Henry Kissinger ha muerto a los 100 años de edad. Este estadista estadounidense se desempeñó como asesor de seguridad nacional y secretario de Estado en el apogeo de la Guerra Fría y durante las décadas siguientes mantuvo su influencia en la política exterior de Estados Unidos. Kissinger deja un legado sangriento en América Latina, el sudeste asiático y otros lugares del mundo, donde impulsó medidas que llevaron a masacres, golpes de Estado e incluso genocidios. Una vez fuera de la función pública y hasta su muerte, Kissinger continuó asesorando a los presidentes de Estados Unidos y a otros funcionarios de alto rango que hoy lo celebran como un diplomático visionario. El historiador de la Universidad de Yale Greg Grandin sostiene que estos halagadores obituarios solo revelan “la bancarrota moral de la clase política” del país, que pasa por alto el hecho de que las acciones de Kissinger pueden haber dado lugar a la muerte de al menos tres millones de personas en todo el mundo. Grandin es autor del libro “Kissinger ‘s Shadow: The Long Reach of America’ s Most Controversial Statesman” (La sombra de Kissinger: el largo alcance del estadista más controvertido de Estados Unidos).
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AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman, con Nermeen Shaikh.
NERMEEN SHAIKH: Henry Kissinger ha muerto a la edad de 100 años. Para gran parte de la clase dominante de Washington, Kissinger será probablemente recordado como uno de los diplomáticos más influyentes en la historia de Estados Unidos. Pero en países de todo el mundo, entre ellos Chile, Timor Oriental, Bangladés y Camboya, Henry Kissinger es recordado como un criminal de guerra cuyas acciones produjeron masacres, golpes de Estado e incluso genocidios.
Kissinger nació en Alemania y se desempeñó como secretario de Estado de Estados Unidos durante los gobiernos de Richard Nixon y Gerald Ford de 1973 a 1977. También fue asesor de seguridad nacional de 1969 a 1975. Ha sido el único funcionario de Estados Unidos que ha ocupado ambos cargos simultáneamente. En 1973 ganó el Premio Nobel de la Paz junto con su homólogo norvietnamita Le Duc Tho.
Durante sus años como diplomático, Henry Kissinger supervisó la gran expansión de la guerra en Vietnam y los bombardeos secretos en Laos y Camboya, donde los ataques estadounidenses mataron a unos 150.000 civiles luego de que Kissinger ordenara a los militares atacar “cualquier cosa que vuele o cualquier cosa que se mueva”.
En el sur de Asia, Kissinger respaldó la guerra genocida del ejército pakistaní contra Pakistán Oriental, actualmente Bangladés.
En América Latina, documentos desclasificados muestran cómo Kissinger intervino secretamente en todo el continente, de Bolivia a Uruguay a Chile y a Argentina. En el caso de Chile, Kissinger instó al presidente Nixon a adoptar una “línea más dura” contra el presidente Salvador Allende, que había sido elegido democráticamente. El 11 de septiembre de 1973, Allende fue derrocado por el general Augusto Pinochet, con el respaldo de Estados Unidos. Kissinger dijo en una ocasión: “No veo por qué debamos quedarnos de brazos cruzados y ver cómo un país se vuelve comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo”.
AMY GOODMAN: En 1975, Henry Kissinger y el presidente Gerald Ford se reunieron con el general Suharto, el dictador indonesio, con el fin de dar el visto bueno a la invasión de Timor Oriental, que Indonesia llevó a cabo el 7 de diciembre de 1975. El ejército indonesio mató a un tercio de la población timorense, uno de los peores genocidios de finales del siglo XX.
Kissinger también elaboró planes para atacar Cuba a mediados de los 70, luego de que Fidel Castro enviara tropas cubanas a Angola para luchar contra las fuerzas vinculadas al régimen del apartheid de Sudáfrica.
En Estados Unidos, Kissinger presionó al presidente Nixon para que fuera tras Dan Ellsberg, el denunciante de los Papeles del Pentágono, a quien Kissinger llamó “el hombre más peligroso de Estados Unidos”.
El historiador Greg Grandin estimó en su momento que las acciones de Kissinger pudieron haber causado la muerte de tres millones de personas, tal vez cuatro. Mientras activistas de derechos humanos pidieron durante mucho tiempo que Kissinger fuera juzgado por crímenes de guerra, él siguió siendo una figura célebre en Washington y otros escenarios, sirviendo como asesor tanto de Gobiernos republicanos como demócratas.
Pasamos ahora a hablar con Greg Grandin, escritor galardonado con el Premio Pulitzer y profesor de Historia en la Universidad de Yale. Sus libros incluyen Kissinger ‘s Shadow: The Long Reach of America’ s Most Controversial Statesman (La sombra de Kissinger: el largo alcance del estadista más controvertido de Estados Unidos). Su nuevo artículo para The Nation se titula “Un obituario público de Henry Kissinger”. También escribió la introducción de un libro que acaba de ser publicado, Solo los buenos mueren jóvenes: el veredicto sobre Henry Kissinger.
