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¿A qué llaman elecciones en EE.UU. y para qué sirven?

Fuentes: Rebelión

¿A qué llaman elecciones en EEUU y para qué sirven? El semanario Newsweek aporta un dato interesante que se refiere a la recogida de dinero del público en general para las campañas electorales, aportaciones de las que su propaganda nos da cifras multimillonarias, empleadas por los principales grupos de socios que se presentan (les llaman […]

¿A qué llaman elecciones en EEUU y para qué sirven? El semanario Newsweek aporta un dato interesante que se refiere a la recogida de dinero del público en general para las campañas electorales, aportaciones de las que su propaganda nos da cifras multimillonarias, empleadas por los principales grupos de socios que se presentan (les llaman partidos). Newsweek nos dice que el 99,97% de la población no les da ningún apoyo económico a estos grupos. Tan sólo el 0,03% restante los respalda. ¿Entonces, quién pone todo ese dinero y para qué? En el capitalismo el dinero es el valor que rige las relaciones, y los que tienen el capital son los que invierten en su modelo. Las votaciones forman parte de un juego en el que los inversores capitalistas hasta redactan el programa que quieren que se aplique, y por eso mismo ponen a su candidato en el atril de la representación. Esta última vez salían al teatrillo millonario Trump y Clinton, eran sus caballos de carreras, y abrieron las taquillas para las apuestas publicas.

Las campañas tienen el respaldo multimillonario de financistas, aseguradoras, bancos, empresarios del sector militar, industrial, agrícola, petrolero… y lobbys sionistas. Las diferencias no son, en ningún caso, de modelo, el modelo es el que se impone en la apuesta, no se discute, o si prefieres decir «viene impuesto», y su negocio administrativo será para un grupo o para otro, quienes forman parte de la clase dominante.
¿Pensábamos que eran elecciones populares? Las elecciones del pueblo requieren otro sistema bien distinto; el pueblo, la base social, escoge como candidatos a quienes se caracterizan por su honestidad y ética, y lo hace a través de las organizaciones que la integran, sindicatos, asociaciones y otras, además de cualquiera que considere de interés su propuesta. Ese conjunto con sus delegaciones recoge las necesidades y las lleva a un programa común que será portado por los elegidos para realizar las tareas que requiera el cumplimiento de la soluciones más adecuadas.

El modelo capitalista tiene una contradicción insalvable, hablar de elecciones y poner en marcha todo el aparato millonario con sus medios de difusión, … y de esta manera el pueblo se ve enfrentado a la mandíbula desgarradora de una nueva fase del negocio o explotación social por parte de esos pocos: elecciones en el capitalismo: hacer que la mentira parezca verdad mientras se asegura el modelo social. Camus decía que un hombre sin ética (aquí sería el grupo) es una bestia salvaje soltada a este mundo.

En una página del gobierno de EEUU (sitio web oficial del Departamento de Seguridad Nacional) leemos el comienzo: «Uno de los privilegios más importante de la democracia de los EEUU de América es el derecho de los ciudadanos a participar en la elección de los oficiales del gobierno a través del voto en los procesos eleccionarios.»
Se creen importantes, ¿se engañan?, engañan a la mayoría, y no dejan de recordarme un poema del gran Antonio Ferres titulado «La rana que croa en el estanque» que dice así:
«Solamente el idiota / -a lo mejor ministro / o presidente- se cree más importante / que la hormiga / Más importante que la flor / o que el velero que cruza / radiante la distancia / se cree más importante / que el grano de trigo / a punto de morir / sin la tierra y las lluvias / templadas / de la primavera./ Solamente el idiota / se cree más hermoso / que la rana verde / que croa en el estanque / de la tarde.»

¿Han leído? Cuando contrastamos lo que los grandes capitalistas estadounidenses hacen con los datos reales, lo que encontramos es lo siguiente:
Para votar en EEUU hay que registrarse, lo que requiere hacer una solicitud oficial, pagar las tasas, y aportar la documentación que pruebe que se es natural de EEUU, mayor de edad y del lugar de residencia.

