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Cómo Europa subdesarrolló a África

Fuentes: El Diario [Foto: Dos manifestantes con un cartel que dice «Francia, lárgate de mi país»]

La editorial Capitán Swing reedita el reconocido ensayo del activista panafricanista Walter Rodney, publicado en 1972. Su prólogo, de Angela Davis, profundiza en el impacto de una obra que aportó una nueva perspectiva al subdesarrollo en África.

Cuando Walter Rodney fue asesinado, en 1980, a la prematura edad de treinta y ocho años, ya había culminado lo que pocos académicos son capaces de conseguir en carreras bastante más extensas que la suya. La disciplina de la historia de África nunca volvería a ser la misma tras la publicación de Cómo Europa subdesarrolló a África.

Al mismo tiempo, este análisis meticulosamente documentado sobre las persistentes repercusiones que tuvo el colonialismo europeo en el continente de África ha radicalizado las posiciones del activismo antirracista en todo el mundo. De hecho, el término «activista académico» adquiere su sentido más rotundo cuando se emplea para plasmar la pasión generativa que vincula la investigación de Walter Rodney con su determinación para librar al planeta de todos los frutos del colonialismo y la esclavitud.

Casi cuarenta años después de su muerte, sin duda necesitamos ejemplos tan brillantes como este de lo que significa ser un intelectual convencido que reconoce que la mayor importancia del conocimiento es su capacidad para transformar nuestros mundos sociales.

De Walter Rodney, y de aquellos que antes y después de él se han involucrado en el marxismo con un espíritu crítico al tiempo que desarrollaban análisis históricos del colonialismo y la esclavitud, hemos aprendido que cuestionar las profundamente arraigadas premisas del capitalismo sobre la naturaleza y el progreso humanos es una de las tareas más importantes para los teóricos y activistas que se proponen desmantelar las estructuras y la ideología del racismo.

Al refutar el argumento de que la subordinación de África a Europa emanaba de una propensión natural al estancamiento, Rodney rechaza asimismo la presunción ideológica de que únicamente la intervención externa sería capaz de generar un progreso en el continente. Si bien la colonización duró oficialmente tan solo unos setenta años —un tiempo, como señala Rodney, relativamente corto—, fue en ese periodo cuando se produjeron cambios colosales tanto en el mundo capitalista (esto es, en Europa y Estados Unidos) como en el mundo socialista emergente (especialmente en Rusia y China). «Contemplar el paso del tiempo —insiste— o incluso avanzar a ritmo lento mientras los demás saltan hacia delante es prácticamente lo mismo que ir hacia atrás».

En Cómo Europa subdesarrolló a África, Walter Rodney argumenta de forma exhaustiva que el imperialismo y los diversos procesos que dieron impulso al colonialismo crearon bloqueos estructurales impenetrables para el progreso económico y, por lo tanto, también político y social del continente. Al mismo tiempo, su argumentación no trata de absolver a los africanos de la «responsabilidad última sobre el desarrollo».

Me siento extremadamente privilegiada de haber podido conocer a Walter Rodney durante mi primer viaje al continente africano, en 1973. Menciono esta visita a Dar es Salam porque se produjo poco después de la primera publicación de cómo Europa subdesarrolló a África y porque, por un breve espacio de tiempo, fui testigo de primera mano de la urgencia revolucionaria que se fraguó en los círculos académicos y activistas que había a su alrededor. No solo tuve ocasión de presenciar las conferencias y debates que él organizaba en la Universidad de Dar es Salam en torno a la relación entre la liberación africana y la respuesta global al capitalismo, sino que también visité los campos de entrenamiento del MPLA, donde conocí a Agostinho Neto y la estructura militar que combatía al Ejército portugués. Los análisis de Walter Rodney reflejaban tanto una investigación histórica sobria y bien razonada, conformada por categorías y críticas marxistas, como un profundo sentido de la coyuntura histórica, que se definía por los movimientos revolucionarios globales, en especial por las luchas para la liberación africana de aquella época.

