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El manuscrito encontrado en Tombuctú

Fuentes: Quilombo

Tal vez algún oficial del ejército francés, de los que tomaron Tombuctú para las tropas malienses, haya entrado en alguna casa polvorienta, abandonada por sus antiguos inquilinos. Antes habría sido ocupada milicianos islamistas árabes o tuareg. De pronto, podría haber advertido, amontonados en el suelo, en un rincón, viejos manuscritos escritos en árabe, o en […]

Tal vez algún oficial del ejército francés, de los que tomaron Tombuctú para las tropas malienses, haya entrado en alguna casa polvorienta, abandonada por sus antiguos inquilinos. Antes habría sido ocupada milicianos islamistas árabes o tuareg. De pronto, podría haber advertido, amontonados en el suelo, en un rincón, viejos manuscritos escritos en árabe, o en alguna lengua africana con aquella caligrafía. No se sabe a ciencia cierta cuántos manuscritos fueron destruidos y robados por los islamistas cuando abandonaron Tombuctú poco antes de que llegaran las tropas francomalienses, pero parece que fueron muchos menos de lo que se había anunciado al principio. Pese los rumores iniciales, el instituto Ahmed Baba no había sido incendiado y la mayor parte de sus manuscritos (unos 28.000) ya habían sido transportados a Bamako en 2012, tras la ocupación de la ciudad por Ansar Dine y sus aliados islamistas. Otros muchos se encuentran precisamente en casas particulares. Este patrimonio es importante porque, entre otras razones, refuta la idea de que las culturas negras africanas fueron exclusivamente orales.

El oficial francés, o el miliciano islamista, tal vez se haya encontrado con un relato que trata de esclavos y mercaderes. Un libro escrito por el alfaquí beréber, de la escuela jurídica maliquí, Ahmed Baba (1556-1627), que da nombre al instituto que los periodistas repitieron sin prestar mucha más atención, y que fue una de las grandes figuras del pensamiento islámico del siglo XVI. Se llama Mi’raj al-su’ud (1614) y constituye una fatua o tratado legal sobre la esclavitud. Pero en realidad era mucho más. Después de la invasión andalusí-marroquí de Tombuctú en 1591 -que entre otras cosas destruyó su preciada biblioteca personal- Ahmed Baba y otros pensadores se exiliaron en Marrakech, donde se encontraron con un discurso más racial que el que había conocido en su ciudad natal. El Mi’raj constituye la primera reflexión por escrito sobre la raza por parte de un autor subsahariano de la que se tiene constancia.

En ese período las escuelas islámicas debatían si los africanos negros tenían o no estatus de esclavo con independencia de que proclamaran su adhesión al Islam; muchos subsaharianos que llegaban a los mercados esclavistas del norte alegaban su fe islámica para reclamar su libertad. Baba respondió a la pregunta sobre la licitud de la esclavitud de determinados grupos étnicos rechazando el carácter natural de la esclavitud («No hay diferencias entre una raza y otra«) y dando primacía al factor religioso. Para Baba la esclavitud solo podía aplicarse a los infieles –quienes se situasen fuera del Islam, ya fueran negros o blancos- capturados en una jihad legítima. Baba realizaba una interpretación restrictiva, pues no todas las guerras cumplían con los requisitos de una guerra justa (por usar el concepto teológico-político cristiano). No lo eran las guerras entre musulmanes, y cuando estas se producían, no podía someterse a esclavitud a otros musulmanes ni a súbditos que se habían sometido a la autoridad de un estado islámico. Aunque apuntara principalmente a las poblaciones negras africanas, los esclavistas árabes también se aprovisionaron de prisioneros cristianos en razias por el Mediterráneo. Por esta razón el Mi’raj establece una clasificación entre tribus islámicas y no islámicas. Baba respondía que, aunque pudiera haber infieles, existía en Bilad al Sudán (África subsahariana occidental) toda una tradición de estados islámicos como los de «Borno, Kano [ambos situados en el norte de la actual Nigeria], Songhay, Katsina, Gobir y Mali«.

La vida de Ahmed Baba transcurrió en un momento crucial en la historia del África subsahariana, entre la caída del imperio songhai y el inicio de la trata esclavista atlántica, en los albores de la modernidad. Su opinión legal, motivada por las reivindicaciones de los propios esclavizados, restringía el campo de aplicación de la institución esclavista, pero sin cuestionarla, por lo que desplazaba el problema, un poco como lo hace hoy el concepto de «ciudadano». La inclusión de unos permitía la exclusión y explotación de otros. Contrariamente a la opinión de Baba, el sistema esclavista europeo optó por desarrollar el criterio de la raza y, frente a la trata árabe, sistematizó el racismo desde un punto de vista administrativo y jurídico como nunca antes se había hecho. A su manera, Ahmed Baba fue uno de los primeros que trató de responder a la gran cuestión política de la modernidad: si todos los seres humanos somos iguales, y si lo somos, cómo justificar la servidumbre y la subordinación de otros seres humanos. Poco sospechan el soldado francés y el miliciano islamista cuánto deben a las respuestas a aquellas tempranas preguntas el hecho de que uno pise hoy suelo africano, y el otro construya su identidad como un arma.

Referencias

«The Question of ‘Race’ in the Pre-colonial Southern Sahara» Bruce S. Hall, The Journal of North African Studies, Vol.10, No.3-4 (September-December 2005) pp.339-367

«La doctrina malikí sobre esclavitud y el Mi´ray de Ahmad Baba«, Marta García Novo, Espacio, tiempo y forma. Serie III, Historia medieval, Nº 23, 2010, págs. 75-96

Fuente: http://www.javierortiz.net/voz/samuel/el-manuscrito-encontrado-en-tombuctu