[El viento revolucionario que ha barrido los países del Africa del Norte y del Medio Oriente ha animado el interés de la izquierda por esta región. Los términos «mundo árabe», «región árabe» o incluso «revolución árabe», corrientemente utilizados, tienen el defecto de estar basados en la etnicidad. Sin embargo, como advierte Hareb Khelifa, en esos […]
[El viento revolucionario que ha barrido los países del Africa del Norte y del Medio Oriente ha animado el interés de la izquierda por esta región. Los términos «mundo árabe», «región árabe» o incluso «revolución árabe», corrientemente utilizados, tienen el defecto de estar basados en la etnicidad. Sin embargo, como advierte Hareb Khelifa, en esos países cuya lengua dominante es el árabe, numerosos pueblos minoritarios han sufrido la opresión de las dictaduras. Los levantamientos de masas y el derrocamiento de gobiernos marcan el fin de un ciclo político abierto por el nacionalismo árabe en los años 1950. Para asentar su poder, este nacionalismo burgués se basó en la imposición de una lengua (el árabe clásico) y de una religión (el islam), en detrimento de la emancipación de las clases populares y sobre todo a costa de pueblos no árabes, como los bereberes. Publicamos este texto que recuerda el combate del pueblo bereber en Argelia, pues es necesario tener presente la situación de los pueblos oprimidos bajo los regímenes dictatoriales de África del Norte, hoy en plena crisis. La Gauche ].
Aunque el árabe sea la lengua mayoritaria en los países del África del Norte, millones de bereberes, como yo, continúan hablando su lengua bereber (tamazight), cada vez en mayor retroceso, resistiendo así finalmente a su desaparición programada. La lucha por el reconocimiento de la cultura bereber en Argelia o en África del Norte es primordial. Esta cultura está vejada por una ideología oficial, tallada y preconizada por los regímenes dictatoriales, que optaron tras las independencias por la política de arabización de las poblaciones autóctonas (en su mayor parte bereberes), para quienes la lengua árabe inicialmente era una lengua extranjera. Hay que saber que el proceso de arabización fue emprendido en esta región hace siglos. Se ha acentuado tras las independencias, pues esta arabización fue impuesta por dictaduras nacionalistas, panarabistas y estalinistas, con el falaz pretexto de una descolonización cultural y lingüística. Este bloque árabe, o también el «mundo árabe», es una invención de Nasser en Egipto, de Assad en Siria, de Gadafi en Libia, de Bumendian en Argelia. El mundo árabe es una máquina política neocolonial prefabricada que no hace sino perpetuar nuestra alienación, nuestra sumisión. Hoy que esos regímenes están desacreditados y empujados a su salida por sus pueblos, la renovación democrática impone romper con las políticas e ideologías de esos regímenes. En el caso contrario, toda herencia hará seguir con las mismas tonterías cometidas en el pasado (represión, humillación, sumisión, alienación, injusticia).
Continuar, pues, ahogando a las poblaciones bereberes en ese bloque árabe y presentarlas bajo la apelación de «árabe» es dar pruebas de persistencia en un orden, en un pensamiento, hoy caduco. Incluso en el seno de la lengua árabe, es oportuno hacer una distinción entre el árabe dialectal (el argelino, el marroquí) y el árabe clásico, literario. Si el primero es la lengua efectivamente practicada por la mayoría de las poblaciones argelina y marroquí, que debe su existencia a esa misma práctica, el segundo en cambio está impuesto a esas poblaciones en la escuela, en los medios y en el discurso oficial de los gobernantes. La política oficial en Argelia particularmente ha hecho del árabe dialectal y del bereber (hombre, cultura y lengua) objetos depreciados, desvalorizados, híbridos y arcaicos, para promover en contrapartida el árabe clásico, la lengua pura y sagrada (la del Corán). Esta promoción es realizada con el objetivo de insertarse en el bloque ideológico arabo-islámico transnacional (la Oumma al arabiya) de la que el árabe y el islam son los únicos elementos que definen la identidad del conjunto de los países que se extiende del Medio Oriente al Atlántico, incluso si esto traiciona las realidades locales y nacionales. Así, hoy, hablar en lengua árabe no significa que se sea árabe o agente al servicio del poder, como ocurría con esos argelinos que hablaban perfectamente el francés (durante la colonización) y que, a pesar de su perfecto dominio de esa lengua, han sido designados siempre como indígenas, musulmanes, árabes, africanos del Norte, bougnouls, … pero jamás franceses. El habitante del África del Norte, no es exclusivamente árabe. Persistir en decirlo, es persistir en la negación identitaria y hacer abstracción de trozos enteros de la historia de esta región. Como Kateb que hablaba a los franceses en francés para decirles que no era francés, hablo, escribo en árabe para decir a los árabes que no soy árabe.
