Parlamentarios libios, embajadores, activistas por los derechos humanos, kurdos de Turquía, tuaregs de Azawad, coptos de Egipto, samis de Finlandia, árabes de Irán y de Israel… En conversación telefónica, el presidente del Congreso Mundial Amazigh asegura que todos asistieron a la última y multitudinaria conferencia amazigh celebrada el pasado 12 de enero en Trípoli. Ben […]
Parlamentarios libios, embajadores, activistas por los derechos humanos, kurdos de Turquía, tuaregs de Azawad, coptos de Egipto, samis de Finlandia, árabes de Irán y de Israel… En conversación telefónica, el presidente del Congreso Mundial Amazigh asegura que todos asistieron a la última y multitudinaria conferencia amazigh celebrada el pasado 12 de enero en Trípoli. Ben Khalifa espera que el Gobierno libio «tome nota» de cara a la redacción de la nueva Constitución libia a la vez que radiografía a un pueblo milenario que hunde sus raíces entre las orillas del Atlántico y las del Nilo.
¿Fue la última conferencia amazigh una demostración de fuerza ante la Constitución libia en ciernes?
El problema es que nadie tiene una idea clara en torno a cuál es la Constitución que busca el pueblo libio por lo que ni siquiera se ha constituido la comisión encargada de redactarla. Tenía que haberse puesto en marcha tras las elecciones parlamentarias, con lo que llevamos más de seis meses de retraso. Seguimos insistiendo en que el objetivo final de nuestra revolución ha de ser una Constitución moderna y secular pero las disputas locales tribales siguen prevaleciendo en muchas partes de Libia. Todos luchan por ser más que el vecino, por quién será primer ministro; si ello favorecerá a Zintán, a Misrata… Nuestra lengua, el tamazight, ya se enseña en nuestras escuelas y no estamos dispuestos a perder todo este tiempo solo porque una parte del pueblo libio no esté preparada. Hemos decidido no esperar
¿Se dan las condiciones idóneas de estabilidad en el país para ello?
La situación en Trípoli ha cambiado mucho y las milicias que intimidaban a la población son ahora mucho menos visibles. Podríamos decir que se han convertido en algo parecido a la mafia y no pasa un día sin que alguien sea asesinado en éste o aquel barrio. No se puede criticar a las milicias en la TV, en la radio o en internet porque te buscan y te matan. En Trípoli, Bengasi, Darna, etc, la violencia es mucho más sofisticada que durante los meses tras el final de la guerra. Afortunadamente, la situación en las regiones amazigh como Zwara -al noroeste del país- o la cordillera de Nafusa es mucho más favorable, incluso a niveles de criminalidad local.
¿Cómo define las principales señas de identidad amazigh?
Cuando hablamos de identidad partimos desde algo tan elemental como un hombre que vive sobre una tierra. El mismo topónimo «Libia» existía ya siglos antes del nacimiento de Cristo pero en ningún momento hablamos de una identidad racial. Entre nosotros hay gente de piel y ojos claros, como en la Kabilia, e individuos que, obviamente, son de origen subsahariano, pero que se han convertido en amazigh con el tiempo. Compartimos una lengua común, vestimos y comemos de forma similar y estamos dispuestos a defender nuestra tierra. Lo que no haríamos nunca es ir a Arabia Saudí y decir que es tierra amazigh. Países como Turquía e Irán son países igualmente islámicos pero enseguida comprendieron que no eran árabes. Sin embargo, las naciones débiles como los amazighs y los kurdos no supimos hacerles frente y fuimos engañados.
¿Han sucumbido de igual manera los tuaregs del laico MNLA en Azawad?
El MNLA reclama la libertad para Azawad, algo que no tiene nada que ver con la sharia. Si bien Ansar Dine también es un movimiento tuareg, hablamos de un grupo islamista dispuesto a lograr sus objetivos a cualquier precio. El MNLA mantuvo varias reuniones con Ansar Dine para exponer su proyectos y ver si se podía llegar a un objetivo común en Azawad pero el abismo entre ambos grupos era tremendo. El MNLA hablaba de un Estado independiente y moderno y de derechos humanos mientras que Ansar Dine solo veía un gigantesco país islámico, desde Mauritania hasta Pakistán, donde había de regir la sharia. El MNLA cuenta con representantes de todas las familias tuaregs de la zona mientras que Ansar Dine, en el nombre del islam, no respeta ni el tejido social ni el código tribal tuareg. Lo que pasó después es que Ansar Dine empezó a atacar a los civiles en Gao y Tombuctú y destruyó numerosos templos de valor histórico. El MNLA, que no puede aceptar esto, está dispuesto a apoyar a los franceses siempre y cuando las acciones se lleven en contra de los terroristas y de los extranjeros que han entrado en Azawad, pero nunca contra los tuareg. El MNLA ya pidió ayuda logística en su día a París pero la respuesta fue que «Argelia no entendería ese gesto». En cualquier caso, estoy convencido de que Francia acabará pidiendo ayuda al MNLA porque nadie que no conozca el desierto puede moverse en él.
¿Existen otros movimientos independentistas amazigh similares a los tuareg de Azawad?
Los amazigh nunca hablan de independencia porque todo el territorio desde Canarias hasta la orilla derecha del Nilo es nuestro. Personalmente, estoy en contra de la República Arabe Saharaui Democrática porque se trata de un proyecto que hunde sus cimientos en un Estado árabe. Nunca aceptaría un nuevo agente político en el norte de África bajo un nombre árabe y ningún amazigh está dispuesto a dar ni un solo metro cuadrado de su territorio a nadie que no sea norteafricano. Hablamos de movimientos autonomistas o federalistas, como el del Rif en Marruecos o el de la Kabilia en Argelia, algo equiparable al federalismo que pide Bengasi en Libia. Básicamente, se trata de una reacción ante las diferencias sociales y económicas con respecto a la capital, sea ésta Trípoli, Rabat o Argel.
