Gregorio López Raimundo, presidente del PSUC-viu, falleció el pasado sábado, 17 de noviembre de 2007, a los 93 años de edad. Su partido ha organizado esta tarde un homenaje público y una despedida ciudadana en la plaza Sant Jaume de Barcelona, antigua plaza de la República. Deseo que seamos millares. Lo esencial sobre el que […]
Gregorio López Raimundo, presidente del PSUC-viu, falleció el pasado sábado, 17 de noviembre de 2007, a los 93 años de edad. Su partido ha organizado esta tarde un homenaje público y una despedida ciudadana en la plaza Sant Jaume de Barcelona, antigua plaza de la República. Deseo que seamos millares.
Lo esencial sobre el que fuera secretario general del PSUC ya lo han dicho otras personas. Por ejemplo, la comunista iraní Nazanín Amirian quien acababa su sentida columna en rebelion con las siguientes palabras: «Seguiremos tu camino Raimundo, más allá de pertenecernos a diferentes espacios geográficos; nos une el esfuerzo por construir un nuevo mundo: sin hambre, sin guerras y libre de injusticias».
Angels Martínez i Castells, en Público de 19 de noviembre de 2007, recordaba también la impresión de muchos jóvenes universitarios de su época: «Conocí a Gregorio López Raimundo cuando militaba en la universidad y «el partido» crecía en la clandestinidad a pesar que la cárcel -y la tortura- era una realidad demasiado frecuente. En el contexto opresivo y gris de principios de los setenta, el heroísmo y la resistencia de Gregorio era también para los estudiantes rebeldes un referente a admirar e imitar, y muy cercano».
Xavier Folch planteó en su artículo del domingo una duda que muchos seguimos teniendo: «Uno no sabe qué admirar más, si su heroica resistencia a la tortura de la policía cuando es detenido, o la inmensa paciencia de las pequeñas actividades cotidianas que pretenden erosionar a un enemigo mil veces más fuerte: el régimen franquista».
No diré yo nada de mayor interés. Me limitaré a manifestar un ligero desacuerdo con el artículo del afable editor y amigo Xavier Folch publicado en El País de 18 de noviembre y contar una anécdota que creo significativa de su manera de ser, de su forma de estar en el mundo.
El ligero desacuerdo. Sostiene Xavier Folch que López Raimundo se retiró de la política activa en 1985. No logro adivinar qué concepto de «política activa» maneja Folch en su escrito pero entendida como suele entenderse, como participación activa en reuniones, en organizaciones, manifestándose cuando es necesario, generando ideas para mejorar la ciudad y combatir por una sociedad buena o mejor que la actual, su afirmación es en mi opinión inexacta. No sólo porque López Raimundo fue, como es sabido, presidente activo del PSUC-viu hasta el final de sus días -y el PSUC-viu no es, desde luego, ninguna fundación congelada, aireada de vez en cuando al cumplirse tal o cual efemérides para salir en tal o cual medio y dar sensación de deber cumplido y de cultivo cortés de una tradición superada- sino que, además, de todos es sabido su activa participación en numerosos actos de la lucha democrática y socialista en estos últimos años, en los noventa y en el primer decenio de 2000. Los que yo recuerdo y de los que él tenía un recuerdo imborrable: su asistencia a las manifestaciones contrarias a la invasión de Iraq, su participación en reuniones a favor de los procesos venezolano y boliviano, su permanente presencia en actos del PSUC-viu, como, por ejemplo, en una reunión a mediados de julio de este mismo año. Sus camaradas podrán contra con más detalle y con más exactitud que yo sus intervenciones políticas, sin olvidar sus últimos escritos publicados o su presencia, muy política por cierto, en el homenaje público que se dispensó a Antoni Gutiérrez Díaz, tras su reciente fallecimiento, en el Palau dels Esports de Barcelona.
La anécdota. Hace unos cinco años Joan Benach, Xavier Juncosa, Jordi Mir, Paloma Fernández, Mercedes Iglesias Serrano y yo mismo iniciamos un proyecto cinematográfico que entonces eran más bien un sueño, uno de esos deseos a los que Cernuda solía pone versos y ritmo poético. Queríamos hacer un documental largo, e interesante a poder ser, sobre la vida y obra de Manuel Sacristán, compañero de López Raimundo en el Comité ejecutivo del PSUC en la segunda mitad de los sesenta. El deseo se convirtió con los años en realidad y de él ha surgido Integral Sacristán.