Bienvenido de nuevo a Democracy Now! Hable sobre esta otra historia de Henry Kissinger. Tal como vemos en los principales medios de comunicación, él es elogiado por normalizar las comunicaciones diplomáticas con China y por propiciar la política de distensión con Rusia. ¿Cuál es su versión de los hechos?
GREG GRANDIN: Bueno, creo que ustedes acaban de resumir muy bien la versión de los hechos, la cantidad de crímenes de guerra en los que estuvo involucrado. La vida de Kissinger es fascinante, porque abarca hechos muy trascendentales en la historia de Estados Unidos, desde el colapso del consenso de la posguerra, qué sucedió con Vietnam. Kissinger fue fundamental en dar una nueva forma, en replantear un Estado de seguridad nacional que puede enfrentar la disidencia, enfrentar la polarización, y que de hecho prosperó con la polarización y el secretismo y que aprendió a manipular a la sociedad con el fin de fomentar una política exterior muy agresiva.
Podríamos ahondar en los detalles, pero sí quiero decir que su muerte ha sido tan ilustrativa como su vida. Si miramos los obituarios y las notas de condolencias, todo eso tan solo revela, creo, una bancarrota moral de las élites políticas, ciertamente en el mundo transatlántico, en la esfera más amplia de la OTAN, y una falta de voluntad o incapacidad de comprender la crisis en la que estamos y el papel de Kissinger en dicha crisis. Son elogios celebradores. Son absurdos e insustanciales. Son realmente increíbles. Pensemos tan solo en el último año, las celebraciones, los agasajos por su cumpleaños número 100, por haber vivido 100 años. Creo que eso es un marcador cultural de cuán corrupta es la clase política en este país. Así que su muerte es casi tan ilustrativa como su vida.
NERMEEN SHAIKH: Greg, usted estuvo en el programa cuando Kissinger cumplió 100 años.
GREG GRANDIN: Correcto.
NERMEEN SHAIKH: En esa entrevista, usted dijo que la mejor manera de ver a Kissinger no era necesariamente como un criminal de guerra. ¿Puede explicar por qué?
GREG GRANDIN: Sí, porque esa es la forma… Quiero decir, Christopher Hitchens popularizó la idea de pensar en Kissinger como un criminal de guerra, y esa es una forma de elevar a Kissinger, de alguna manera, como una especie de malvado extraordinario. Y es una línea muy fina, porque él sí jugó un papel muy importante en un número abrumador de atrocidades y en llevar y propiciar miseria y muerte para millones de personas en todo el mundo. Pero hay muchos criminales de guerra. Como saben, este país está repleto de criminales de guerra. No hay escasez de criminales de guerra.
Y pensar en él como un criminal de guerra es un poco reduccionista. No nos permite pensar en Kissinger o usar la vida de Kissinger para analizar cómo Estados Unidos… Por ejemplo, Kissinger comenzó como un republicano del sector de Rockefeller, un republicano liberal, un asesor de Nelson Rockefeller que pensaba que Nixon estaba lejos de la corriente dominante y que era un sociópata peligroso, creo que así lo dijo. Y, sin embargo, cuando Nixon ganó, y de hecho Kissinger lo ayudó a ganar al hundir un acuerdo de paz con Vietnam del Norte, él hizo las paces con Nixon, y luego prosiguió su carrera, ocupando un cargo público. Y pensó que Reagan era demasiado extremo, y, sin embargo, hizo las paces con Reagan. Después pensó que los neoconservadores eran demasiado extremos, e hizo las paces con los neoconservadores. Y luego incluso hizo las paces con Donald Trump. Llamó a Donald, celebró a Donald Trump casi como una especie de encarnación de su teoría sobre los grandes estadistas y sobre la capacidad de moldear la realidad del modo que quieran a través de su voluntad. Así que vemos cómo Kissinger, a medida que el país se mueve hacia la derecha, va moviéndose con él. Solo esa trayectoria es algo muy útil sobre lo que pensar.
Si también piensas en su bombardeo secreto sobre Camboya y luego rastreas ese bombardeo, es como una luz brillante, un rastro rojo, que va desde Camboya hasta la actual e interminable “guerra contra el terrorismo”, algo que entonces se consideraba ilegal. Quiero decir que Kissinger bombardeó Camboya en secreto porque en las décadas de 1960 y 1970 era ilegal bombardear otro país con el que no estabas en guerra. Fueron sus antiguos colegas de Harvard, que eran todos guerreros de la Guerra Fría, ninguno era un liberal a favor de la paz, quienes marcharon en Washington, y ni siquiera sabían nada del bombardeo. Fueron a protestar la invasión de Camboya. Y a día de hoy se considera un hecho dentro de las leyes internacionales que Estados Unidos tiene derecho a bombardear países terceros con los que no estamos en guerra si dan refugio a terroristas. Se considera eso como algo normal. Así que podemos ver esta evolución y deriva hacia una guerra interminable a través de la vida de Kissinger.
