El golpe de Estado protagonizado por un grupo de militares de Gabón poco después del anuncio de los resultados oficiales de las elecciones presidenciales, que daban nuevamente la victoria al mandatario, Ali Bongo, amenaza con poner fin a la dinastía familiar iniciada por su padre, Omar Bongo, hace más de 50 años, en medio del creciente malestar popular por la crisis y las reiteradas denuncias sobre fraude electoral en los comicios celebrados durante las últimas décadas.
Los militares, que han anunciado la creación del Comité para la Transición y la Restauración de las Instituciones (CTRI), han asegurado que su objetivo es «defender la paz poniendo fin al régimen vigente», sin que por el momento haya un pronunciamiento de las autoridades y con Bongo en paradero desconocido.
Así, han incidido en que todas las instituciones han sido disueltas y las fronteras han sido cerradas «hasta nuevo aviso» en respuesta al anuncio de unos resultados «falsos» de los comicios, en los que Bongo habría recabado el 64,27 por ciento de los votos, por delante del principal candidato opositor, Albert Ondo Ossa, quien ha obtenido el 30,77% de los apoyos.
El anuncio de los resultados ha tenido lugar un día después de que la coalición opositora Alternancia 2023, que nombró a Ondo Ossa como candidato, apuntara a la existencia de unas tendencias «muy favorables» en el recuento de los votos y reclamara al mandatario la organización de «un traspaso pacífico del poder».
Las autoridades habían decretado el sábado un toque de queda y habían suspendido el acceso a internet citando motivos de seguridad, al tiempo que paralizaron la emisión de los medios franceses Radio France Internationale, TV5 Monde y France 24 apuntando a una «falta de objetividad» en su cobertura del proceso electoral, en medio de dudas sobre la posible transparencia del proceso de votación.
La asonada de este miércoles, de tener éxito, supondría además el octavo golpe de Estado en antiguas colonias francesas en África durante los últimos tres años, si bien hasta ahora se han centrado en la región del Sahel, donde el incremento de los ataques por parte de grupos yihadistas ha incrementado el malestar de la población y los estamentos militares en torno a la respuesta de las autoridades electas y de la antigua metrópolis a la hora de hacer frente a la amenaza.
En el caso de Gabón, el país -que cuenta con cerca de 2,7 millones de habitantes- logró la independencia de Francia en 1960, tras convertirse cinco décadas antes en parte del África Ecuatorial Francesa, una federación creada por París para sus posesiones coloniales en África central que incluía los territorios de los actuales Gabón, República del Congo, República Centroafricana (RCA) y Chad. Tras la independencia, las primeras elecciones tuvieron lugar en 1961 y derivaron en el nombramiento de Leon M’Ba como primer ministro y posteriormente presidente después de que los dos partidos del país pactaran una lista unificada de candidatos.
Si bien la coalición entre el Bloque Democrático Gabonés de M’Ba y la Unión Democrática y Social Gabonesa funcionó durante los primeros años, las tensiones aumentaron en 1963 y repuntaron tras una reducción del número de candidatos y la incapacidad del segundo partido para obtener aspirantes que cumplieran los requisitos fijados por la legislación para concurrir a las elecciones.
En este contexto, el Ejército dio un golpe incruento en 1964 que se saldó con el cese de M’Ba, si bien tropas francesas le devolvieron apenas un día después al poder, en el que se mantuvo hasta su muerte en 1967, hecho que permitió a su entonces vicepresidente, Omar Bongo, asumir el poder.
El ascenso al poder de Omar Bongo
Bongo, nacido Albert-Bernard Bongo –se cambió el nombre tras convertirse al islam en Libia en 1973– y padre del actual mandatario, declaró el año siguiente que el país se convertiría en un Estado de partido único y creó su propia formación, el Partido Democrático Gabonés, al frente del cual obtuvo la reelección en 1975, 1979, 1986, 1993 —las primeras bajo un sistema multipartidista–, 1999 y 2005.
El mandato de Bongo estuvo marcado por un estilo personalista, acentuado tras la eliminación en 1975 del puesto de vicepresidente y el hecho de que se nombró al frente de numerosas carteras –incluidas las de Defensa, Información e Interior, entre otras– a lo largo de diversos tramos de sus 42 años al frente del país africano.
Asimismo, tuvo que hacer frente a un incremento de las críticas a su gestión desde finales de los años setenta a causa de la crisis económica y la falta de avances en la democratización del país. Las tensiones llevaron a las autoridades a anunciar en septiembre de 1990 la desarticulación de dos intentos de golpe de Estado.
Sin embargo, Bongo logró mantenerse en el poder gracias al apoyo de Francia, país con el que mantuvo buenas relaciones –incluida su liberación por parte de paracaidistas franceses tras ser arrestado por militares durante el golpe de Estado de 1964–, y la relevancia de sus exportaciones de petróleo y uranio.
El mandato de Bongo llegó a su fin en 2009 tras su muerte en una clínica en Barcelona en la que recibía tratamiento por un cáncer intestinal, deceso que tuvo lugar además en medio de tensiones con Francia por la decisión de un tribunal de congelar sus cuentas bancarias en el marco de una investigación contra él.
Sucesión y denuncias de fraude
Tras su muerte, el país organizó unas elecciones presidenciales de las que salió vencedor Ali Bongo –uno de sus 30 hijos–, si bien la oposición denunció que la votación había sido manipulada para garantizar una sucesión de tipo monárquico.
Ali Bongo, un antiguo cantante de funk y considerado como un ‘niño mimado’ por su padre, se vio envuelto desde el principio en una serie de controversias que incluyen incluso su lugar de nacimiento. Bongo nació en 1959 en Brazzaville, capital de la actual República del Congo, si bien ha tenido que salir al paso en varias ocasiones de especulaciones sobre su presunta adopción en Nigeria durante la guerra de Biafra.
Antes de su ascenso a la Presidencia gabonesa, Bongo ocupó el cargo de ministro de Exteriores durante tres años y el de Defensa durante otros diez años, en el marco de un ascenso político que le posicionó rápidamente como el favorito para suceder a su padre.
Las acusaciones contra las tácticas de las autoridades durante los procesos electorales continuaron en las siguientes elecciones, celebradas en 2016, en las que el principal candidato opositor, Jean Ping rechazó los resultados y apuntó a un fraude masivo en la provincia de Alto Ogooué, uno de los bastiones de Bongo, en la que el presidente logró el 95 por ciento de los votos con una participación del 99,9 por ciento, que le permitió hacerse con la reelección con apenas 6.000 votos más que su rival.
Estas acusaciones de fraude se han visto repetidas tras las elecciones de este sábado y han sido citadas por los militares golpistas como uno de los motivos del golpe de Estado, que se enmarca además en las crecientes acusaciones de corrupción contra Bongo, criticado por organizaciones civiles por haber convertido el país en una cleptocracia.
Las críticas contra Bongo y su capacidad para gestionar el país han ido al alza desde 2018, cuando sufrió un derrame cerebral durante un viaje a Arabia Saudí que le apartó de la vida pública durante cerca de un año –periodo en el que permaneció convaleciente en Marruecos–, con llamamientos a favor de que entregara el poder que fueron rechazados por su Gobierno.
Apenas unos meses después, un grupo de militares protagonizó un intento de golpe de Estado, si bien el Gobierno logró contenerlo, algo que espera hacer también en esta ocasión para consolidar a Bongo para otro mandato de siete años que elevaría a más de 60 el periodo de mandato de su familia al frente del país africano.