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De Nigeria a Zambia, la inseguridad alimentaria en boca de todos

Fuentes: Rebelión [Foto. Siembra, Nigeria (Tomiwa Ogunmodede)]

Traducido del francés para Rebelión por Jésica Safa

El hambre aumenta en la mesa de los países africanos sumidos en conflictos y también en la de las naciones que se creían al resguardo de ello. Esta crisis, la más grave en una década, sigue siendo totalmente ignorada por la opinión pública occidental que centra su mirada en Ucrania y en el riesgo de hambruna en Gaza.

“Los años 2022 y 2023 ya eran críticos”, señaló a principios de junio el doctor Sumba Tirima, representante de la organización humanitaria no gubernamental Médicos sin Fronteras (MSF) en Nigeria, “pero para 2024 se vislumbra un panorama aún más sombrío. No podemos aceptar repetir año tras año los mismos escenarios catastróficos. ¿Qué más se necesita para que haya una movilización general y acciones”. 

En los Estados del noroeste del país, vulnerados y aterrorizados por ataques mortales de bandas armadas, MSF indicó que “sus hospitales han registrado en las últimas semanas un aumento excepcional de la cantidad de niños y niñas ingresados ​​que padecen desnutrición grave con complicaciones potencialmente mortales.En el Estado de Zamfara, en el noroeste del país, los hospitales Shinkafi y Zurmi recibieron en abril hasta un 30% más de ingresos que en marzo. Los hospitales de MSF en ciudades importantes como Kano y Sokoto están reportando las mismas tendencias alarmantes, con admisiones que aumentaron un 75% y un 100% respectivamente. El Centro Estatal de Nutrición Terapéutica de Kebbi también registró un aumento de más del 20% en la cantidad de pacientes entre marzo y abril de 2024. En Katsina la cantidad de niños y niñas hospitalizados aumentó un 24% durante los meses de abril y mayo en comparación con el mismo período del año pasado”, explicó la ONG.

La inseguridad que afecta al norte de la federación, el granero de un país que produce el 70% de los alimentos consumidos, contribuye a esta crisis: ha obligado a 200.000 nigerianos y nigerianas a huir de sus pueblos, entre ellos los agricultores obligados a abandonar sus cultivos. También contribuyen las crisis externas, incluido el calentamiento global y los problemas de suministro de cereales causados ​​por la invasión rusa a Ucrania. La política neoliberal llevada a cabo por el gobierno de Bola Tinubu (el fin del subsidio al combustible que multiplicó por seis sus precios y los controles de divisas que contribuyeron a una depreciación del 74% de la naira, moneda nacional, frente al dólar entre enero de 2022 y marzo de 2024) provocó un aumento vertiginoso en el costo de vida. En cierto modo se ha convertido en el último clavo del ataúd que se cierra sobre los más frágiles: con una inflación del 33,69 % en el mes de abril el aumento de los precios recuerda ahora los picos alcanzados bajo la dictadura de Sani Abacha a finales de 1990. Aunque los 24,9 millones de nigerianos y nigerianas que padecen escasez de alimentos viven principalmente en los estados del norte de la federación, el hambre se ha apoderado también del resto de este país de 220 millones de habitantes, de los cuales el 63% de la población activa no tiene empleo formal.

El costo de preparación del arroz jollof, principal plato nacional, casi se ha duplicado respecto al 2023 con el aumento de más del 70% en el precio del tomate y del 42% en el de la cebolla. La bolsa estándar de arroz de 50 kilos, suficiente para alimentar a una familia de ocho a diez personas durante aproximadamente un mes, aumentó [su precio] un 70% hasta alcanzar las 77.000 nairas (unos 45 euros). Según el último informe de la ONG estadounidense Comité Internacional de Rescate (IRC) y sus socios (1), el 16% de la población nigeriana se enfrentará a una grave inseguridad alimentaria o hambruna entre junio y julio de 2024”, es decir, durante la estación de mayor escasez de alimentos, la temporada de transición entre dos cosechas. Según el último estudio nacional realizado por el Gobierno Nigeriano, esta crisis corre el riesgo de contribuir al desarrollo de “actividades económicas ilícitas”, “al colapso de las instituciones públicas” y al aumento de la inmigración forzada, denominada japa (del verbo “huir” en yoruba). Según una encuesta realizada por el African Polling Institute, en 2022 el 70% de la población nigeriana de entre 18 y 35 años planea abandonar el país si se presenta la oportunidad, el doble que en 2019, antes del shock socioeconómico previo provocado por el covid.

