Era de prever. Se han lanzado (corvinamente) como miembros más que curtidos de la especie corvina: ¡quieren apropiarse (según usos y costumbres del diseño y cosmovisión neoliberales) de la figura de un revolucionario humanista, que pensó con su propia cabeza, que admiró al Che Guevara, a Lumumba y a Fidel Castro y que militó en […]
Era de prever. Se han lanzado (corvinamente) como miembros más que curtidos de la especie corvina: ¡quieren apropiarse (según usos y costumbres del diseño y cosmovisión neoliberales) de la figura de un revolucionario humanista, que pensó con su propia cabeza, que admiró al Che Guevara, a Lumumba y a Fidel Castro y que militó en las filas del Partido Comunista de Sudáfrica!
Veamos algunos nudos de la abonada y difundida operación revisionista.
No he podido comprobarlo pero, según parece, en un mensaje en su cuenta de Facebook, o en sistema afín, el presidente del gobierno español, el notario don Mariano Rajoy, ha escrito -o le han escrito- una nota en la que ha señalado su admiración por la lucha de Nelson Mandela en pro de la igualdad. ¡Rajoy admirando a alguien por su lucha por un mundo más justo y más equitativo!
Para Obama, el de los drones, el de la lista semanal de asesinatos extrajudiciales, el de mil tropelías más, el de la guerra (imperial) justa, Mandela «fue una inspiración».
Cameron, por su parte, uno de los políticos que más están haciendo para destrozar las grandes conquistas sociales de la clase trabajadora europea y británica, ha declarado que Mandela «es un héroe de nuestro tiempo». Se ha marchado, ha añadido, «una gran luz que teníamos en el mundo. He pedido que la bandera del número 10 ondee a media asta». ¡Qué detalle, qué exquisitez tan british!
Jose Manuel Durao Barroso, el presidente de la Comisión Europea, la misma comisión que sin ningún temblor en el pulso está conduciendo a los pueblos europeos a un retroceso de décadas ha comentado que «Mandela cambió el curso de la historia para su gente, su país, su continente y el mundo. Mis pensamientos están con su familia y con el pueblo de Sudáfrica». ¡Con el pueblo sudafricano!
Alguien tan dado a todo tipo de pactos antiobreros como Martin Schulz ha señalado también: «El mundo ha perdido a un héroe y un icono. Un defensor de la libertad, la justicia y la igualdad». ¡Vaya por Dios!
Netanyahu, el primer ministro de uno de los Estados más racistas y xenófobos del mundo, un Estado que practica, por él alentado, otra versión del apartheid con el pueblo palestino, también ha hablado de Madiba: «Fue una de las figuras más honorables de nuestro tiempo. Fue el padre de su gente, un hombre de visión, un luchador por la libertad que rechazó la violencia. Ofreció un ejemplo personal para su gente en los largos años que pasó en la cárcel». Nunca fue arrogante, ha añadido un Netanyahu siempre arrogante. «Trabajó para cicatrizar las heridas de la sociedad sudafricana y con su carácter legró evitar estallidos de violencia y odio». ¡»Logró evitar estallidos de violencia y odio», valor destacado por alguien que no cesa de provocar estallidos de más violencia, rabia e indignación!
Bill Clinton por su parte, ex presidente de un país que mantuvo a Mandela en su lista de terroristas más buscados hasta 2008, él mismo fiel representante del imperialismo «humanitario», le ha calificado como «un campeón de la dignidad humana y de la libertad».
Para acabar en algún punto una lista casi interminable, el presidente de México ha expresado su pesar por la muerte de «un luchador incansable a favor de la paz, la libertad y la igualdad».
Reagan y Thatcher, padres políticos de casi todos ellos, fueron más claros, menos cínicos y más consistentes con su ideario: Mandela era un terrorista; la ANC una pandilla de negros rebeldes e impresentables; Madiba no era, desde luego, ningún pacifista y el apartheid no era un sistema que exigía ser rechazado. ¡Era más que funcional al sistema y civilización que ellos defendían!
José Luis Martín Ramos ha puesto el dedo en la llaga adecuada cuando ha comentado [1]: es más que evidente -John Carlin es punta de lanza- el intento de secuestro liberal de la imagen de Nelson Mandela. Para el historiador de la UAB es un intento imposible. «Mandela no fue, nunca, un pacifista; fue siempre un militante revolucionario que encabezó la lucha armada cuando lo creyó necesario. (Por cierto podría hacerse una reflexión sobre el fracaso del proyecto nacional del pacifista Gandhi, con la división de la India y su muerte a manos de un hindú, y el éxito del proyecto nacional del revolucionario armado Mandela)». Más allá de sus propias acciones armadas, esta opción «le dio a él y a su generación -Zuma, Mbeki, Sisulu,…- el prestigio que hizo del CNA lo que ha llegado a ser». La derrota del apartheid, prosigue, «tuvo que ver con esa opción», la opción a partir de la que Mandela negocia y adquiere compromisos con sus adversarios y enemigos. «Sabemos ya que, como Zuma, no sólo fueron miembros de SACP [Partido Comunista de Sudáfrica], sino de su Comité Central». El SACP siguió formando parte del CNA y hoy forma parte del gobierno del actual presidente sudafricano «al que Mandela dio todo su apoyo».
En la misma línea, José Luis Monedero también lo ha expresado breve y acertadamente [2]: «Mandela era, además de negro, comunista, rojo, culto, internacionalista, africano, hombre libre en una cárcel levantada por blancos, implacable con los enemigos del pueblo, enamorado de la revolución. No hagáis de Madiba un icono vacío de la resignación». No era el Tío Tom, nad de eso: «era Malcom X, Lumumba, un pantera negra. Se ha ido con el Che, con Allende, con Chávez, con Ho Chi Min, con Biko y con esos millones de hombres y mujeres anónimas que se reflejan en cada una de esas peleas contra cualquier imperio, contra cualquier opresor». Quieren construir, neoliberalmente, un Mandela de Walt Disney, «un icono hueco, un reconciliador sin memoria ni rabia. Construyó la reconciliación porque primero ganó la victoria». Con razones y con la fuerza, añade Monedero con precisión quien recuerda oportunamente que Estados Unidos lo llamó y consideró terrorista, al igual que la derecha española, los mismos que ahora lo presentan casi (o sin el casi) como un referente suyo.
De hecho, prosigue Monedero, «Fidel Castro fue uno de sus principales apoyos internacionales. No os equivoquéis: miramos a Mandela cuando decimos que el miedo tiene que cambiar de bando. Para que vosotros, los que encarcelasteis a Mandela y ahora lo celebráis, perdáis la impunidad de vuestra indecencia. La decencia de Mandela fue siempre la decencia de quien no tuvo nunca miedo».
La represión en Europa, la violencia contra las protestas, la ley Jorge Fernández Opus Dei de la patada en la boca «van a encarcelar a gente que lucha por la democracia. Como hizo el gobierno blanco y de derechas de Sudáfrica con Madiba. Vosotros tapáis su ejemplo; nosotros nos alimentamos de él. Vosotros os despedís de Mandela con miedo; nosotros le saludamos con esperanza. Que la tierra te sea leve Mandela».
¡Que la tierra le sea leve y afable!
Notas:
[1] Comunicación personal 9 de diciembre de 2013.
[2] http://www.comiendotierra.es/
Salvador López Arnal es nieto del cenetista asesinado en mayo de 1939 -delito: «rebelión militar»-: José Arnal Cerezuela.
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