En 1988 había 70 millones de personas no registradas, o si quiere decirlo de otro modo, el 40% en edad de votar no podía hacerlo, porque para eso hay que solicitarlo, pagar, demostrar que has nacido allí, …
Hay otros 15 millones de votantes que no figuran en ninguna lista, a pesar de tener derecho a ello, están desaparecidos de las listas de votación, de modo que no les entregan el voto, casualmente pertenecen a la población sospechosa de no dar su voto a los candidatos propuestos por la gran burguesía, suelen ser latinos, indios, negros y pobres.
Tampoco dejan votar a las personas no documentadas aunque estén legales (vienen a ser 8 millones).
No votan las personas que están en prisión (4,5 millones).

No puede votar el 32% de la población negra por haber sido detenida en alguna ocasión.

En Miami el número de personas negras que no podían votar cuando fue elegido Bush alcanzó la cifra del 66%.
Cada estado tiene sus normas de elección de los candidatos: voto en papel, electrónico, agujereando las papeletas, por correo, y en este último caso hay que autentificar la firma. Además existe el voto pagado por los candidatos, denominado de «ausente», con lo que un representante de uno de los grupos se hace cargo del voto de la persona que no va a depositarlo.

Los centros o lugares de votación no son fijos ni oficiales, cada vez pueden ser en un sitio distinto, colegios, casas particulares, hospitales, iglesias…

Las mesas de recogida de votos las componen «voluntarios» que cobran.
La población que ha pagado para conseguir el derecho a votar, figura en la lista, no ha sido detenida, averigua donde y cómo puede hacerlo, …: no vota para elegir directamente, sólo vota para elegir a quienes van a formar parte del «colegio electoral», quiere decirse, de los que presentados a las elecciones se han quedado con todos los compromisarios del estado, esos sí eligen. En 48 de los 50 estados el candidato más votado, siempre con porcentajes muy bajos de votantes, dificilmente sobrepasan el 50% de los que han votado, su lista, se adueña de todos asientos del «colegio electoral» del estado. Los representantes de los «colegios electorales» sumarán los 538 con derecho a votar al presidente, pero quien decide el representante es el grupo capitalista que se haya hecho dueño de 270 actas de compromisarios por lo menos. Puede ocurrir y ocurre porque el valor de cada voto no es el mismo para todos, que el otro grupo tenga en conjunto más votos, pero si los ha sumado donde el voto vale menos que en otros estados, entonces no sumará más estados a su favor, y por tanto no tendrá los puestos que necesita en el «colegio electoral» que le permitan elegir presidente. En las últimas elecciones Clinton sacó 3,5 millones más de votos que Trump, a pesar de lo cual no obtuvo más estados y se quedó sin los colegios electorales.

Con 270 votos, el grupo capitalista, además, manda lo que tiene que ocurrir en el mundo para sostener sus intereses. Los magnates capitalistas cambian a los responsables de llevar sus planes hasta el fin.

Lo último que ha ocurrido ha sido el cambio, mejor dicho dos cambios, en los puestos geoestratégicos: la sustitución en la vicepresidencia de Tillerson por el director de la CIA, Pompeo, y la puesta en su lugar de Gina Haspel, supervisora de cárceles secretas en Tailandia, donde se involucró en persecuciones y torturas llevadas a cabo en la operación denominada «Ojo de gato»; ¿qué cree usted que ha hecho semejante mujer para que le den el puesto de directora de la CIA?

Tillerson, directivo de la petrolera Exxon Mobil, mantenía diferencias de bulto con el sector que ha apostado por Trump, y había emprendido acciones secretas de bombardeos con gases prohibidos sobre Siria, eran acciones de guerra que favorecían a Inglaterra en su intento de aislar a Rusia y frenar su intervención en favor de Al Asad. La filtración del plan en el que Tillerson y los suyos marginaban al sector trumpista, llevó a su destitución, y para asegurar el proyecto que representa a éste grupo, en su nombre Trump nombró como vicepresidente a Pompeo. El proyecto de guerra promovido por Tillerson-gobierno inglés, con el que el primero tiene fuertes vínculos a través de la Exxon, que le han dado títulos honoríficos y participación en clubs exclusivos, ha fracasado. Pero cuando el representante Trump quiere que se haga cargo de la vicepresidencia el director de la CIA, y de la CIA se haga cargo Gina Haspel, considerando que lo hecho por esta mujer le vale para nombrarla, es que nos prometen tiempos aun más duros. Ni el grupo de Trump, ni el de Tillerson nos van a dejar la gloria bendita, sino que parece más probable que nos creen el infierno nuclear con el que amenazan desde hace mucho tiempo.

