Cobra relevancia que la agencia de noticias energéticas y metalúrgicas Platts (6/2/14) -que forma parte de la calificadora S&P- difunda que «más de la mitad (¡súper-sic!) de los pozos del fracking en EU se encuentra en zonas secas», basado en un estudio de Ceres: grupo no lucrativo de inversionistas con sede en Boston que aboga […]
Cobra relevancia que la agencia de noticias energéticas y metalúrgicas Platts (6/2/14) -que forma parte de la calificadora S&P- difunda que «más de la mitad (¡súper-sic!) de los pozos del fracking en EU se encuentra en zonas secas», basado en un estudio de Ceres: grupo no lucrativo de inversionistas con sede en Boston que aboga por la protección de la biosfera (http://es.scribd.com/doc/205503436/Ceres-FrackWater). Ceres, en la mitología romana, representaba a la diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad, y lo menos que puede hacer el grupo homónimo es cesar de invertir en el dañino fracking: fracturación hidraúlica de perforación horizontal que usa inmensas cantidades de agua con un centenar de productos químicos desconocidos y a la que se le atribuyen una serie de calamidades ( v.gr sismos y contaminación del agua potable).
De los casi 40 mil pozos de gas natural y petróleo del fracking en EU, más de la mitad se encuentra en zonas que experimentan sequía y donde, en casi dos años y medio, se usaron 366 mil 660 millones (¡súper-sic) de litros de agua, casi la mitad (¡súper-sic!) en el semiárido Texas.
La autora del estudio, Monika Freyman, comentó que la competencia por el agua crecerá en varias de estas zonas conforme crezcan las poblaciones y los niveles de desarrollo del gas y el petróleo.
Con este simple dato, toda la cantaleta de la «revolución ( sic) energética del siglo XXI en Norteamérica ( sic)» se derrumba al crear mayores daños que beneficios, no se diga en la región desértica del noreste de México, pletórica en shale gas (tercera reserva mundial), pero una de las mayores zonas desérticas del planeta.
Freyman minimiza la cantidad que se requiere en EU para el polémico fracking -«típicamente entre 1 y 2 por ciento del total de consumo-, pero advierte sobre los impactos locales (léase: la furia ciudadana) de las operaciones de gas y petróleo donde el agua es extraída de los mantos freáticos.
World Resources Institute (WRI) evaluó los mapas que señalan indicadores del estrés del agua en ocho regiones de EU y Canadá ( Why not Mexico?): más de 36 por ciento de los pozos se traslapan con zonas que experimentan agotamiento de los mantos freáticos.
¿A las petroleras anglosajonas no les importa mantener sedientas a sus poblaciones?
Después de Texas -segundo estado más poblado, con 26.5 millones de habitantes, de los cuales 15 millones se encuentran en racionamiento de agua- los Estados que usan más agua por el vilipendiado fracking son Pensilvania, Oklahoma, Arkansas, Colorado y Dakota del Norte ( http://es.scribd.com/doc/205520460/Fracking).
Entre las 250 empresas de energía, la polémica Chesapeake es la que más (ab)usa del agua: casi 45 mil 480 millones de litros, seguida por EOG Resources, XTO Energy (subsidiaria de Exxon Mobil) y Anadarko Petroleum. ¡Las próximas invasoras del noreste mexicano!
En otra ominosa clasificación, entre las empresas de servicios, aparece en primer lugar la macabra Halliburton con 94 mil 750 millones de litros (¡más de la cuarta parte del total de EU!), seguida por la lúgubre Schlumberger (uno de cuyos dueños es un ex director de Pemex): ¡Las depredadoras del mayor daño ambiental en la historia de la humanidad en el Golfo de México y que se despachan con la cuchara grande en su colusión con la agónica Pemex!
WRI clasifica una zona bajo extremadamente alto estrés acuífero, en la que más de 80 por ciento del agua en la superficie y en los mantos freáticos asequibles es ya asignada para uso agrícola, municipal e industrial.
Así que «casi la mitad de los pozos explotados por fracking desde 2011 se encuentra en regiones con elevado y/o extremadamente alto estrés acuífero».
Texas, en su frontera con México, es ya prácticamente una zona de desastre para el shale gas (lutita/esquisto/grisú), lo cual empeorará con la duplicación del (ab)uso del agua para fracking en la próxima década. ¿Por eso avientan la pelota del shale gas del lado transfronterizo de México, para usarlo como cobayo de experimentación ecocida de laboratorio?
Más aún: más de dos tercios de Texas continuan experimentando condiciones de sequias, mientras los acuíferos de los mantos freáticos principales se encuentran bajo estrés y la población del Estado crece. Al rato, las racistas depredadoras anglosajonas le echarán la culpa a la natalidad de los ultrajados migrantes mexicanos.
El tristemente célebre yacimiento Eagle Ford Shale, en el sur de Texas, extrae 90 por ciento de su demanda acuífera de los mantos freáticos que están a punto de agotarse, y es el que (ab)usa más del agua para fracking: 72 mil 200 millones de litros.
En el Permian Basin (Texas occidental), el (ab)uso del agua para fracking ha colocado a 70 por ciento de los pozos en estrés acuífero extremo.
El rotativo The Independent (5/2/14), de Gran Bretaña (GB), reporta el perturbador estudio del grupo Ceres, en medio de las protestas en todo el mundo por los efectos dañinos del shale gas a la salud pública y al medio ambiente.
En GB han llegado a la insensatez de pretender cambiar las leyes para permitir el fracking debajo (sic) de las casas y sin el permiso de los propietarios ( The Independent, 26/1/14), lo cual refleja la grave crisis energética a los dos lados del Atlán tico Norte anglosajón, donde predominan los intereses deletéreos de su bancocracia plutocrática por encima del bien común.
La defensa de Exxon Mobil es pueril cuando compara que el «carbón necesitaba 10 veces más agua que el shale gas, mientras el etanol del maíz necesita mil veces más agua». Exxon selecciona así su pretendido menor daño entre tres mayúsculos cataclismos.
The Financial Times (6/2/14) -controlado por el banco israelí-estadunidense Black Rock, el mayor beneficiario de la privatización de los hidrocarburos en México- ya no puede ocultar que el shale gas en EU ha sido puesto bajo la picota debido a la sequía y la sed por el agua.
El problema del agua en EU es mayúsculo y California, su Estado más poblado, padece su peor sequía en un siglo.
¿Inicia la gran fuga de los inversionistas de la burbuja del shale gas, que puede explotar del lado de la escasez del agua en una época de intensa sequía?
The Financial Times reseña que la escasez de agua y las tensiones con las comunidades locales ha obligado a las petroleras a soluciones costosas, como el transporte de agua en camiones (sic).
Los accionistas de los poderosos fondos de pensiones de Nueva York exijen ya explicaciones sobre el impacto ambiental del fracking a ExxonMobil, Chevron, EOG y Pioneer. ¿Rebelión en la granja bursátil?
A mi juicio, el retiro de las inversiones de los fondos de pensiones de las petroleras del shale gas constituiría el golpe de gracia a las pretensiones de EU para ser el emperador energético global y sustituir a Arabia Saudita.
No venía en el radar la revuelta de las comunidades y los ciudadanos ante el saqueo hidráulico y su sequía por la vía del fracking de las depredadoras petroleras anglosajonas.
La suicida reforma Peña/Videgaray/Aspe -en particular, su explotación ecocida del shale gas- se tambalea en su lugar de origen: EU. ¡Increíble!
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2014/02/09/opinion/012o1pol