La vida de Kissinger también es útil para pensar en la forma en que, como funcionario público, asesor principal de seguridad nacional y luego secretario de Estado de Richard Nixon y Gerald Ford, Kissinger creó gran parte del caos que más tarde requeriría una transición a lo que llamamos “neoliberalismo”. Pero luego, tras dejar el Gobierno, como presidente de Kissinger Associates, ayudó a negociar esa transición al neoliberalismo, y a la privatización de gran parte del mundo, de América Latina, de Europa del Este, de Rusia. Así que podemos ver esa transición de político público o de formulador de políticas públicas a trabajar para obtener una riqueza incalculable como ciudadano privado en esta transición.
Así que hay muchas maneras en las que la vida de Kissinger de alguna forma mapea la trayectoria de Estados Unidos. Como saben, lo honraron en la Biblioteca Pública de Nueva York como si fuera la encarnación del llamado “siglo estadounidense”. Y en muchos sentidos, lo era. Su carrera realmente mapea muy bien la trayectoria de Estados Unidos y la evolución del aparato estatal de seguridad nacional y su política exterior y el mundo disfuncional en el que todos estamos intentando vivir, como sus dos últimos segmentos…
AMY GOODMAN: Greg…
GREG GRANDIN: … así lo mostraron…
AMY GOODMAN: Quiero que escuchemos a Henry Kissinger en sus propias palabras, hablando en 2016, cuando defendió el bombardeo secreto de Camboya.
HENRY KISSINGER: Nixon ordenó un ataque a las bases de apoyo situadas a menos de cinco millas de la frontera vietnamita, que eran áreas que estaban esencialmente despobladas. Entonces, cuando se utiliza la frase “bombardeo de saturación”, se hace, creo, en relación al tamaño de los ataques, probablemente mucho menor de lo que el Gobierno de Obama ha hecho en bases de apoyo similares en Pakistán, algo que creo que está justificado. Y por lo tanto, creo que lo que se hizo en Camboya estaba justificado.
AMY GOODMAN: Ese era Henry Kissinger en 2016, hablando en la Biblioteca LBJ. El famoso chef ya fallecido Anthony Bourdain dijo una vez: “Una vez has estado en Camboya, nunca dejarás de querer golpear a Henry Kissinger hasta la muerte con tus propias manos. Nunca más podrás abrir un periódico y leer cómo esa escoria traidora, manipuladora y asesina se sienta a charlar con Charlie Rose o asiste a un evento de gala de alguna nueva revista de moda sin atragantarte. Si eres testigo de lo que hizo Henry en Camboya, de los frutos de su genio para el arte de gobernar, nunca podrás entender por qué no está sentado en el banquillo de los acusados en La Haya junto a Milosevic”. ¿Puede responder a eso?
GREG GRANDIN: Sí. Esa cita contiene más agudeza e inteligencia moral e intelectual que todo el establishment político, tanto liberales… tanto demócratas como republicanos. Es moralmente correcto. Es intelectualmente correcto. Y es más preciso que la mayoría de los historiadores diplomáticos que tratan de dibujar a Kissinger como alguien más ético y moralmente complicado de lo que era en realidad.
En términos de la cita de Kissinger sobre Camboya, ahí está jugando con sus palabras. Está mintiendo. Él bombardeó masivamente Camboya. Estados Unidos bombardeó masivamente Camboya y llevó al poder dentro de los Jemeres Rojos a la camarilla más extrema, dirigida por Pol Pot. Ya saben, cuando bombardeas masivamente un país y destruyes a toda la oposición, tiendes a aupar al poder a los extremistas. Y esa es exactamente la razón por la que Kissinger es responsable, en gran medida, del genocidio que ocurrió más tarde bajo Pol Pot. El bombardeo llevó al poder a Pol Pot dentro de los Jemeres Rojos, que anteriormente eran una coalición más grande y amplia.
Pero Kissinger no se equivoca cuando vincula eso al bombardeo de Pakistán por parte de Obama. Ese era el argumento que estaba tratando de explicar antes. Kissinger tuvo que hacer eso ilegalmente… de forma encubierta en ese entonces, porque era ilegal. Iba en contra del derecho internacional bombardear terceros países, para avanzar en tu guerra en otro país. Pero ahora se acepta como un lugar común. Y es cierto, no se equivoca cuando cita el programa de drones de Obama y lo que Obama… la continuación de la lógica de la “guerra contra el terrorismo” que comenzó con George W. Bush. No se equivoca en eso. Y esa es una de las conexiones que se pueden trazar de Vietnam, Camboya y Asia del Sur a la catástrofe en la que vivimos hoy en día.
AMY GOODMAN: Greg Grandin, quiero darle las gracias por acompañarnos. Escritor ganador del Premio Pulitzer y profesor de Historia en la Universidad de Yale. Autor de Kissinger ‘s Shadow: The Long Reach of America’ s Most Controversial Statesman (La sombra de Kissinger: el largo alcance del estadista más controvertido de Estados Unidos). Enlazaremos a su artículo de la revista The Nation, “Un obituario público de Henry Kissinger”.
Traducido y editado por Igor Moreno Unanua e Iván HIncapié.
Fuente: https://www.democracynow.org/es/2023/11/30/henry_kissinger_dead