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Túnez

Bienvenido a Bardo I, la revolución continúa

Fuentes: Kapitalis

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos


Todavía no es Kasbah I y II, pero Bardo I ya se parece mucho a ellos. Cientos de tunecinos acampan delante del Palacio del Bardo* con tiendas, pancartas, consignas y reivindicaciones… Tiene un aire de déjà vu

A cada uno su reivindicación. Pero todos parecen decididos a quedarse ahí el tiempo que haga falta. Lo esencial para ellos es que se les escuche y que quienes están concibiendo el futuro de Túnez en el seno de la Asamblea Constituyente presten atención a sus reivindicaciones. Aquí no se habla de un solo cambio como ocurrió tras la revolución en Kasbah I y Kasbah II, que desembocaron en la destitución del primer y segundo gobierno de transición de Mohammed Ghannouchi, ex primer ministro de Ben Ali. Hoy, 11 meses después de la revolución (y 38 días después de las primeras elecciones libres y democráticas), todavía hay personas descontentas y una batería de demandas que no pueden esperar.

No soportaría una nueva dictadura

El trabajo es un derecho

En el centro del Bardo la plaza está dividida en zonas por un ejército de agentes del orden. En pequeños círculos o en pequeños corros todo el mundo discute tranquilamente, tanto que no hay encontronazos ni violencia, no hay ni gases lacrimógenos ni tiros al aire para dispersas a la masa.

Sentada ante una mesa delante del ordenador Dalila Msaddek, una militante independiente, observa, con el GSM pegado a la oreja, la sentada desde la víspera. «No, todo va bien. Tenemos bastantes mantas. Unos ciudadanos nos han sacado del apuro», dice al teléfono. Raja Ben Frej, otra militante independiente, dice que no hay que dejar hacer y que mientras haya tiempo es necesario que Ennahdha repase sus ejercicios y no trate de acaparar el premio gordo, en alusión a la propuesta de organización de los poderes provisionales que dan demasiado poder al próximo primer ministro. Las chicas dicen que desde por la mañana han sometido a unos representantes la Asamblea nacional Constituyente una docena de reivindicaciones y que esperan su respuesta.

Las dos militantes

Al lado de un patchwork de tiendas la universitaria Ameur Dhaheri habla con toda tranquilidad de Gafsa y de sus hombres en la historia del país, de la cuenca minera, de los empleos… «Cuando no se tiene hambre, uno puede manifestarse para pedir libertad. Pero cuando se está en la miseria hasta el cuello, se pide pan, techo… y entonces la libertad se vuelve secundaria», dice la universitaria.

Ante su pequeña tienda levantada hace unas horas el joven Mohamed Mabrouk llegó de su Gafsa natal. «Estamos aquí para que haya un reparto igual de nuestras riquezas. Este es el objetivo de nuestra revolución. Estamos en contra de los enemigos de la revolución. La última de nuestras preocupaciones es que el gobierno sea de tendencia islámica, laica, de izquierda o de derecha. Queremos un trabajo. En una palabra, reclamamos nuestro derecho, nuestra dignidad de ciudadano», reclama el diplomado en electrónica.

Las veladas no están contentas

No lejos de ahí las chicas almuerzan: un sándwich, un cornete de palomitas o alguna otra almendra garrapiñada comprada a un vendedor ambulante…

A cada uno su ideología

Entre las tiendas, chicas y chicos tiene ánimos para dar y vender. Sus consignas estampilladas en caliente sobre cartón, pequeñas palabras que expresan el mal que les agobia. «Lo que propone Ennahdha es lo que propuso Ben Ali en 1987. No hemos echado una dictadura para sustituirla por otra de nuevo tipo», cuentan las chicas entre ellas. Mayores y menores están en la misma onda.

Se levantan las tiendas…

En nuestro camino Nizar Kadri blande dos pancartas a la vez. En una se lee: «Una tunecina con o sin niqab es el símbolo del Túnez plural». Y en la otra: «A cada uno su visión, todos libres».

Nizar es antropólogo. Habla como ciudadano del mundo. Según él, hay que aprender a aceptarse los unos a los otros, poco importa el grado de diferencia. «Túnez está viviendo un seísmo extraordinario. Hay que asumir este cambio. La que lleva el niqab va a la universidad, es extraordinario. Hablando lógicamente, no puede parecerse a su hermana de Afganistán o de otra parte», explica Nizar.

Ante él, Fawez Ben Massoud, un estudiante de filosofía, parece el centro del mundo. Suelta todo lo que guarda en el corazón: «Estudiantes sin beca, el restaurante universitario de la Rabta** cerrado, un sistema educativo nulo en el que no se aprende nada y al acabar los estudios se nos corona con un título que no llevará a ningún lado».

En la masa que va aumentando a medida que pasan las horas hay figuras simbólicas. Eminentes profesores universitarios, artistas, personas del mundo de la cultura, militantes de izquierda, de derecha, centro, independientes y otros islamistas. Hamma Hammami, Chokri Belaïd, algunos cepristas de Moncef Marzouki, ettakatolistas como Khalil Zaouia…

Una noche de invierno bajo la tienda

Se discute un tanto fuerte entre los sindicalistas de la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT) y un grupo de jóvenes. Todo el mundo parece nervioso. La discusión se va poniendo, cuando menos, fea. «Venga, chicos, calma. No estamos en contra de la UGTT, pero quienes están en la central con su parte de abusos violentos tienen que largarse», interviene un sabio de cierta edad. A derecha, a izquierda, ahí donde se gire la cabeza, el debate tiene un cierto nivel. Discusiones que a menudo dan vueltas sobre los mismos temas: la libertad, la dignidad, el trabajo… Pero no hay intrusos para crear problemas.

Chicas en niqab, chicos de la misma familia salafista… y jóvenes de su edad se odian cortésmente, se hablan sin que ni uno ni otro avance o cambie de opinión. Acaban por marcharse, los pequeños círculos se deshilachan poco a poco y cada uno está más seguro que nunca de su postura.

Pegadas contra la reja del Palacio del Bardo, entre las plantas trepadoras y los matorrales, las chicas se ocupan de la pila de colchones de gomaespuma. Por su parte, los chicos llegan con mantas de lana, las desenvuelven y se preparan para pasar la noche. «Ya están en camino, ¡ya está! ¡genial!», lanza un joven estudiante que anuncia a sus compañeros que los autobuses acaban de salir de Sousse, Monastir, Gafsa, Bouârada… para unirse a la sentada de Bardo I. Hay mucho ambiente en perspectiva…

NOTAS

* El Palacio del Bardo de la capital tunecina es la sede de la Asamblea Constituyente (N. de la T.).

** La Rabta es un barrio de Túnez, donde se encuentra parte del campus universitario. (N de la T.).

Fuente: http://www.kapitalis.com/fokus/62-national/7101-tunisie-bienvenue-a-bardo-i-la-revolution-continue-.html