Traducido por Mariola y Jesús María García Pedrajas
Bajo cualquier punto de vista de diplomacia internacional, la visita «de estado» a la Casa Blanca del Primer Ministro de Zimbawe Tsvangirai fue estrambótica. El Presidente Obama alabó una mitad del gobierno de «unidad» de Zimbawe, mientras que denunció a la otra mitad, el Presidente Robert Mugabe. Obama ha continuado las sanciones de George Bush en contra de Zimbawe, le regaló a Tsvangirai 75 millones de dólares para fines públicos – haciendo que Tsvangirai pareciera «un agente insignificante de los estadounidenses.»
Los hábitos del imperialismo están tan arraigados en el comportamiento de los gobiernos de EEUU que se manifiestan de forma automática, instintiva. El medioafricano presidente de EEEUU, Barack Obama, sin dudo pensó que le estaba haciendo a Zimbawe un favor especial recibiendo al Primer Ministro Morgan Tsvangirai en la Cada Blanca a la vez que criticaba a su socio en el poder, Robert Mugabe. Cualquier diplomático del mundo sabe que semejante comportamiento constituye una seria interferencia en los asuntos internos de otra nación soberana. Pero EEUU nunca se ha sentido obligado por las normas de la diplomacia internacional, especialmente cuando trata con naciones del mundo negro. La política de EEUU en África, desde los tiempos del Presidente Eisenhower, ha sido crear caos allí donde EEUU no puede ejercer control. Esta es tanto la política del Presidente Obama como lo fue de sus predecesores. En el caso de Zimbawe, la política de Obama es idéntica a la de George Bush. Inmediatamente después de asumir el poder, Obama extendió la orden ejecutiva de Bush de sanciones contra Zimbawe. Éstas son sanciones peculiares, en el sentido de que hablan concretamente de Mugabe y otros miembros específicos de su gobierno y círculos políticos. Esto, por supuesto, no es diplomacia se mire como se mire. Más bien es la política del cambio de régimen, a través de la cual EEUU busca moldear los gobiernos extranjeros a su propio gusto. Obama ha llevado esta mutilación imperial de la diplomacia un paso más allá, dándole un auditorio y un regalo de 75 millones de dólares a una mitad del Gobierno de Unidad de Zimbawe, mientras que denuncia y prácticamente pone fuera de la ley a la otra mitad, Robert Mugabe.
«Actuando como un conducto para el dinero de EEUU, Tsvangirai se convierte en un simple agente de los estadounidenses.»
Para los EEUU, la doctrina de la no interferencia en los asuntos internos de otras naciones no existe. No es que esta sea una noticia para nadie sobre el planeta. La arrogancia es a EEUU lo que el mal olor es a la mofeta. Pero este comportamiento tiene consecuencias que pueden redundar en detrimento del zimbawense favorito de EEUU, Morgan Tsvangirai. Actuando como un conducto para el dinero de EEUU, Tsvangirai se convierte en un simple agente de los estadounidenses. Regodeándose con el brillo de la Oficina Oval, se alinea a sí mismo con los poderes extranjeros que amenazan con seguir torturando a Zimbawe hasta que en el país surja un gobierno del gusto de los estadounidenses.
Los africanos que no tienen ningún sentido del auto-respeto puede que decidan que Morgan Tsvangirai es su hombre, puesto que trae el dinero americano, aunque con continuas condiciones. Pero aquellos africanos, en Zimbawe y en otras partes, que luchan por alcanzar la independencia y autodeterminación verán a Tsvangirai y los de su clase como bufones del imperialismo – oponentes de la dignidad africana y el concepto mismo de nación.
El Presidente Obama es un imperialista militante. Solo el más arrogante gran señor anunciaría, como hizo Obama tras la visita de Tsvangirai, que, en su opinión, «el Presidente Mugabe no ha actuado….en el mejor interés del pueblo de zimbawense.» ¿Quién es él para decir esto? No es el lugar de un presidente estadounidense hacer tales juicios públicos sobre los gobiernos de otros. Tras eso Obama despidió a Tsvangirai con una propina de 75 millones de dólares, como a un buen chico. Quizás deberíamos llamar al presidente «Bwana Obama.» Se toma la Carga del Hombre Blanco (1) muy en serio.
Notas
(1) Alude al poema de Rudyard Kipling, publicado en 1899, The White’s Man Burden, que exhorta al hombre blanco a colonizar otras naciones en su propio beneficio (las gentes y las mercancías así empleadas serían referenciadas por el sustantivo carga del título del poema), advirtiendo a la vez de los costes implicados en el proceso. Desde entonces, la expresión se usa para justificar el imperialismo como una empresa noble.
Jesus Maria y Mariola Garcia Pedrajas son colaboradores de Rebelión. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a los traductores y la fuente.
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