Menciona usted la ribera del Nilo. ¿Hay sitio para los amazigh en el Egipto de Morsi?
Desgraciadamente, la Constitución de Morsi no hace mención a ninguna minoría además de los cristianos coptos por lo que no tenemos razones para sentirnos optimistas. En cualquier caso, los amazigh de Egipto son miembros de pleno derecho del Congreso Mundial Amazigh y el mes que viene voy a visitar el oasis de Sewa y otras zonas del sur de Egipto para inaugurar la primera asociación amazigh de Egipto.
Vivió en Marruecos durante 16 años. ¿Cómo ve el aparentemente creciente reconocimiento del pueblo y la cultura amazigh por parte de Rabat?
El movimiento amazigh en Marruecos es más político que cultural, especialmente entre los estudiantes. Más de la mitad de la población marroquí es amazigh por lo que los cambios son inevitables. En Marruecos se han producido cambios aunque los amazigh y los marroquíes en su conjunto ya han dicho que son insuficientes. Me consta que durante las próximas semanas se van a producir muchas manifestaciones en Rabat. Piense usted en el caso de Mali: hace 30 o 40 años, los tuaregs pedían los derechos más fundamentales. Nadie escuchó sus peticiones y, con el tiempo, estos exigen ya un país independiente como Azawad, a semejanza de lo ocurrido en Sudán del Sur. Rabat no es distinto del resto de los gobiernos del norte de África. Hablamos de regímenes similares que trabajan por su interés, y no por el del pueblo. Sea como fuere, Marruecos, Libia, Argelia… todos temen el creciente sentimiento amazigh. Sin ir más lejos, la última vez que estuve en Sabha -al sur de Libia- coincidí con gente arabófona de edad avanzada que se decían amazighs. «Siempre lo hemos sabido pero nunca hablábamos de ello por miedo a Gadafi», me explicaron.
Muchos amazigh apuestan por el uso del alfabeto latino como elemento «modernizador» en el desarrollo de su lengua, pero Marruecos ha apostado por el neotifinagh -el alfabeto amazigh adaptado-. ¿Cómo lo ve usted?
Países como Turquía sustituyeron el árabe por el latino en el siglo XX mientras que los japoneses siguen fieles a su antiguo alfabeto, a pesar de sus inconvenientes. Yo apostaría por el alfabeto latino y espero que acabemos usándolo en el futuro pero todavía no es el momento. Nuestra situación ahora no se enmarca en una discusión tanto académica como política. Muchos arabistas nos piden que escribamos nuestro idioma en su alfabeto en un intento de controlarnos, así que hemos apostado por nuestro antiguo alfabeto como seña de identidad. Sirve para recordar al mundo que ya estábamos aquí miles de años antes de la llegada de los árabes a pesar de que, a menudo, parezca que se trate de inscripciones más propias de un museo.
Argelia es, según muchos, el «gran desconocido» en la región y, sin embargo, juega un papel determinante en el complejo mapa del norte de África.
Argel ha conseguido imponer su ley no solo entre su pueblo sino que extiende sus tentáculos hacia otros países como Siria, apoyando al régimen de Bashar al Assad en aras de mantener las revueltas lejos de sus fronteras. Argelia apoya también a grupos islamistas en Azawad para evitar un Estado laico amazigh y eso acabará volviéndose en su contra. Además, Argel ha interferido históricamente en todos los países de alrededor: Libia, Marruecos, Níger, Mali… Vemos a Argelia como un elemento peligroso y poderoso porque nadie concibe entrar en conflicto directo con ella. Marruecos, Túnez, Libia… todos sus vecinos la temen y quieren mantenerla a distancia. Pero los recientes acontecimientos en Argelia prueban que el Gobierno no es tan fuerte como aparenta, que no tiene una dirección política y militar sólida. En Libia ocurría lo mismo. Todo el mundo pensaba que el régimen era muy fuerte y acabó cayendo.
identidad
«Entre nosotros hay gente de piel y ojos claros, como en la Kabilia, e individuos que son de origen subsahariano. Compartimos una lengua, vestimos y comemos de forma similar y estamos dispuestos a defender nuestra tierra»
Argelia
«Vemos a Argelia como un elemento peligroso y poderoso porque nadie concibe entrar en conflicto directo con ella. Marruecos, Túnez, Libia… todos sus vecinos la temen y quieren mantenerla a distancia»
Mali
«El MNLA cuenta con representantes de todas las familias tuaregs de la zona mientras que Ansar Dine, en el nombre del islam, no respeta ni el tejido social ni el código tribal tuareg»
El rostro de la disidencia amazigh Reconocido disidente amazigh de Libia, Fathi Ben Khalifa se refugió en Marruecos durante dieciséis años hasta que las presiones de Gadafi sobre Rabat provocaron su exilio a Holanda. Con el inicio de la revolución libia en febrero de 2011, Ben Khalifa reanudó su actividad disidente desde Túnez. Llegó a ser uno de los representantes de la delegación internacional del Consejo Nacional de Transición libio hasta su abandono del mismo en agosto de 2011 por «diferencias insalvables» con el comité rebelde por su enfoque religioso y la falta de reconocimiento del pueblo amazigh. En una conferencia celebrada en Djerba (Túnez), en octubre de 2011, fue elegido presidente del Congreso Mundial Amazigh, un organismo fundado en 1995 que engloba organizaciones de todo el norte de África para la defensa y promoción de las culturas y la identidad amazigh.