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Prácticas fascistas en la millor botiga del món

La guardia municipal barcelonesa ataca a las prostitutas

Fuentes: Rebelión

Magda Bandera, una excelente periodista de Público [1], fue testigo de los hechos. Tarde de 15 de julio de 2010, 16:50 horas, un calle del Raval barcelonés, en el centro de la ciudad. Una patrulla de la guardia municipal roció con gas irritante a un grupo de mujeres, la mayoría rumanas, que esperaban clientes en […]

Magda Bandera, una excelente periodista de Público [1], fue testigo de los hechos.

Tarde de 15 de julio de 2010, 16:50 horas, un calle del Raval barcelonés, en el centro de la ciudad. Una patrulla de la guardia municipal roció con gas irritante a un grupo de mujeres, la mayoría rumanas, que esperaban clientes en la calle Sant Ramon. El gas se lanzó desde la ventanilla de la furgoneta de la guardia municipal y afectó también a clientes de una tienda próxima y a viandantes.

El alcalde Hereu quiere que los guardias municipales mantengan la presión contra las mujeres que ejercen la prostitución en la calle. No estoy diciendo ni quiero decir que la Alcaldía permita o aliente todo tipo de procedimientos para alcanzar ese objetivo pero sí digo que con esa aspiración torpe, tan poco radical, en el sentido de alejarse de la raíz del problema, y en el fondo tan conservadora, y acaso tan electoral, se está atacando al sector más desprotegido, a mujeres pobres y empobrecidas que en numerosos ocasiones han sido llevadas, engañadas y obligadas a la prostitución. Los jefes y los jóvenes y dinámicos emprendedores que mueven estos hilos de negocios y los proxenetas de las prostitutas no son molestados. Que se sepa no están en la diana de ninguna actuación municipal.

Algunas prostitutas que salieron corriendo tras el ataque con lágrimas en los ojos comentaron a la periodista de Público que no era la primera vez, que pasaba de tanto en tanto, que también les habían lanzado petardos. Dos guardias municipales se mantuvieron en silencio cuando se les preguntó si habían visto la actuación de sus compañeros. Habían sido testigos; no tenían nada que decir. El resto, para ellos, era el silencio.

Fuentes del ayuntamiento de Barcelona han afirmado que el uso de sprays no es habitual (¡qué tranquilidad don Pascual!) y que se abrirá un expediente informativo para recoger la máxima información sobre lo sucedido (¡qué energía!). Si se confirma lo sucedido, aseguran, se abrirá un expediente sancionador a los agentes implicados (¡veremos en qué queda esa declaración de buenas intenciones!).

Caben, en todo caso, algunas preguntas. ¿Guardias municipales, una patrulla, que actúa por su cuenta y libre y estúpida voluntad rociando con gas y lanzando petardos cuando les viene en gana? ¿Sin ningún control jerárquico? ¿Sin una atmósfera en el cuerpo que les dé cobijo y aliento y que desatienda críticas vecinales? ¿No habrá acaso ningún responsable municipal, técnico o político, de tal o cual jerarquía, que abone esa línea de actuación? ¿Cuáles son las implicaciones de un programa municipal, el del señor Hereu del PSC, cuando habla de aumentar la presión contra la prostitución en las calles barcelonesas? ¿De qué se trata, de desplazarlas del centro de la ciudad, del centro de compras de la millor botiga del món, para que éste no pierda su delicado semblante y su diseño impoluto y postmoderno? ¿Ha pensado alguien y en algún momento en el municipio barcelonés en la situación humana de esas mujeres? ¿Un gobierno municipal con mínima sensibilidad de izquierdas no debería depositar su mirada también en ese nudo? ¿O las prostitutas pobres no cuentan en sus cuentas?

Magda Bandera habla en su crónica de métodos poco ortodoxos contra las prostitutas. No son métodos heterodoxos o poco ortodoxos. No, son métodos fascistas o fascistoides y quienes los practican, deciden y organizan cultivan esa senda infame: ¡dar caña al débil y dejar tranquilo y satisfecho al poderoso!

Nota

[1] Magda Bandera, «Mètodes poc ortodoxos contra les prostitutes». Público, 16 de julio (edición catalana), pp. 1-2.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.