Jairo Vargas

Artículos

Migrantes en Libia

No dejar a nadie atrás. Un mantra que se nos repitió a todas horas, a través de todos los canales, desde que el coronavirus nos encerró en casa hace ya un año. A quien la tuviera, claro.

Pese al repetido discurso institucional sobre las bondades de la una migración regulada, la dificultad para conseguir visados obliga a la población africana a jugarse la vida en el mar a pesar de la evidente necesidad de mano de obra no cualificada.

Pese a las presiones internas, Marlaska mantiene su negativa a derivar migrantes a la península. Mientras, Migraciones prepara campamentos en terrenos cedidos para reubicar a las miles de personas que están acogidas en hoteles de las islas. Ayer, Interior hizo lo propio para aliviar el muelle de Arguineguín. La prioridad del Gobierno ahora es frenar las salidas desde costas africanas e impulsar las deportaciones para evitar que lleguen al continente europeo.

Estreno del documental 'Después de las ocho', 20 años del estallido racista de El Ejido

Después de las ocho es la hora en la que los trabajadores de los invernaderos de El Ejido (Almería) terminan una maratoniana jornada que linda con la explotación. En bicicletas, muchos de ellos recorren los márgenes de las carreteras que comunican el mar de plástico que abastece de verdura barata a Europa con el lugar donde ellos sobreviven, chabolas de palés y cartones. Poco a poco, cruzan otra frontera, de la explotación a la esclavitud. Son presos de un sistema económico, el agroalimentario, del que no escapa nadie, pero que sustentan ellos, con sus manos encalladas, su piel abrasada por pesticidas y su sudor exprimido por el calor de los hornos donde crece el alimento de medio continente.

Más de 8.000 migrantes han llegado a las islas en lo que va de año, casi un 700% más que el anterior. Mientras los números se parecen cada vez a los de la crisis de 2006, Interior bloquea los traslados a la península y Migraciones sigue sin desplegar una red estable de acogida. Los hoteles, vacíos por la pandemia, sirven de albergue temporal mientras la tensión social y política aumenta cada día.

Refugiadas en la isla-cárcel de Lesbos

Siete jóvenes afganas abren las puertas de su casa en Mitilene para relatar de primera mano cómo era vivir en el calcinado campo de Moria, las consecuencias de una tortura sistémica tras llegar a Europa y la falta de horizontes y expectativas tras más de un año atrapadas en la isla griega. «No sé si tiene sentido contarlo una y otra vez. Vemos que no cambia nada», dicen.

Regularización de migrantes: una necesidad, una oportunidad

Entrevista a la defensora de derechos humanos y experta en migraciones Helena Maleno

Entrevista a Óscar Camps, fundador y director de Open Arms

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