Cuentan que en 1988 el refugiado iraní Mehran Karimi Nasseri perdió su pasaporte en un tren de París cuando se disponía a tomar un avión hacia Londres. Y cuentan también que cuando llegó indocumentado al aeropuerto de Heathrow, las autoridades británicas lo devolvieron al aeropuerto Charles de Gaulle, donde Nasseri tampoco fue capaz de demostrar […]
Cuentan que en 1988 el refugiado iraní Mehran Karimi Nasseri perdió su pasaporte en un tren de París cuando se disponía a tomar un avión hacia Londres. Y cuentan también que cuando llegó indocumentado al aeropuerto de Heathrow, las autoridades británicas lo devolvieron al aeropuerto Charles de Gaulle, donde Nasseri tampoco fue capaz de demostrar su identidad y quedó retenido por intentar entrar ilegalmente en Francia. Mientras las autoridades internacionales deliberaban infinitamente sobre su custodia, la Terminal 1 fue acostumbrándose al nuevo inquilino. Vivió en aquel aeropuerto durante dieciocho años.
La activista saharaui Aminatou Haidar vive desde el sábado en el aeropuerto de Lanzarote. Es el destino que la policía marroquí ha elegido para ella después de arrestarla en El Aaiún, sustraerle su pasaporte y embarcarla forzosamente en un avión de Canary Fly. Ahora Haidar sólo quiere regresar a su casa en los territorios ocupados del Sahara Occidental, pero para abandonar el país, el Gobierno español le exige el pasaporte que le ha robado Marruecos. Es decir, que el Reino de España no tiene problemas para expulsar a 31.527 inmigrantes sin papeles en los últimos tres años pero no quiere permitir la repatriación de una persona que ha aterrizado en suelo español contra su voluntad. La condescendencia española con las travesuras marroquíes no desaparecerá mientras Marruecos siga siendo para España uno de los principales destinos de exportación de material de defensa.
Aminatou Haidar ha interpuesto una denuncia y ha iniciado una huelga de hambre. Tiene el cuerpo cansado de los casi cuatro años que permaneció encerrada con los ojos vendados en la cárcel negra de El Aaiún o de las hostias que le clavó la policía en la Avenida Smara durante una manifestación, pero su esperanza es irreductible. Poco importa que la Guardia Civil haya forzado un desalojo violento del aeropuerto o que un ente público como Aena pretenda llevar ante los tribunales a esta reconocida defensora de los derechos humanos acusándola de alteración del orden público y allanamiento de morada.
El aeropuerto de Lanzarote se ha convertido para ella en esa tierra de nadie adonde van a parar las personas que ninguna autoridad admite. Igual que la Terminal 1 del aeropuerto Charles de Gaulle para Mehran Karimi Nasseri. Igual que el desierto argelino para los miles de saharauis expulsados de su tierra a golpe de napalm y fósforo blanco, mujeres y hombres que sobreviven levantando campamentos de arena a los que han bautizado con los nombres de las ciudades que les fueron usurpadas. El Aaiún. Smara. Auserd. Dajla.
Para los esforzados actores del guiñol democrático marroquí, Aminatou Haidar es una traidora que tiene el descaro de ejercer la libertad que generosamente le ha sido concedida. Ya lo dijo el rey Mohamed VI en su discurso conmemorativo de la Marcha Verde: en Marruecos sólo se puede ser patriota o traidor. Claro que, si alguien se toma la molestia de examinar las raquíticas libertades que promueve la dinastía alauí o la persecución a la que somete a la disidencia saharaui, es fácil llegar a la conclusión de que en Marruecos, la traición es la forma más noble de patriotismo.
Fuente: http://bilbaobilonia.net/
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