Empezamos entrevistando a personas que habían conocido a Sacristán en los ámbitos familiar, académico o de militancia. El primer candidato fue Gregorio López Raimundo, con él fue nuestra primera entrevista. Me tocó a mi hablar con él y proponerle una entrevista filmada. Me tocó… Mejor dicho: hice que me tocara.
Ya había hablado con él sobre Sacristán y la posibilidad de una entrevista en otras ocasiones. Siempre me había respondido en los mismos términos: está muy bien lo que hacéis, pero yo no puedo aportar nada de interés. Otros podrán decir más y mejor. Fuera prudencia o modestia, yo opto por lo segundo, no había podido conseguirlo. Hasta ese día.
Cuando le llamé estuvo muy receptivo y a pesar de su negativa inicial logré convencerle. Probablemente, él quería ser convencido. ¿Cuándo podríamos quedar le comenté, podía ser mañana le dije en un alarde infrecuente de osadía? De acuerdo, me dijo. Quedamos en su casa, le pregunté. No, mejor que no, me dijo. Teresa, mi compañera, trabaja en casa, escribiendo, y no quiero que la molestemos. ¿Quedamos entonces en mi casa, le dije? De acuerdo. ¿Le voy a buscar? No, no es necesario. Ya vendré yo mismo. ¿A qué ahora? A las 10 de la mañana le dije.
A las 10 del día del siguiente, en punto claro está, como en sus citas clandestinas, López Raimundo llamaba a nuestra casa. Nos dijo que no iba a hablar mucho tiempo, que estaba algo cansado, que no tenia mucho qué decir, que otros, nos dio nombres, podrían aportar más cosas. La entrevista, finalmente, duró casi dos horas. Tuvo buena memoria, nos contó con detalle varios momentos de su relación con Sacristán.
Me atreví a preguntarle en un ataque de descortesía política por temas anexos. Por ejemplo, por la actitud del PSUC durante el proceso de Puig Antich, su encarcelamiento y su asesinato posterior. Reconoció que el PSU de Catalunya, él solía nombrarlo así, yo se lo he copiado en varias ocasiones, probablemente había podido actuar con mayor combatividad, que tal vez sí fueran justas algunas de las críticas que se habían formulado al partido desde diferentes frentes.
Era una de las primeras veces que oíamos un análisis así desde las filas de la dirección de la organización.
Nos despedimos. De cuando en cuando me llamaba preguntándome por el proyecto. Nos dio, además, dinero para nuestros gastos iniciales cuando solo recibíamos apoyo de amigos y camaradas.
Cuando Integral estuvo listo y en librerías le llame un día. Quedamos en un bar cerca de su casa. Se lo regalé. Me lo agradeció y me correspondió con su último libro. Dedicado. Lo guardo en el baúl de los tesoros imborrables.
Después de la muerte de Ernesto Guevara, Manuel Sacristán escribió una necrológica en Nous Horitzons que finalizaba con las siguientes palabras: En la montaña, en la calle o en la fábrica, sirviendo una misma finalidad en condiciones diversas, los hombres que en este momento reconocen a Guevara entre sus muertos pisan toda la tierra, igualmente, según las palabras de Maiakovski, «en Rusia, entre las nieves», que «en los delirios de la Patagonia». Todos estos hombres llamarán también «Guevara», de ahora en adelante, al fantasma de tantos nombres que recorre el mundo y al que un poeta nuestro, en nombre de todos, llamó: Camarada.
Creo justo acabar con esas mismas palabras. Todos los hombres y todas las mujeres que en el mundo luchan, se esfuerzan, políticamente o no, en esta o en cualquier tradición, por un mundo mejor llevarán también el nombre de «Gregorio López Raimundo» entre la lista de sus héroes, entre los rostros de las personas en las que uno debería mirarse. Con Cernuda y su «1936», gracias camarada.
Por eso otra vez hoy la causa te aparece
Como en aquellos días;
Noble y tan digna de luchar por ella.
Y su fe, la fe aquella, él la ha mantenido
A través de los años, la derrota,
Cuando todo parece traicionarla-
Mas esa fe, te dices, es lo que sólo importa.
Gracias, Compañero, gracias.
Por el ejemplo. Gracias porque me dices
Que el hombre es noble
Nada importa que tan pocos lo sean;
Uno, uno tan sólo basta
Como testigo irrefutable
De toda la nobleza humana.