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A vueltas con Ceuta y Melilla

Fuentes: Rebelión

Desde que el pasado mes de mayo la ciudad de Ceuta sufriera la llegada masiva de inmigrantes el diálogo con el vecino Marruecos está roto. El beligerante discurso nacionalista del rey Mohamed VI no ha permitido a Madrid reconducir las relaciones diplomáticas entre ambos. El dirigente afirma que el detonante de la “crisis migratoria” fue la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, en un hospital de Logroño con pasaporte argelino —una práctica habitual de la organización saharaui para proteger los desplazamientos de sus representantes— debido a su delicado estado de salud. 

La cascada de consecuencias no se ha hecho esperar. Primero la cancelación por parte de Rabat de la operación ‘Paso del Estrecho’ que obligará a los ciudadanos marroquíes a retornar a su país a través de puertos italianos y franceses. También la reciente destitución de la ministra española de Exteriores, Arancha González Laya, debido al malestar en el ámbito diplomático por su gestión de la crisis. Resta saber cuán agresiva será la respuesta de la monarquía alauita a la inminente sentencia del Tribunal de Justicia europeo sobre la propiedad de las fronteras marítimas saharauis. Para el órgano informativo del polisario el motivo de fondo en el asalto a la frontera de Ceuta estuvo en el rechazo de Madrid a la firma del expresidente Trump reconociendo la soberanía marroquí sobre el territorio del Sáhara Occidental.

Desde la Península es un reclamo histórico la soberanía política de Gibraltar a Reino Unido, pero cuando se hace referencia a las poblaciones africanas de Ceuta y Melilla nunca se considera que están ocupadas. En el siglo XIX el imperio colonial americano desaparece y el ejército español fija sus nuevos objetivos hacia el sur del Mediterráneo, en la extensa cordillera alauita del Atlas. Su mecenas será el Marqués de Comillas, hijo de un acaudalado empresario y político que recibió el título nobiliario traficando con esclavos negros en Cuba. Como dato destacar que la Esquerra Republicana de Catalunya ha acusado al fundador de Vox, Alejo Vidal-Quadras, de ser el tataranieto del marqués. 

Para la mayoría de la población alauita los enclaves son una reliquia de su pasado colonial. En esa dirección apunta la carta que recibió el presidente Pedro Sánchez del primer secretario de los socialistas marroquíes (USFP) donde declaraba que “creemos que es hora de empezar a discutir con calma y de forma razonable el futuro de Sebta y Melilla teniendo en cuenta los intereses de los españoles y marroquíes que viven allí”. Las dos ciudades autónomas se están deteriorando económicamente hasta alcanzar una tasa de paro del 35% en Ceuta y el 22% en Melilla. Un deterioro agudizado por el cierre rifeño de las aduanas al contrabando o el comercio como sucede en Melilla. Por otra parte, si el Estado español decidiera finalmente renunciar al régimen especial de Schengen, sería necesario el uso de visados para poder acceder a su territorio. Otro importante problema son las conductas xenófobas que se pueden producir por el aumento demográfico de la población inmigrante musulmana que reside de forma irregular. 

La cuestión del Sáhara como telón de fondo

España firmó en 1975 un acuerdo en el que anunciaba el fin de su presencia en territorio saharaui, pero tras la invasión de Marruecos y Mauritania las Naciones Unidas dictaminaron que a ninguno de los dos países les correspondía la soberanía. Todavía hoy Madrid es responsable de su descolonización, aunque de facto el control de buena parte de sus recursos lo está ejerciendo la monarquía alauita desde la ocupación del rey Hassan II.

Se ha convertido en una práctica habitual de la Unión Europea la importación de pescado marroquí que es transportado en camiones desde los caladeros saharauis hasta Gibraltar, incumpliéndose la normativa jurídica sobre la explotación de aguas todavía pendientes de descolonización. El Frente Polisario interpuso en 2019 una demanda contra el acuerdo pesquero con Marruecos y la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) es inminente. El litigio no es el primero, hace tres años que el poder judicial de Luxemburgo dictó que quedaban excluidas del acuerdo las aguas adyacentes al Sáhara Occidental, pero consideró a los colonos rifeños como una asociación autóctona igual al pueblo saharaui. Ahora una resolución que condenara la injerencia marroquí y aceptara el control del Polisario sobre sus recursos agrícolas y pesqueros significaría un duro revés para el país vecino que tiene en la Unión Europea su principal socio comercial.

La tensión no se rebajará tras el fallo, al contrario, la estrategia de Mohamed VI va de la mano del neoliberalismo. Con el Brexit el monarca vio en Londres un aliado con quien enfrentar las amenazas europeas y cuando Alemania cuestionó que Donald Trump pudiera decidir sobre la soberanía saharaui se suspendieron las relaciones con Berlín. Rabat es un socio extra-OTAN desde 2004, este estatus le otorga ventajas financieras y militares como ha sucedido tras normalizar las relaciones con el régimen israelí. Con el demócrata Joe Biden en la presidencia el necesario rearme del ejército norteafricano está haciéndose una realidad tras conocerse la compra multimillonaria de material bélico de última generación al Pentágono. 

La apuesta por la globalización económica y la estrategia en defensa de Marruecos puede convertirlo en el principal aliado de Washington para enfrentar múltiples intereses en ambos lados del Mediterráneo: la soberanía del Sáhara y las plazas de Ceuta y Melilla; los recursos en las aguas territoriales de las Canarias; la descolonización de la ciudad de Gibraltar; el suministro de gas argelino; e incluso la carrera armamentística y los planes europeos en materia de seguridad común.