Sr. Presidente, en su pasada magistratura usted se presentó como un feroz oponente de lo que consideraba intervenciones militares equivocadas de Estados Unidos en el extranjero. Acusó a Hillary Clinton de haber llevado “políticas estúpidas en Libia y Siria y haber matado a cientos de miles de personas con su estupidez. Fue realmente, si no la peor, una de las peores secretarias de Estado de la historia del país”; añadió que “pudiera ser que Obama sacara de mala manera a las tropas de Irak y parte de las desplegadas en Afganistán, pero meterse ahí fue, para mí, el peor error cometido en la historia de nuestro país. (…) Nos gastamos siete trillones de dólares en Oriente Medio y millones de vidas, porque me gusta contar las vidas perdidas en ambos lados de la contienda”; terminó por decir que los principales líderes del Departamento de Defensa “quieren nada más que pelear guerras, para que todas estas maravillosas compañías que fabrican bombas, aviones y todo lo demás estén felices” y que “no es deber de las tropas estadounidenses resolver conflictos antiguos en tierras lejanas de las que mucha gente nunca ha oído hablar”.
Estas ideas fueron acogidas por millones de seguidores suyos que hoy se sienten traicionados luego de que la Fuerza Aérea de EE.UU. atacara las instalaciones nucleares de Irán. Según sus palabras: “Hemos completado nuestro exitoso ataque a tres sitios nucleares en Irán, incluyendo Fordo, Natanz e Isfahán. Todos los aviones están a salvo en su camino a casa. Felicitaciones a nuestros grandes guerreros estadounidenses. No hay otro Ejército en el mundo que podría haber hecho esto. ¡Ha llegado la hora de la paz!” Luego aseveró que los ataques fueron “un éxito militar espectacular. Las principales instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán han sido completa y totalmente destruidas. Irán, el matón de Oriente Medio, debe ahora hacer las paces. Si no lo hacen, el ataque futuro será mucho mayor y mucho más fácil. (…) Recuerden que quedan muchos objetivos. El de esta noche era el más difícil de todos con diferencia y quizás el más letal. Pero si la paz no llega rápidamente, iremos por esos otros objetivos con precisión, rapidez y habilidad” y finalizó “no hay ejército en el mundo que haya podido hacer lo que ha hecho el estadounidense. Nunca ha habido un ejército que pudiera hacer lo que ha ocurrido hace un momento”.
Como usted ve, hay suficientes razones para que gran parte de sus seguidores se sientan traicionados. Y aquí vale la pena recordar que la traición es un pecado mortal. Para Dante, los traidores están sumergidos en el hielo, en todas las posiciones imaginables, y clasifica a los traidores en cuatro especies: la Caína, o traidores a la familia, en honor a Caín que mató su hermano; la Antenora, o traidores a la patria, en honor de Antenor que traicionó a Troya en favor de los griegos; la Ptolomea, o traidores a los huéspedes, en honor a Ptolomeo, que invitó a Simón Macabeo y a su hijo a un banquete y después los asesinó; y la Judeca, o traidores a Dios, en honor a Judas que traicionó a Jesús. Le faltó clasificar al traidor que traiciona a sus seguidores.
En la Divina Comedia, el mayor traidor es Lucifer, que en lo más profundo del infierno, en el noveno círculo, se encarga de castigar a los que traicionaron las instituciones más altas creadas por Dios para beneficio del hombre. Dante describe a Lucifer como un gigante horrible, rencoroso e impotente, que llora y babea mientras se encuentra inmerso en el hielo hasta la cintura, moviendo las alas como si intentara escapar, y con ese aleteo enfría su alrededor. Tiene tres caras: una roja, una negra y una amarilla pálida, con tres sendas bocas en las que mastica a los mayores traidores de la historia. La cabeza de Judas Iscariote, que traicionó a Jesús, es roída en la boca central; Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino, conspiradores que traicionaron al imperio romano y acuchillaron a Julio César, son masticados en las fauces laterales. Posiblemente, Dante hubiera situado al que traiciona a sus seguidores en el orificio por donde Lucifer evacua como excrementos los restos de los traidores devorados.
