Encontramos en Paris al historiador Mohammed Harbi (1933) estudioso de la revolución argelina, en la cual él mismo participó, pagándolo con cinco años de cárcel militar. ¿Cual es su lectura de los atentados de Argel? La primera cuestión es de naturaleza simbólica. El 11 de diciembre evoca las grandes manifestaciones de masa por […]
Encontramos en Paris al historiador Mohammed Harbi (1933) estudioso de la revolución argelina, en la cual él mismo participó, pagándolo con cinco años de cárcel militar.
¿Cual es su lectura de los atentados de Argel?
La primera cuestión es de naturaleza simbólica. El 11 de diciembre evoca las grandes manifestaciones de masa por la independencia del 1960. Entonces los argelinos rechazaron la propuesta de De Gaulle, hoy estos grupos insisten en presentarse como los auténticos campeones de una nueva independencia de las potencias extranjeras, a pesar de su nacionalismo xenófobo, antisemita y contra las mujeres. Una simbología evidente incluso en la selección de los objetivos: el Palacio Constitucional, junto a la sede del Alto Comisariado de las Naciones Unidas, en el barrio de Hydra, una zona muy rica y protegida de Argel. El islamismo radical intenta acreditarse entre las clases menos favorecidas, sobretodo entre los jóvenes, y recluta a partir de la crisis de perspectivas que existe en el país.
Uno de los coches bomba, que ha implicado también a un autobús lleno de estudiantes ha saltado por los aires en el barrio de Ben Aknoun, junto a la sede del Tribunal Supremo. ¿Una respuesta a las amenazas de condenas por terrorismo de los últimos meses?
La marcha de los procesos depende de la política, pero Argelia se ha adherido a la moratoria de las ejecuciones capitales, por lo tanto las condenas a muerte no serán ejecutadas. Hay una voluntad política de reconciliación nacional por parte del presidente Bouteflika, en parte porque la lucha contra el islam radical no se puede vencer en base a la lógica securitaria, pero no hay un proyecto de sociedad que reconstruya el tejido social lacerado por la guerra civil. Mientras, crece la desesperación de los estratos juveniles menos favorecidos y la crisis toma un giro cada vez más violento.
¿Cuáles son las causas?
Los atentados se insertan en un contexto de gran dificultad para las clases populares, confrontadas a una subida de los precios y a una clase política que no tiene un verdadero programa de gobierno, mientras se perfila el tercer mandato del presidente Bouteflika: unas elecciones que interesan verdaderamente solo a las diversas facciones del poder. Mientras tanto aumenta la marginalización de los sectores juveniles que son los más sensibles a la demagogia «independentista» del radicalismo islámico contra Occidente. En Kabilia, además de una recrudescencia de los atentados se dan situaciones de verdadero bandidismo. Y algunos sectores juveniles se refugian en su ghetización, como ocurre en Francia en las banlieus: donde el radicalismo islámico no tiene nada que ver con las revueltas, sino con la ausencia de perspectivas y de respuestas generales a los problemas concretos. En Argelia, el gobierno no ha sido ni siquiera capaz de proponer un programa válido en el campo de la educación, de la cultura. Hemos regresado a los tiempos en los que decíamos: no hay un verdadero gobierno ni tampoco una verdadera disidencia.
¿Qué queda de los ideales laicos y socialistas de la revolución argelina a los 50 años de la batalla de Argel?
Por desgracia, las víctimas de ayer son los privilegiados de hoy y son los que tienen una mayor responsabilidad en lo que está sucediendo. Actualmente hay una gran fragmentación de la sociedad, muchas luchas parciales, pero ninguna fuerza capaz de asumirlas en su totalidad. Cada vez que ha habido algún fermento interesante el poder lo ha cooptado o bien lo ha truncado. No creo que estos grupos, que más bien pertenecen a una dinámica internacional del fenómeno, puedan volver a tener la incidencia de antes, hemos sufrido demasiado. Pero todavía estamos pagando los errores del pasado: no deberíamos haber anulado las elecciones del 92, entonces el poder estaba desequilibrado a favor de los militares. Actualmente, si la clase política no es capaz de comprender que va en ello también su existencia, no podremos evitar otros dramas.
¿Cómo se percibe en Argelia la lucha contra el terrorismo de Bush? Este verano una consejera norteamericana ha venido con exigencias concretas.
Argelia, que ha sido la primera en empezar la lucha interna contra el terrorismo islámico, se lamenta de haber sido, en su día, abandonada. Actualmente existe, más que nada, el temor difuso de que en la caldera de la lucha contra el terrorismo se acaben las aspiraciones de los pueblos a su independencia.
*Mohammed Harbi (El Harrouch, Argelia, 1933) es historiador y fue miembro destacado de la revolución argelina. Ha publicado numerosas obras sobre historia contemporánea de Argelia, y escribe en distintos medio de izquierda, como Le Monde Diuplomatique.