La clase dirigente estadounidense, ese grupo imperialista, y de ese grupo un sector, ha conseguido imponer a su caballería Trump, personaje que remite al poema de Antonio Ferres, el idiota y solamente el idiota, se cree más importante y más hermoso que la rana verde que croa en el estanque de la tarde. Burlarse de él tiene un peligro, y es que la élite de la gran burguesía imperial le considera un bruto y le escupe cuanto puede, por eso esas campañas en su contra desde los sectores que han visto escapársele el gobierno. Guardando todo el cuidado para no ser llevados por esa corriente, sí debemos sumarnos a las posiciones de los pueblos, que sean burlas sobre Trump y que sean ataques que descubran el juego de todos los que forman parte de esa clase social imperialista.

He aquí un par de muestras de lo que los mexicanos cantan de Trump:
«Hoy en día el racismo tiene peluquín, viste de corbata, un magnate al fin. Dime Donald Trump ¿cuál es tu problema?, a los mexicanos no nos busques guerra, somos bien directos, somos cabrones, y machucamos a los hozicones, hasta lo que tragas, voy a presumirte, ha sido trabajado por mi raza que es humilde.» Erick Vidrio.
«Es viejito y millonario y creo que su apellido es trompa, porque nunca la controla, la trae conectada con una arteria a la cola.» Los tres tristes tigres.

Cuando los grandes capitalistas nos quieren gobernar con un presidente de tales características es que buscan una salida poco o nada humana, … cuando se creen más importantes que la hormiga, que el grano de trigo, que la rana, siendo perdedores en el mundo y divididos entre ellos … malo, muy malo. Sí, siempre se han creído más importantes, ¿pero, qué conocemos de sus épocas de perdedores?¿que resoluciones han tomado al verse derrotados o no poder remontar la crisis en la que entraban? ¿que hicieron con su ejército de propagandistas?

Dejo aquí, como ejemplo, que se puede traducir a la actualidad, algunos párrafos de un gran libro, «La otra historia de los EEUU», de Howard Zinn, traductor Toni Strubel, en la editorial Hiru, que se refieren a una época también crítica para el poder estadounidense en el mundo:
«En abril de 1975, cuando el secretario de Estado Kissinger fue invitado a la ceremonia de entrega de diplomas en la Universidad de Michigan, se encontró con las protestas y los rechazos de invitaciones motivados por su papel en la guerra de Vietnam. También se había montado una ceremonia paralela. Kissinger se retiró. Era una época de vacas flacas para la administración. Se había «perdido» Vietnam (se suponía que Vietnam era ‘nuestro’ para poderlo perder), y el columnista del Washington Post, Tom Braden, citó las palabras de Kissinger: ‘Estados Unidos debe llevar a cabo algún acto en algún lugar del mundo que demuestre su voluntad de seguir siendo una potencia mundial'».
Al mes siguiente tuvo lugar el incidente del Mayaguez. El Mayaguez era un carguero americano que navegaba entre Vietnam del Sur y Tailandia a mediados de mayo de 1975, justo tres semanas después de la victoria de las fuerzas revolucionarias de Vietnam. Cuando se acercó a una isla de Camboya -donde acababa de tomar el poder un grupo revolucionario- los camboyanos detuvieron al barco, lo llevaron a un puerto de una isla cercana e hicieron desembarcar a la tripulación. Más tarde, la tripulación describió como cortés el trato recibido. El presidente Ford envió un mensaje al gobierno camboyano para que pusiera en libertad el barco y su tripulación, tras 36 horas sin obtener respuesta, Ford empezó con las operaciones militares y los aviones estadounidenses bombardearon a los barcos camboyanos, entre ellos al barco que estaba transportando a tierra a los marineros americanos. Los hombres habían sido detenidos un lunes por la mañana. El miércoles por la tarde los camboyanos los dejaron en libertad, embarcándolos en un barco pesquero que se dirigía hacia la flota americana. A primera hora de esa misma tarde -aún sabiendo que los marineros habían salido de Tang Islan- Ford ordenó a los marines que asaltara Tang Island. Los marines se encontraron con una resistencia más fuerte de lo esperado y pronto sufrieron 200 bajas, entre muertos y heridos, lo cual excedía el número de víctimas que tuvieron en la invasión de Iwo Jima en la II Guerra Mundial. Cinco de los once aviones de la fuerza invasora fueron derribados o inutilizados.