Ahora bien, su aura triunfalista es de oropel porque, por lo visto, usted no conoce de historia. La situación del Irán de hoy es muy diferente de cuando la British Petroleum pagaba por el petróleo iraní más impuestos al gobierno inglés que a Irán y la CIA organizaba el golpe de Estado del 19 de agosto de 1954 contra el Primer Ministro Mosaddegh, cuyo gobierno nacionalizó el petróleo de Irán buscando la independencia de su país. Entonces EE.UU. tuvo éxito debido a las consecuencias de las feroces sanciones y al bloqueo económico aplicado a ese país, que generaron las condiciones para que triunfara el cuartelazo; en la actualidad ha cambiado el mundo y sus pueblos han adquirido una elevada conciencia nacional.
Por eso a EE.UU. le han fallado los numerosos intentos realizados durante los últimos 40 años para derrocar al gobierno de Irán, porque en la actualidad es imposible que las Fuerzas Armadas de Irán se involucren en un golpe de Estado y disparen contra su población, ya que la Guardia de la Revolución Islámica y el Ejército de Irán se forman en su patria y pertenecen a su pueblo; en época del Sha Mohamed Reza Pahlevi eso era posible porque el mando superior del ejército recibía su formación en EE.UU. y el mismo sha era un discípulo sumiso estadounidense. Actualmente, el Ayatola Jamenei, líder supremo de la República Islámica de Irán, no es cándido como Mosaddegh, cuyo error capital fue creer en la sinceridad de EE.UU.
Las tensiones entre EE.UU. e Irán se incrementaron a partir de mayo del 2018, luego de que usted ordenara romper el acuerdo nuclear conocido como PAIC, firmado el 2015 por Irán, Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia, Alemania y la UE, que establece limitaciones al plan nuclear de Irán a cambio de la eliminación de las sanciones impuestas por la ONU, dirigidas contra el sector energético, y castigara a las empresas que hicieran negocios con Teherán. El objetivo de esa guerra híbrida fue causar penuria a los iraníes para que protesten y demanden un cambio de gobierno y para que los representantes de Irán se pongan de rodillas en las mesas de negociaciones. Por esa razón, los métodos subversivos de EE.UU. han cambiado y ahora emplea “programas de democracia”, destinados a países que no obedecen sus dictados, como Irán, Rusia, China, Venezuela. Esa política no va a tener éxito en Irán, porque su pueblo ha aprendido la tétrica lección del golpe de Estado de 1954. Ese es el origen de la crisis actual.
Pero EE.UU. no tiene principios morales (destruye países como Yemen, Libia y Afganistán; desencadena guerras civiles, como en Siria, Libia y Ucrania; organiza golpes de Estado, como en Turquía, Egipto, Venezuela…), usa contra Irán cualquier medio ilegal y justifica sus amenazas militares con la acusación, totalmente falsa, de que Irán está desarrollando armas nucleares, aunque el Organismo Internacional de Energía Atómica de la ONU certifique que las investigaciones nucleares de Irán son pacíficas. Irán no está interesado en fabricar armas de destrucción masiva desde que el Ayatola Khomeini, que sí tenía principios morales, las condenara como incompatibles con la ley islámica. Para calmar la preocupación de EE.UU,, de impedir que Irán reactive el programa nuclear, que ellos mismos entregaron al sha, debería ser suficiente la condena de las armas nucleares, como instrumentos del demonio, hecha por el Ayatola Alí Jamenei, que también tiene principios morales. En realidad, solo ahora, luego de escuchar a usted su victorioso disurso, está claro por qué EE.UU. se ha empeñado en crear tanto bulo.
El conflicto iniciado por usted abarca muchos componentes, ya que si Irán cerrara el estrecho de Ormuz, la economía mundial se afectaría: el precio del crudo podría subir hasta los 300 dólares por barril, situación insostenible para EE.UU., Europa, China…; los mercados bursátiles se desplomarían como consecuencia de la disminución del valor de las acciones en todo el planeta; la economía global no soportaría las consecuencias de estos efectos negativos; la existencia de Israel estaría cerca del jaque mate y la paz mundial al borde del colapso. Estos ingredientes son complejos y muy difíciles de controlar, porque involucran a muchos países, peor todavía si se pretende imponer soluciones jaladas de los cabellos, como la de bombardear las instalaciones atómicas de Irán, y eso es lo que usted no entiende o no le gusta entender.
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