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Crónica desde el campamento Gdeim Izik

«Casas» versus «dignidad»

Fuentes: Guin Guin Bali

En el campamento de Gdeim Izik no hay antenas ni electricidad, pero las noticias vuelan. La información difundida este lunes por el Gobierno marroquí ha caido como una bomba. Imágenes de saharauis aceptando terrenos para construir viviendas han provocado una movilización que no ha conseguido frenar la tormenta de arena. Una movilización que ha acabado […]

En el campamento de Gdeim Izik no hay antenas ni electricidad, pero las noticias vuelan. La información difundida este lunes por el Gobierno marroquí ha caido como una bomba. Imágenes de saharauis aceptando terrenos para construir viviendas han provocado una movilización que no ha conseguido frenar la tormenta de arena. Una movilización que ha acabado en fiesta

Marruecos difundió, mediante la agencia de noticias nacional, la MAP, que ya habría repartido hasta 600 lotes para construir futuras casas, siguiendo un patrón marcado por la sociedad civil y los gobernantes bajo la administración marroquí de El Aaiún. Las viudas, dicen, han sido su prioridad. Los lotes de vivienda, según publicitaron hoy a todo el país, estará acompañado de un crédito para la construcción de una vivienda. Estas medidas se irán expandiendo a más colectivos sociales saharauis, dicen. Incluso se ha hablado de una paga mensual.

«Su máquina de propaganda es muy poderosa. Nos preocupa la influencia que pueda tener en nuestra gente», reflexiona Ahmed, miembro del Comité de comunicación de Gdeim Izik. Los telediarios de Marruecos daban imágenes de saharauis recibiendo terrenos y el Gobierno anunciaba que se estaba desmantelando el campamento. El comité organizador jura, por su parte, que ninguno de los que aparece en las imágenes ha estado nunca en la protesta que se lleva a cabo en las inmediaciones de El Aaiún.

Y lo cierto es que la tarde de este lunes han vuelto a ser miles los que se han congregado en su interior para escuchar a algunos de los líderes altavoz en mano: «Luchen, resistan, aguanten». «Si su información fuera cierta, ¿por qué no dejan entrar a la prensa para comprobarlo?», decían. En el interior del campamento, los trabajadores de Fos Bucraá, que han regresado para transmitir su apoyo, continúan animando a las masas: «No vamos a quitar la piel de la cabra sólo hasta el cuello», les han dicho, o lo que es lo mismo, no se conforman con migajas. Ayer, de hecho, ya dejaron claro que quién quiera hacer reclamaciones políticas está en su derecho de hacerlo. Se van abriendo las compuertas a una nueva etapa, cuya meta la gran mayoría resume en una palabra: libertad.

El comité organizador, eso sí, sólo puede reclamar cuestiones sociales y en la última conversación se negaron a continuar hasta que se levante el bloqueo. El fin de semana, según ha trascendido, de hecho, se bloqueó la entrada a quince activistas. «Pero no os preocupéis, en los próximos días van a llegar muchas delegaciones del extranjero, tenemos apoyo en el exterior», se gritaba desde el púlpito. «Se trata de que la gente conozca la situación, que sepa que los próximos días hay que tener cuidado con lo que oigan», dice Ahmed. El altavoz pasa a manos de dos cantantes y la arenga torna en fiesta. Aplausos, bailes y melfas al viento. Ahmed está contento: «El ánimo está alto».

Fuente: http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=specials&task=view_special_new&cat=3&id=1058