Un poco de historia
En 1949, el programa del PPA (Partido del Pueblo Argelino, independentista), que no aceptaba en su definición de la personalidad argelina sino los elementos árabe y musulmán, suscitó una crisis sin precedentes en los anales de la historia argelina. En efecto, militantes berebero-marxistas, rechazando una definición étnica y religiosa de la futura Argelia y rechazando una tal restricción de la identidad nacional, se reagruparon en torno a la idea de la Argelia argelina, la que tomará en consideración el conjunto de la identidad argelina, en sus diversas dimensiones y componentes. La respuesta de la instancia dirigente del PPA fue inapelable. Tachados de bereberistas, de agentes a sueldo de la Francia colonial, aquellos militantes fueron expulsados y algunos directamente asesinados. En 1963, un año después de la independencia, estalló una revuelta. Fue dirigida por el Frente de Fuerzas Socialistas, un partido de izquierda que rechazó la dictadura y la apropiación del poder por un grupo de jefes de guerra autoproclamados. Entre las causas del conflicto, se encuentra la negación identitaria que se caracteriza por el rechazo de la lengua y la cultura bereber y la confiscación por los golpistas de la independencia argelina por la que la Kabila (región bereberófona) pagó un pesado tributo. La guerra fratricida que estalló se saldó con la muerte de más de 400 kabileños (bereberes), todos antiguos combatientes del FLN contra el ejército colonial. En 1980, la ausencia de libertades (individuales y colectivas) y la feroz represión ejercida por el poder suscitan la protesta popular. Tras la prohibición de una conferencia sobre los poemas bereberes antiguos, toda la Kabila se levanta. La protesta, que parte de la universidad de Tizi Ouzou, es realizada por miles de estudiantes y afecta a toda la Kabila y a Argel, sacude seriamente el poder y quebranta el dogma del pensamiento único. ¡Es la primavera bereber! Ahí también, la reivindicación identitaria y lingüística es la piedra angular del movimiento de protesta. La represión, una vez más, es atroz: centenares de heridos y torturados, una veintena de estudiantes y militantes bereberistas encarcelados, la mayor parte de los cuales pertenece al movimiento de extrema izquierda llamado GCR (Grupo Comunista Revolucionario, el PST tras la apertura democrática de 1988). Son además tachados de regionalistas, ateos, elementos a sueldo de las potencias extranjeras… Luego, en 2001, diez años antes del actual viento de libertad que sopla en los países vecinos, la Kabila, como consecuencia del asesinato de un joven bachiller en una comisaría, conoce un verdadero levantamiento popular, desgraciadamente contenido en esta región por el poder represivo. Similar a las revoluciones que viven los países de África del Norte y del Medio oriente en estos momentos, el movimiento se levanta contra la negación identitaria, la injusticia social y la represión. El balance es de nuevo macabro para los kabileños: 127 jóvenes caen víctimas de las balas asesinas de las fuerzas de represión.
La resistencia continúa
Como se ha constatado, la lucha por el tamazight se hace en condiciones difíciles y a menudo peligrosas, pero se realiza de forma continua. Es en esta lucha por el tamazight como mis compañeros y yo hemos aprendido el abc del militantismo. El combate por nuestra lengua y la cultura bereber, que se ha asociado siempre a las reivindicaciones democráticas y sociales (derechos y libertades individuales y colectivos, justicia social), nos ha hecho pronto tomar conciencia de los crímenes de un poder dictatorial y de su ideología cínica, cuyo objetivo es si no borrar la identidad, al menos la alienación cultural y lingüística. El árabe defendido por los gobiernos de los países del África del Norte, instrumento de islamización y de adoctrinamiento de las poblaciones, es un arma ideológica temible, más aún para las minorías lingüísticas y étnicas como la minoría bereber. El Movimiento Cultural Bereber que es una organización de masas horizontal, ha militado y sigue militando por el reconocimiento oficial de la identidad amazigh (bereber) en todas sus dimensiones. Este MCB ha sido siempre la reserva de militantes de extrema izquierda (trotskistas) que por otra parte han asociado siempre el combate por la causa amazigh a las reivindicaciones sociales de las masas, a la vez que continúan reivindicando el cambio radical. Esos militantes han llamado siempre nuestra atención sobre las amalgamas y las confusiones en el seno de los países llamados «árabes», amalgamas que pueden revelarse perversas si se persiste en mantenerlas. Montreal, 29/4/2011
Hareb Khelifa es militante de la Gauche Socialiste, sección de la IV Internacional en Quebec.
Se puede encontrar materiales (fotografías, etc) sobre el mundo bereber en www.amazighwolrd.org
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
Fuente: http://www.vientosur.info/#