NAIROBI – Miles de personas se congregan en la capital de Kenia en la Cumbre sobre el Clima de África, la primera reunión de los líderes continentales dedicada exclusivamente a debatir sobre el cambio climático y bajo el lema “Impulsar el crecimiento verde y financiamiento climático para África y el mundo”, con el telón de fondo de un país anfitrión que está en primera línea de la crisis climática.
Los graves y agudos efectos del cambio climático están perforando el corazón mismo de una economía apuntalada por la agricultura de secano y sectores turísticos muy susceptibles al cambio climático. Tras cinco temporadas de lluvias fallidas consecutivas, más de 6,4 millones de personas en Kenia, entre ellas 602.000 refugiados, necesitan ayuda humanitaria, lo que representa un aumento de 35 % con respecto a 2022.
“Es el mayor número de personas necesitadas de ayuda en más de 10 años”, dijo Ann Rose Achieng, una activista climática con sede en Nairobi, que acoge a la primera cumbre climática africana desde el lunes 4 hasta el miércoles 6, y que se enmarca en la Semana del Clima de África 2023, de la que son anfitriones Kenia y la Unión Africana.
Este país anfitrión de África oriental “se precipita a toda velocidad hacia un desastre nacional en materia de seguridad alimentaria”, advirtió la especialista.
“Al menos 677 900 niños y 138 800 mujeres embarazadas y lactantes, tan solo en las regiones áridas y semiáridas kenianas, sufren desnutrición aguda. En los últimos 30 años se ha perdido casi 70% de nuestra fauna salvaje”, detalló.
Kenia contribuye con menos de 0,1 % de las anuales emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del planeta. Pero el país decidió enrumbarse por una vía de desarrollo ecológico con bajas emisiones de carbono y resiliente al cambio climático por su propia sobrevivencia, por lo que su contribución nacionalmente determinada (NDC, en inglés) es muy ambiciosa.
Su meta de NDC, el fundamento del cumplimiento del Acuerdo de París sobre cambio climático, es reducir las emisiones de GEI en 32 % para 2030, en línea con ese tratado internacional suscrito en 2015 y en pleno vigor desde 2021.
Pero, como ocurre en toda África, Kenia no cuenta con fondos propios para hacer realidad estas nobles ambiciones.
África necesita aproximadamente 579 200 millones de dólares para financiar la adaptación al cambio climático entre 2020 y 2030 y, sin embargo, los actuales flujos de adaptación al continente son entre cinco y diez veces inferiores a esas necesidades estimadas.
A nivel mundial, se prevé que el déficit estimado para la adaptación en los países en desarrollo aumente a 340.000 millones de dólares al año para 2030 y hasta 565.000 millones de dólares para 2050, mientras que el déficit para la mitigación del cambio climático se sitúa en 850.000 millones de dólares anuales para 2030.
Frederick Kwame Kumah, vicepresidente de la Fundación Africana de Liderazgo Global para la Vida Silvestre, dijo a IPS que una gran parte del problema es la creciente deuda pública bruta de África, que aumentó de 36% del producto interno bruto (PIB) a 71,4 %, entre 2010 y 2020, un lastre para su progreso en el desarrollo y un desincentivo para los flujos de financiación climática.
“Existe la preocupación de que la financiación para el clima, en caso de que se proporcione, se utilice en primer lugar para el servicio de la deuda africana. El primer paso para abordar la financiación de la lucha contra el cambio climático debe ser el alivio de la deuda africana. Liberar el servicio de la deuda liberará recursos para continuar con el desarrollo y la financiación climática”, explicó Kumah.
El especialista consideró que es urgente cuestionar el paradigma actual de financiación de los países en desarrollo porque resulta injusto.
A los países del Sur en desarrollo y particularmente de África, les resulta muy caro obtener préstamos para el desarrollo. A su juicio, el continente debe entonces aprovechar su capital natural para buscar mecanismos de financiación innovadores, como los bonos verdes y los créditos de carbono, para hacer frente a sus retos de desarrollo y cambio climático.
La financiación de la lucha contra el cambio climático fue, como se esperaba, una parte fundamental de la 27 Conferencia de las Partes (COP27), que tuvo lugar a fines del año pasado en Egipto, y volverá a serlo en la COP28, que acogerá Dubái desde el 30 de noviembre.
“Es muy preocupante para África que el compromiso de los países desarrollados de aportar 100.000 millones de dólares anuales aún no se haya cumplido, a pesar de que la necesidad de financiación es cada vez más evidente”, afirmó Luther Bois Anukur, director regional de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UINC).