Además, 23 estadounidenses perdieron la vida en un accidente de helicóptero sobre Tailandia cuando iba a tomar parte en la acción, un hecho que el gobierno intentó ocultar. En las acciones militares ordenadas por Ford habían muerto un total de 41 americanos. En el Mayaguez había 31 marineros. ¿A qué se debía esa precipitación a la hora de bombardear, ametrallar y agredir? ¿Por qué ordenó Ford a los aviones americanos que bombardearan la nación de Camboya -causando un número incalculable de víctimas camboyanas- aún habiendo recuperado ya el barco y la tripulación? La respuesta no tardó en llegar: era necesario demostrar al mundo que el gigante americano, derrotado por el diminuto Vietnam, todavía era poderosa y firme.

El New York Times informó el 16 de mayo de 1975: «Se decía que los cargos de la administración, incluyendo al secretario de Estado, Henry Kissinger, y el secretario de Defensa, James Schlesinger, estaban ansiosos por encontrar alguna forma espectacular de subrayar la intención expresada por el presidente Ford en su frase: «mantener nuestro liderazgo en todo el mundo». La ocasión se presentó con la captura de la nave … Los altos cargos … dejaron claro que recibían semejante oportunidad con los brazos abiertos …» Pero por qué el prestigioso columnista del Times, James Reston -severo crítico de Nixon y Watergate- describió el caso Mayaguez como «melodramático y acertado»? ¿Por qué habló el New York Times -que había criticado la guerra de Vietnam- de la «admirable eficacia» de la operación?

La CIA también había estado implicada en conspiraciones para asesinar a Castro en Cuba y a otros jefes de estado. Había introducido el virus de la peste porcina africana en Cuba en 1971, provocando la enfermedad y muerte de 500.000 cerdos. Un agente de la CIA contó a un periodista que había traído el virus desde una base militar del Canal de Panamá para entregárselo a cubanos anticastristas.

También se reveló que la CIA -en connivencia con un secreto Committee of Forty (Comité de los Cuarenta) encabezado por Henry Kissinger- había trabajado para «desestabilizar» el gobierno chileno de Salvador Allende …
El Comité Church, creado por el Senado, presentó su informe sobre la CIA a la misma CIA para ver si contenía material que la Agencia quisiera omitir. El Comité Pike, creado en la Cámara de representantes, no hizo ningún trato de este tipo con la CIA o el FBI, y cuando publicó su informe final, la misma Cámara que había autorizado la investigación votó por mantener el informe en secreto. Cuando el informe se filtró al periódico Village Voice de Nueva York -por medio de un presentador de la CBS, Daniel Schorr-, nunca fue reproducido en los periódicos importantes del país: el Times, el Washington Post y otros. La CBS suspendió temporalmente a Schorr. Era otro ejemplo más de la cooperación entre los medios de comunicación y el gobierno por imperativos de «seguridad nacional».

El Comité Church puso al descubierto operaciones de la CIA que tenían como propósito influenciar las mentes de los americanos de forma secreta: «La CIA está en estos momentos utilizando a varios cientos de académicos americanos (administradores, facultativos, estudiantes graduados que se dedican a la enseñanza, etc) quienes, además de proporcionar accesos y, en ocasiones, hacer presentaciones que benefician a los servicios de inteligencia, escriben libros y otros materiales que se utilizan para hacer propaganda en el extranjero… Estos académicos se encuentran localizados en más de 100 colegios y universidades de América, así como en instituciones relacionadas con ellas». El Comité descubrió que la CIA había publicado, subvencionado o patrocinado más de mil libros antes de finales de 1967″.