En este contexto, donde incluso los miembros de la clase media (en particular el cuerpo docente) están tomando un segundo trabajo para llegar a fin de mes, la huelga general indefinida iniciada por las dos principales centrales sindicales, el 3 de junio, es de vital importancia para casi 30 millones de nigerianos y nigerianas. El Congreso del Trabajo de Nigeria (NLC) y el Congreso de Sindicatos (TUC) exigen un aumento del salario mínimo de 30.000 a 500.000 nairas. Detenido temporalmente, el bloqueo del país está sujeto a las negociaciones con el gobierno, que actualmente sólo ofrece 60.000 nairas… A menos que se llegue a un consenso, aún se está discutiendo la cifra de 100.000 nairas, existe el riesgo de que, al igual que en el pasado mes de febrero, las manifestaciones contra el alto costo de vida tomen las calles.

La situación extrema en Nigeria no es más que un reflejo de la crisis alimentaria que azota África Occidental y Central. Según el último informe del IRC (2), 52 millones de personas corren el riesgo de verse afectadas en los próximos dos meses es decir, aproximadamente el 12% de la población de estas dos subregiones. Solo en el centro del Sahel (Burkina Faso, Malí y Níger) 7,7 millones de personas se verán afectadas por la escasez de alimentos cuando en 2023 se había estimado que serían 5,4 millones. En las regiones subsaharianas 149 millones de africanos y africanas se enfrentan a una inseguridad alimentaria persistente y duradera, 12 millones más que el año pasado. El 82% de estas personas vive en países en conflicto donde la desnutrición, que ya era dramática, sigue en aumento.

En Sudán, particularmente en Darfur, Jartum y Kordofán, 18 millones de personas se enfrentaron a una grave inseguridad alimentaria en el mes de marzo. En Sudán del Sur la crisis afecta a 7 millones de personas (71% de la población). En el Cuerno de África en Etiopía, que lucha por salir de cuatro años de sequía y dos años de guerra en la región de Tigray, son 20,1 millones las personas afectadas. La preocupación también es palpable en África del Sur . Debido a las escasas lluvias relacionadas con el fenómeno de El Niño, Zimbabwe es el tercer país de la subregión, después de Malawi y Zambia, que declaró el estado de catástrofe nacional a principios de abril. Según las autoridades del país, la mitad de los 15 millones de habitantes de Zimbabwe necesitaron ayuda humanitaria “vital” durante el mes de mayo. En Malawi el 15% de la población, es decir 3 millones de personas, corrieron con la misma suerte. En Zambia la sequía ha destruido más de un millón de hectáreas de cultivos y ha sumido a 6,6 millones de habitantes, de los 17,4 millones del país, en una situación de urgencia alimentaria.

Falta dinero por todas partes. En diciembre, a pesar de la contribución de 48,5 millones de euros de la Unión Europea, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU señaló la necesidad de 976,6 millones de dólares «en un contexto donde las necesidades no dejan de aumentar […] para garantizar la continuidad de sus operaciones durante los próximos seis meses en las regiones de África Occidental y Central. Esta cantidad incluye 743 millones de dólares que se necesitan con urgencia para responder a la crisis”.

En Kano (Nigeria), una metrópoli del norte y centro del comercio saheliano, las personas que residen en los barrios más desfavorecidos se ven hoy obligadas a recurrir a la afafata, los granos de arroz que normalmente rechazan los molinos después de su procesamiento o se venden a los piscicultores para alimentar sus granjas. Afafata significa “luchar” en hausa, ya que literalmente hay que luchar para cocinar estos granos debido a su dureza. Una pequeña señal, entre otras, de la gran angustia que se avecina.

Texto original: https://blog.mondediplo.net/du-nigeria-a-la-zambie-l-insecurite-alimentaire

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.