Todas las naciones africanas excepto Liberia han rehusado hasta ahora los requerimientos de EEUU para establecer el cuartel general del Mando para África de EEUU en suelo africano. Pero «AFRICOM continuará probablemente socavando la resistencia de África a través de proyectos como el Programa de Colaboración de la Guardia Nacional» con ejércitos africanos. «La resistencia […]
Todas las naciones africanas excepto Liberia han rehusado hasta ahora los requerimientos de EEUU para establecer el cuartel general del Mando para África de EEUU en suelo africano. Pero «AFRICOM continuará probablemente socavando la resistencia de África a través de proyectos como el Programa de Colaboración de la Guardia Nacional» con ejércitos africanos. «La resistencia de las masas debe producirse también en EEUU,» si se quiere evitar que vaya más lejos la penetración por parte de EEUU y la militarización de África.
«El compromiso continuado de África para mantenerse firme contra el establecimiento de un cuartel general del AFRICOM en el continente es una victoria minusvalorada»
Cuando la Administración Bush creó el Mando de EEUU para África (AFRICOM) para proteger los intereses estratégicos y del petróleo de EEUU, recibió un portazo en las narices de todos los países africanos excepto Liberia. Afortunadamente, AFRICOM no aceptó nunca el ofrecimiento de Liberia para establecer su cuartel general allí, y el mando militar se ha establecido, por defecto, en Stuttgart, Alemania.
Aunque AFRICOM ha insinuado que podría renovar sus esfuerzos para establecer su base en África, el Washington Post citó las declaraciones de un miembro del Consejo de Asesores de AFRICOM, en las que decía que las posibilidades de que esto ocurra en realidad son muy bajas. Sus palabras fueron: «Yo, personalmente, las pondría entre escasas y ninguna.» No es un misterio el porqué. El Washington Post citó también las palabras del director de inteligencia de Marruecos: «Los países africanos lo ven (al AFRICOM) como un riesgo. Ha quedado bastante claro que nadie quiere la presencia de ningún ejército extranjero, especialmente de los EEUU, en ningún lugar de África.»
El compromiso continuado de África para mantenerse firme contra el establecimiento de un cuartel general del AFRICOM en el continente es una victoria minusvalorada. Si África no ha aprendido de esta experiencia que el imperialismo puede ser derrotado hasta cierto punto simplemente no cooperando con él, debería hacerlo. La lección, ciertamente, no ha sido pasada por alto por otros.
En su libro, La doctrina del shock, Naomi Klein escribió:
«Los gobiernos de Venezuela, Costa Rica, Argentina y Uruguay han anunciado que no volverán a mandar estudiantes a la Escuela de las Américas – el infame centro de entrenamiento policial y militar en Fort Benning, Georgia, donde tantos de los asesinos más notorios del continente aprendieron lo último en técnicas de ‘contraterrorismo’, para luego usarlo contra los campesinos en El Salvador o los trabajadores del automóvil en Argentina. Bolivia está intentando cortar sus lazos con la escuela, así como Ecuador.»
«Los gobiernos africanos deben simplemente no permitir que sus soldados participen en los programas de entrenamiento del AFRICOM»
Programas como el de Asistencia y Entrenamiento en Operaciones de Contingencia de África (ACOTA, por sus siglas en inglés), la Estación de Colaboración de África y el Programa Internacional de Entrenamiento y Educación Militar son todos programas del AFRICOM que proporcionan a los soldados africanos entrenamiento ideológico y militar, y no es descabellado temer que acaben convirtiéndose en una especie de «Escuela de las Américas» para África. Desafortunadamente, bastantes países africanos no han dudado en ofrecer sus tropas, y haciéndolo han ilustrado claramente otra lección que África podría aprender de las fuerzas progresistas en América Central y del Sur. Y es que la resistencia a las iniciativas imperialistas no puede dejarse a los gobiernos.
En su libro, Naomi Klein escribió:
«[Los movimientos de masas en Latinoamérica están] menos centralizados que en los sesenta, haciendo más difícil desmovilizar los movimientos completos con la eliminación de unos pocos líderes. A pesar del abrumador culto a la personalidad que rodea a [Hugo] Chávez, y sus movimientos para centralizar el poder a nivel estatal, las redes progresistas en Venezuela son, al mismo tiempo, fuertemente descentralizadas, con el poder disperso entre las bases y al nivel de la comunidad, a través de miles de consejos vecinales y cooperativas. En Bolivia, los movimientos populares indígenas que han llevado a la presidencia a [Evo] Morales funcionan de manera similar y han dejado claro que Morales no cuenta con su apoyo incondicional…»
«Si los líderes de los gobiernos de África quieren evitar la militarización de su continente deben seguir el ejemplo de sus homólogos progresistas en América Central y del Sur.»
No hay nunca garantías de que un movimiento de masas vaya a tener éxito al ejercer presión sobre un gobierno africano para que tome la arriesgada decisión de decir «no, gracias» a EEUU, en respuesta a una invitación para participar en un proyecto del AFRICOM. De todos modos, un movimiento de masas tiene el potencial para establecer un clima y un consenso entre las bases, en el sentido de que los jóvenes, hombres y mujeres, de un país deben, individualmente, resistirse a realizar el servicio militar si eso significa la participación, directa o indirecta, en proyectos del AFRICOM.
Los movimientos de resistencia de masas tienen que tener también lugar en EEUU porque, hace tan sólo algunos meses, representantes de alto nivel del AFRICOM y otros organismos viajaron a Liberia para establecer una «colaboración» entre el ejército del país del África Occidental y la Guardia Nacional de Michigan. Los afroamericanos y el resto del pueblo de Michigan (y los de los otros siete estados que se han unido a las «colaboraciones» del AFRICOM) tienen no sólo el derecho sino la obligación de resistirse al uso de las tropas de su Guardia Nacional como peones del AFRICOM. En el caso de Michigan esa resistencia no debería ser sólo por el bien de la independencia africana sino también por el gran número de afroamericanos sin trabajo y azotados por la pobreza en Detroit, Flint, Benton Harbor y en todo el estado que necesitan un subsidio, pero que nunca tendrán uno porque tantísimo dinero se usa para alimentar un voraz presupuesto militar.
Es improbable que el AFRICOM pueda montar su campamento pronto. Es más probable que siga socavando la resistencia de África a través de proyectos como el programa de colaboración con la Guardia Nacional y con estrategias diseñadas para poner un rostro más humano a lo que muchos africanos ven ahora como un monstruo militar de EEUU, grande y aterrador. Esto significa que mantenerse fuertes contra el AFRICOM es lo más importante. La incapacidad del AFRICOM para establecer su cuartel general en África ha mostrado vulnerabilidad de éste, y sirve en bandeja de plata las estrategias que deben ser adoptadas para derrotarlo.
Mark P. Fancher coordina la Conferencia Nacional de Abogados Negros como fuerza de choque contra el AFRICOM. Es también el autor del libro «Todavía no estoy cansado». Puede ser contactado en [email protected].
Artículo original: http://www.blackagendareport.