían a los pueblos de la tierra sus contribuciones irrefutables a la civilización contemporánea (llamada occidental) y permitirían, entre otras cosas, demandar la reparación y restitución a los países coloniales por sus pillajes, por los museos que rebosan objetos de culto y tradición africanos, amerindios o asiáticos.
Desde el punto de vista filosófico, estamos perdidos si no sabemos de dónde venimos, por eso hay que volver a definir al hombre como un ser ubicado y, sobre todo, en camino. Complejo, su futuro es una suma de su pasado y su presente. Ni fijo ni estático ni parado, el ser humano no existe sin lo que fue, lo que hizo, todo esto le configura.
En el presente que fabrica el futuro hay un pasado, ir hacia el futuro no es pues, ni mucho menos, alejarse de lo antiguo, de los ancestros.
Pierre Prêche
En el pueblo de los ricos nunca faltan papagayos.
Este proverbio africano podría traducirse por: todo gran personaje está rodeado de aduladores. Llevando más lejos la interpretación, llegamos a cuestionar las relaciones entre riqueza, poder y sociedad. Las instituciones que toman la palabra por profesión o por uso, medios de comunicación, hombres y mujeres públicos…
¡La riqueza es una corruptora tan grande que no osamos imaginarla en las democracias «certificadas» donde la profesionalidad, la neutralidad y la ética reinan como dueñas absolutas, Hum! Por precaución leer dos veces los reportajes, las investigaciones, los sondeos, las primicias, no vaya a ser que las plumas -periodísticas- se extravíen en el sentido de la capitalización bursátil.
J.Evega; Ze
Por donde revolotean los buitres hay carroña.
Este proverbio africano invita a descifrar los comportamientos humanos según sus intereses íntimos.
Aquí se señala un vínculo de causa-efecto entre las manifestaciones aparentes y las motivaciones reales de éstas. Si se conocen los intereses fundamentales de una institución o estructura social, podemos comprender mucho más fácilmente sus acciones, inversiones, modas y pasiones concretas.
Lo esencial, poco importan los discursos y las explicaciones de los actores, sólo son los hechos y sus motivaciones o necesidades profundas, eso es lo decisivo.
Así entenderemos por ejemplo que las multinacionales y los estados occidentales no se desplazan gratuitamente, es decir, sólo se moverán por intereses, por lo que sería difícil considerar las recientes guerras anglo-estadounidenses como luchas por la libertad de otros pueblos. Al contrario, la presencia estadounidense demuestra la existencia de intereses como el petróleo, pero no exclusivamente, que atraen a la primera potencia mundial.
Las expediciones de las tropas occidentales a África y otros lugares fuera de sus territorios de origen tienen una motivación previa a las razones tradicionales y oficiales invocadas sin descanso: derechos humanos, democracia, acuerdos de defensa, etc. Sólo sus intereses y apetitos dan la explicación real a tantos despliegues. La intervención francesa en el Zaire de un Mobutu en decadencia hoy no es conocida por haber sido una operación humanitaria, sino por la operación de filtración de los genocidas ruandeses con los que Francia había mantenido relaciones muy culpables.
Del mismo modo es el petróleo iraquí lo que justificó principalmente el despliegue de tropas y de fuerzas estadounidenses sobre el suelo desértico.
Akam Akamayong
Mientras los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de caza seguirán glorificando al cazador.
Es como decir de otra forma que la historia de los vencedores no es la historia tal cual, que el debate sobre la memoria colectiva no es sólo una cuestión de objetividad sino de relaciones de poder.
Podemos meditar este proverbio a través de una infinidad de situaciones que relaciona a un dominante, colonizador por ejemplo, y a un dominado, sometido. Todo el mundo sabe hoy que la historia de la Segunda Guerra Mundial escrita por los vencedores está lejos de haberlo dicho todo, de haber revelado todo, de ser la única verdad.
Así pues, tranquilamente, después de la guerra florecieron en las colonias miembros «muy discretos» de la resistencia a la ocupación alemana.
También se infravalora notablemente el impacto de la participación africana, la primera fuerza real del ejército de la Francia libre que se enfrentó a los alemanes y tuvo que soportar situaciones durísimas en 1940. Los presos africanos capturados por los alemanes conocieron el tormento de los campos, los crímenes de guerra y tratamientos de una especial violencia.
La misma reflexión se puede aplicar a las prácticas coloniales, a todas las guerras no confesadas, no reconocidas, a todas las salvajes fosas comunes que siembran el África ex colonizada. El recuerdo de la trata de negros, hecho que contribuyó significativamente a la prosperidad de Europa y el nuevo mundo, siempre se descarta de los debates de los humanistas oficiales, como si éstos temieran ser desenmascarados, a semejanza de Voltaire, que vivió de las rentas de la trata de negros; predicadores humanistas de día, saqueadores colonialistas de noche.
Este proverbio, de alguna manera, invita a los dominados, a los débiles y vencidos a dar su versión de la historia, a hacer una escritura alternativa a la de los historiadores -cuidado con los historiadores- instalados en las tribunas del statu quo.
En fin, no es más que un proverbio africano, no vamos a concederle tanta profundidad crítica y filosófica, como hubiera podido decir Hegel, filósofo alemán para quien África estaba fuera de cualquier movimiento, fuera de la historia. ¿Historia de caza?
Ze
Texto original en francés: http://bellaciao.org/fr
Caty R. y Ferran Muiños Ballester pertenecen a los colectivos de
Rebelión , y Cubadebate . Caty R. además es miembro de Tlaxcala . Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la fuente.