La estafa al pueblo estadounidense de las elecciones presidenciales no ha saciado el hambre de poder autoritario sobre el mundo de los grupúsculos aspirantes, y sus enfrentamientos, sus contradicciones internas, sus debilidades, acrecientan las grietas del imperio. La apuesta del sector triunfante, el de los 270 partidarios en el Congreso por Trump, Pompeo y Gina Haspel, resulta extremadamente dura, se creen más importantes que la hormiga, el grano de trigo y la rana del estanque, llaman a sus críticos institucionales -que hablan de promover el impeachment del presidente- para acordar la forma de matar por su modelo social, como en tantas otras ocasiones. Parece que ahora todo apunta a que su declive como imperio es imparable.

Cuidado con las palabras de Kissinger y Ford:»Estados Unidos debe llevar a cabo algún acto en algún lugar del mundo que demuestre su voluntad de seguir siendo una potencia mundial». Trump ha pronunciado otras muy semejantes. Rusia no deja de aparecer en su horizonte. Rusia, China, Irán, Siria, Venezuela, Cuba, … En Julio de 2017 Trump anunció el aumento del número de cabezas nucleares de EEUU, iba a pasar de 4.000 a 32.000. De Pompeo ha dicho «Tenemos un proceso de pensamiento muy similar». Los estadounidenses que votaron ¿votaron a la CIA?. La CIA da a los problemas las salidas más agresivas. Detengámonos en Gina Haspel, la torturadora que definió su quehacer como «técnicas mejoradas de interrogatorio», que ha pretendido que destruyan 92 cintas de vídeo en las que daba los terribles métodos a emplear (cintas que se han salvado de la desaparición) y que eran bien conocidos. Gracias a la información que se ha filtrado el Centro Europeo de Derechos Humanos Constitucionales va a ejercitar una acción judicial ante el Fiscal Federal de Alemania para que sea detenida y puesta ante los tribunales. ¿Sucederá?: no sería un milagro, sería un acto de justicia universal. ¿A qué juega la clase imperial de Trump y concretamente su sector? El excanciller de Venezuela Roy Chaderton ha declarado al respecto: «De personajes siniestros como el propio Tillerson, entramos a tener que conformarnos con personajes horrorosos, como Pompeo y la nueva directora de la CIA, Gina Haspel», que es «monstruosa».

En ese sentido, Daniel Estulin en su libro «La trastienda de Trump» expone: «Toda la investigación sobre Rusia es un fraude. El auténtico crimen es el intento de golpe de Estado contra un presidente legítimo de Estados Unidos, (yo diría que según la legitimidad que da un sistema electoral corrupto como ninguno, dirigido por los mismos contendientes de la burguesía imperial) y la amenaza de forzar una guerra mundial contra Rusia y China, que podría acabar en un holocausto nuclear. Y todo esto, sencillamente, para enmascarar la bancarrota extrema del sistema financiero transatlántico y el fracaso de la clase política dirigente.»

Pero no me resisto a volver a los datos electorales de EEUU, quizás nos digan algo más del valor de estas entre la población: de los 231.555.622 que quedaron con derecho a votar, después de todas las purgas mencionadas al comienzo, sólo lo hicieron 137.053.916, o el 55,4% (datos de Wikipedia), y esto con toda la corrupción y falseamientos de sus periodistas propagadores, que alaban y justifican los actos de un presidente como éste y su clase que se creen más importantes que la hormiga, la flor, el velero, el grano de trigo, que la rana verde que croa en el estanque de la tarde.

No es un pueblo muy unido, y su gran burguesía imperial tampoco lo está. Atención a las señales en el cruce de caminos, que los pueblos vamos a seguir avanzando.

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: «Gaza 51 días», «Palestina. Crónicas de vida y Resistencia», «Dietario de Crisis», «Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero», y «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios». Presidente de la Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales AMANE. Miembro de la Comisión Europea de Apoyo a los Prisioneros Palestinos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.