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Una batalla se perfila en el horizonte

China, el Congo, África y el Banco Mundial

Fuentes: Le Potentiel

Traducido por Caty R.

Los acuerdos bilaterales entre China y los países africanos no están bien vistos por los occidentales. Al intervenir directamente en África, China siega la hierba bajo los pies occidentales y los priva no sólo de una fuente de enriquecimiento, sino sobre todo de un medio de presión sobre los países africanos.

Hace algunos meses escribimos una serie de artículos sobre la intervención china en el Congo como catalizador de la economía congolesa.

En esos artículos revelamos que los acuerdos bilaterales entre China y los países africanos no estaban bien vistos por los occidentales. A través de sus instituciones económicas como el Banco Mundial o el FMI, los occidentales construyeron mecanismos neocoloniales para garantizar su enriquecimiento y su influencia en el desarrollo del continente africano.

Estos mecanismos de financiación constituían también un potente medio de presión política sobre los dirigentes africanos. Por otra parte, todo el mundo conoce los condicionamientos vinculados a las ayuda. Todo el mundo conoce también el papel de los países occidentales, incluido EEUU, para la concesión de los préstamos por esas instituciones.

Al intervenir directamente en África, China siega la hierba bajo los pies occidentales y los priva no sólo de una importante fuente de enriquecimiento sino, sobre todo, de un medio de presión sobre los países africanos.

 

La gota que colma el vaso

 

El anuncio de un préstamo de China al Congo de más de 10.000 millones de dólares en condiciones sorprendentes y sobre todo con mecanismos de reembolso inéditos e innovadores, fue la gota que desbordó el vaso.

 

Para detener la situación, los occidentales han buscado formas de minimizar la capacidad de la tecnología china para responder a las necesidades de los países en desarrollo.

 

Mencionaron también la falta de consideración de los aspectos medioambientales en todas las intervenciones chinas. Algunos programas, en particular los de la televisión y la radio francesas, mencionaron el hecho de que los chinos no utilizaban la mano de obra local, presentando al mismo tiempo a China como un país que no respeta los derechos humanos en sus intervenciones. A este respecto, el caso de Sudán es la ilustración más actual.

No obstante, actualmente los occidentales ya no están en condiciones de enfrentarse directamente a China. Por un lado, ésta dispone de potentes medios de retorsión que pueden dar un duro golpe a más de un país de los llamados desarrollados y, por otro lado, muchos países en desarrollo ya no tienen ninguna confianza en las instituciones de Bretton Word, a las que consideran depredadoras de las economías de los países débiles.

 

Toda la propaganda contra las intervenciones chinas en realidad era el anuncio de una actuación de gran envergadura por parte de Occidente para seguir garantizando su influencia sobre el desarrollo de todo un continente.

La política occidental de seguir intentando que África se mantenga en el subdesarrollo acaba de entrar en una nueva fase con el final de la misión en China del presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick.

En efecto, no teniendo medios para atacar directamente a China, la única vía que les quedaba a los occidentales era «hacer de China su aliada». Eso es lo que está pasando.

Al término de su misión en China, el presidente del Banco Mundial consiguió arrancar un acuerdo con Pekín según el cual el China’s Export-Import Bank (Banco nacional chino de importaciones y exportaciones, N. de T.) va a aportar fondos al Banco Mundial y a desarrollar proyectos comunes China-Banco Mundial en África.

¿En qué condiciones se asignarán las ayudas? Sólo el tiempo lo dirá. En el caso de que China se alineara totalmente con esa política, eso significaría la muerte de la esperanza suscitada por China para el desarrollo del continente.

 

¿Qué pueden hacer los países africanos?

 

El margen de maniobra de los países africanos existe sobre todo si actúan individualmente. Este enfoque sería beneficioso para el Congo a condición de que el país tenga la capacidad de analizar las futuras intervenciones y proyectos del Banco Mundial en el Congo frente a las necesidades de la economía china. Es decir, el Congo debería estar en condiciones de proporcionar a China lo que ésta necesita sin pasar por los intermediarios financiados por el Banco Mundial, o sea, que en lo que se refiere a los intercambios con China, el Congo debería favorecer los intercambios directos en vez de los que pasan por terceras instituciones.

 

Esta línea de conducta requiere una gran firmeza e incluso un rechazo de que el Banco Mundial actúe en sectores donde sólo interviene de una forma menor. Requiere también que el Congo tenga una capacitación para trazar el movimiento de sus materias primas a través del mundo. Hasta ahora China ha demostrado su poder ignorando a los «consejeros occidentales» y aplicando una política conforme a sus intereses.

Además, si la utilización de los fondos chinos por el Banco Mundial a través de los proyectos comunes no responde a las necesidades de China, ésta volverá a su política bilateral que le resulta más ventajosa actualmente. Pero esto dependerá de la capacidad de resistencia de los países africanos a los nuevos cantos de sirena que los occidentales van entonar para África.

 

Para ilustrar este nuevo combate que se perfila en el horizonte, basta con ver las dos cumbres que se acaban de celebrar en el continente europeo: la cumbre Unión Europea-África y la cumbre ACP (África, Caribe, Pacífico).

La cumbre Unión Europea-África terminó con una declaración que describe la igualdad entre los dos continentes. Esta cumbre hablaba también del desarrollo de una nueva asociación más equitativa y más igualitaria con África.

Algunos días más tarde, los mismos actores se encontraron alrededor de una mesa de negociación para la renovación de los acuerdos ACP cuyo largo plazo expiraba. Sorpresa. Las negociaciones consiguieron la firma de un acuerdo más o menos aceptable pero, como siempre, desfavorable para África.

Las relaciones entre los países están marcadas por los intereses y ya es hora que los dirigentes africanos en general, y los congoleses en particular, adquieran una conciencia cada vez más clara de este aspecto y velen por establecer estrategias capaces de promover y conseguir que se respeten sus intereses.

Texto original en francés:

http://www.lepotentiel.com//afficher_supplement.php?id_article=57495&id_supplement=6&id_edition=4214

*Joseph Tuambeku-Tuambeku es redactor del diario online congolés Le Potentiel, de Kinshasa (Congo).

*Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.