Siendo él un académico tan metódico, no ignoraba las cuestiones de género, aun cuando escribiera sin el beneficio de los vocabularios y los marcos de análisis feministas que se desarrollaron posteriormente. Otros han señalado que sin duda habría puesto un mayor énfasis en estos asuntos de haber actuado en una época más tardía. Con todo, Rodney aborda en varios momentos estratégicos del texto el papel del género, y se detiene a señalar que, bajo las condiciones del colonialismo, los «privilegios y derechos sociales, religiosos, constitucionales y políticos de las mujeres africanas desaparecieron, mientras que la explotación económica proseguía y a menudo se intensificaba».

Subraya que en África el impacto del colonialismo en la mano de obra redefinió el trabajo de los hombres como «moderno», al tiempo que califica el trabajo de las mujeres como «tradicional» o «atrasado». «Por lo tanto, el deterioro en las condiciones de trabajo de las mujeres estaba ligado a la consiguiente pérdida del derecho a establecer reglas autóctonas sobre qué trabajo tenía mérito y cuál no».

En la época en que se publicó Cómo Europa subdesarrolló a África, el activismo negro —al menos en Estados Unidos— se vio influido no solo por las ideas nacionalistas culturales sobre la intrínseca inferioridad femenina, atribuidas a menudo de forma falaz a las prácticas culturales africanas, sino también por la atribución, fomentada desde instancias oficiales, de una estructura familiar matriarcal —es decir, defectuosa— a las comunidades afroamericanas (por ejemplo, el Informe Moynihan de 1965). Este libro fue una importante herramienta para quienes nos propusimos rebatir tales nociones esencialistas del género en el seno de los movimientos radicales negros de aquella época.

Si las contribuciones académicas y activistas de Walter Rodney fueron un ejemplo de lo que más se demandaba en aquel momento histórico en particular —fue asesinado porque creía en la posibilidad real del cambio político radical, también en Guyana, su tierra natal—, sus ideas adquieren un valor aún mayor hoy en día, cuando el capitalismo ha reafirmado su permanencia de modo tan agresivo y cuando las fuerzas opositoras organizadas que una vez existieron (no solo la comunidad de naciones socialistas, sino también las naciones no alineadas) han quedado prácticamente eliminadas. Quienes nos negamos a conceder que el capitalismo global representa el mejor futuro para el planeta y que África y el antiguo tercer mundo están destinados a permanecer para siempre en la pobreza del «subdesarrollo» nos enfrentamos a la siguiente y crucial pregunta: ¿cómo podemos alentar una crítica radical al capitalismo que sea integral a las luchas contra el racismo, al tiempo que promovemos el reconocimiento de que no podemos concebir el desmantelamiento del capitalismo mientras las estructuras del racismo permanezcan intactas? En este sentido, depende de nosotros continuar, expandir y profundizar el legado de Walter Rodney.

Breve historia de Walter Rodney

Walter Anthony Rodney (Georgetown, 23 de marzo de 1942 – Georgetown, 13 de junio de 1980) fue un historiador, activista político y académico guyanés. Fue asesinado en el verano de 1980.

Viajó mucho y se hizo conocido internacionalmente como activista, académico y orador. Fue un fuerte crítico del capitalismo y argumentó que solo bajo “del socialismo y a través del liderazgo de las clases trabajadoras”, África podría romper con el imperialismo.

El 15 de octubre de 1968 el gobierno de Jamaica declaró a Rodney persona non grata. La decisión de prohibirle regresar a Jamaica y su posterior despido por parte de la Universidad de las Indias Occidentales, Mona, provocaron protestas de estudiantes y clases populares de West Kingston que desembocaron en disturbios, conocidos como los disturbios de Rodney, que resultaron en seis muertos y causaron millones de dólares en daños, explican desde Capitán Swing.

El 13 de junio de 1980, a los 38 años, fue asesinado en Georgetown por un explosivo colocado en su automóvil, un mes después de regresar de las celebraciones de la independencia de Zimbabue en un momento de intenso activismo político.

Fuente: https://www.eldiario.es/desalambre/europa-subdesarrollo-africa-prologo-angela-davis_1_12402327.html