En la COP27 “observamos que las nuevas promesas de financiación para el clima fueron más limitadas de lo esperado, mientras países como los de África siguen esperando que se cumplan las promesas anteriores”, recordó a IPS.
Anukur consideró que en las negociaciones climáticas cuestiones esenciales, como las de la financiación, se estancan porque los delegados de las Partes signatarias de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) se concentran en cuestiones de procedimiento.
En tanto, se marginan decisiones importantes sobre la cantidad, el calendario, las fuentes y los mecanismos de rendición de cuentas que pueden ser relevantes para un nuevo objetivo de financiación en el futuro.
“Los países africanos y muchos otros países vulnerables están en la lucha por nuestras vidas, y lamentablemente están perdiendo”, se quejó Anukur.
Eso sucede, subrayó, mientras los recursos naturales de África se agotan, erosionan y pierden biodiversidad debido a los efectos extremos del cambio climático, lo que provoca la pérdida de vidas humanas y de servicios ecosistémicos, así como daños en las infraestructuras a un ritmo alarmante.
Sin embargo, las promesas de financiación climática no se han materializado.
La actual cumbre continental en Nairobi debe ser la plataforma para que África y los socios en desarrollo aborden las lagunas financieras existentes con enfoques programáticos y de proyectos claros.
A juicio de los especialistas y activistas consultados, África debe aprovechar la Cumbre para evaluar y preparar su posición de cara a la COP28 de Dubái, con el fin de reforzar las asociaciones para conseguir la financiación climática deseada.
Kumah, de la fundación sobre la vida silvestre, resaltó que el principio de responsabilidades iguales pero diferenciadas de las naciones que marcan las negociaciones climáticas son claves para cumplirse con justicia climática.
También son fundamentales para permitir que los países en desarrollo, que son los menos responsables de los impactos del cambio climático, dispongan de los recursos tan necesarios para hacer frente y adaptarse a la pérdida de biodiversidad y a los efectos de ese cambio.
“En este sentido, la creación de un mecanismo de financiación específico para hacer frente a las pérdidas y los daños y otro para la adaptación y la mitigación que corrija las desigualdades históricas y continuas en las contribuciones a la pérdida de biodiversidad y al cambio climático”, dijo.
Según Kumah, “debemos replantearnos cómo se pueden reconfigurar y aprovechar las inversiones privadas en beneficio de la biodiversidad y la acción por el clima”.
“Las inversiones privadas pueden ampliarse a través de bonos verdes, mercados de carbono, agricultura sostenible, silvicultura y otras cadenas de suministro del sector productivo”, dijo.
Además, añadió, “se necesita una arquitectura de financiación transformadora a nivel nacional e internacional para reunir a los sectores público y privado con el fin de asegurar la columna vertebral de la infraestructura natural de África”.
Los países en desarrollo presentaron planes nacionales de adaptación y NDC revisados y ambiciosos, tal y como había solicitado la CMNUCC, dijo Anukur, el director regional de la UINC.
Peor a su juicio, persisten los procesos complicados para acceder a la financiación de sus acciones climáticas. Insiste en la necesidad de reformar la arquitectura financiera internacional, empezando por los bancos multilaterales de desarrollo.
La Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial, celebrada en París en junio, comprometió a una coalición de 16 organizaciones asistenciales a movilizar inversiones y apoyar las prioridades de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
Entre los compromisos de esa cumbre estuvo el desbloqueo de nuevas inversiones para la acción climática en países de ingresos bajos y medios, al tiempo que se reducen la pobreza y la desigualdad, recordó Anukur.
Organizaciones de la sociedad civil y sus activistas han expresado su preocupación por que estos anuncios sean insuficientes teniendo en cuenta la magnitud de los retos a los que se enfrenta el planeta Tierra. La Cumbre habrá fracasado si no se revisa la arquitectura financiera mundial en consonancia con las necesidades del continente africano, afirman.
Anukur consideró que en la cumbre climática africana se debe impulsar al continente hacia nuevas cotas de financiación climática para ayudar a reducir su vulnerabilidad al cambio climático y aumentar su resistencia y capacidad de adaptación en línea con los objetivos de adaptación al cambio climático.
Pese a todas las dificultades, el director regional de la UINC se mostró optimista ante la oportunidad de liberar el potencial de la financiación climática rompiendo los grilletes de la deuda y construyendo un África próspera y resistente al clima.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
T: MF / ED: EG