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El XII Plan quinquenal chino

Adiós a «Chimérica»

Fuentes: Freitag

A medida que norteamericanos y europeos se ven estrangulados por los planes de austeridad, la exportación alemana pone sus ojos en el Este: allí sigue prosperando una ciclópea necesidad. Los países emergentes (China, Brasil e India) son los que han escapado más rápidamente de la crisis financiera mundial de 2008-2009, aunque no sin rasguños: el […]

A medida que norteamericanos y europeos se ven estrangulados por los planes de austeridad, la exportación alemana pone sus ojos en el Este: allí sigue prosperando una ciclópea necesidad. Los países emergentes (China, Brasil e India) son los que han escapado más rápidamente de la crisis financiera mundial de 2008-2009, aunque no sin rasguños: el desplome de las exportaciones en China en el 2009 arrastró consigo a la producción, que cayó en casi un 21%, y provocó el cierre de numerosas empresas, llevándose por delante a unas 670.000 y conduciendo al desempleo masivo en las provincias costeras. Más de once millones de trabajadores emigrantes perdieron su trabajo y la tasa oficial de desempleo aumentó hasta el 9%.

Nada de medias tintas

Pero a pesar de todo, China podría haber salido peor parada de la crisis: apenas se cerraron bancos. Mientras proseguían las turbulencias en los mercados financieros, el gobierno del primer ministro Wen Jiabao decidió reconfigurar Shangái como centro financiero internacional y promover Hong Kong como centro financiero offshore para los propios bonos del estado. En paralelo, se aprobó un paquete de estímulos fiscales de aproximadamente 590 mil millones de dólares. Las provincias no se quedaron atrás y a su vez inyectaron miles de millones de yuanes en sus respectivos ciclos económicos regionales por valor, al cambio, de 1’3 mil millones de dólares. Nada de medias tintas: sólo el estímulo coyuntural de Barack Obama puede compararse en dimensiones.

Con estos programas se financiará una serie de medidas que sugieren una reorientación del modelo de exportación chino, con vistas a una completa transformación de la economía. Este plan quinquenal, el doceavo, cuyas líneas principales se esbozaron el año pasado y recién se ha aprobado en Beijing en la Asamblea Popular Nacional China, lo deja bien claro. El gobierno ha comprendido las lecciones de la crisis y quiere el cambio. Festoneado como el «primer plan quinquenal verde de la historia de China», para el 2015 debería de dejar tras de sí un país más verde y más social, igualitario, urbano y formado. Los fetichistas del crecimiento han logrado que el Partido Comunista Chino haya acabado por tirar del freno: el crecimiento económico a un ritmo del 7% en total, ha crecido un 4’5% anual, y ahora se encuentra bajo la media del período de 2005-2010, en el cual los objetivos de crecimiento ya eran más bajos que durante las primeras décadas de la política reformista. Un crecimiento pausado, una clara reducción del consumo de energía y materias primas, salarios reales más altos, un aumento del consumo privado, una expansión del sector servicios, un estado social más generoso y mejor equipado: todo ello tiene consecuencias para la economía mundial.

Lo que aquí se propone es nada menos que la despedida de «Chimérica», la asombrosa interdependencia económica entre China y los Estados Unidos. Los chinos quieren en un futuro próximo exportar mejores productos y aún productos de alta calidad, apoyan masivamente la investigación tecnológica en las industrias claves y la importación de tecnología. En última instancia China disminuirá su peso en el balance comercial disminuyendo la cantidad de deuda estadounidense en dólares que hasta la fecha posee. Lo que plantea la pregunta de quién refinanciará en el futuro próximo el déficit estatal estadounidense si los chinos prefieren invertir su dinero en materias primas y empresas extranjeras antes que en bonos del tesoro estadounidense.

Inversión en educación

China quiere acelerar el cambio estructural con miras en las nuevas industrias estratégicas como son las tecnologías de la información, las biotecnologías, los combustibles no fósiles, las tecnologías medioambientales, las nuevas materias primas, los medios de transporte alternativos (coches híbridos y eléctricos) y la tecnología punta (trenes de alta velocidad, satélites, «fábricas inteligentes»). Su volumen en el Producto Interior Bruto (PIB) del país debería aumentar hasta un tres por ciento hasta el 2015. El moderno sector servicios debería ver su expansión para poder domar así el tigre del desempleo -hasta el momento el principal argumento contra el freno a la economía exportadora- así como el tigre de la inflación (actualmente en un 4%).

El duodécimo plan quinquenal parece haber sido pensado concienzudamente: macroeconómicamente se anima al mercado interno exclusivamente a través de proyectos macroeconómicos, esto es, a tendiendo redes de transporte y energía a lo largo y ancho del gigante asiático. Para fundamentar este cambio con el potencial intelectual del país se invertirá masivamente (a diferencia de Alemania) en educación e investigación. Hasta el 2015 la media de gasto en investigación y desarrollo en el PIB debe aumentar desde el 1’75% actual hasta un 4%.

Por vez primera este plan quinquenal contiene un largo capítulo sobre el cambio climático. China sigue siendo el mayor consumidor de energía del mundo y preocupa por sus elevadas emisiones de dióxido de carbono. Pero la República Popular China quiere ahora dejar atrás el carbón con las energías limpias y reducir hasta el 2015 las emisiones contaminantes en relación a sus resultados económicos en otro 17% (hasta el 2020, entre el 40 y el 45%). Para ello se comprometerá a invertir en energías renovables, un tercio de lo recaudado mediante impuestos se destinará a su desarrollo y, por el momento, las empresas chinas estarán obligadas por ley a tener su consumo eléctrico de fuentes de energía alternativas, lo que conducirá a China a la misma cantidad de generación de electricidad eólica y solar que ha alcanzado ya los EE.UU. Sin embargo el programa atómico se mantiene y no se habla de desconexión. Además, a la capacidad actual de 10’8 gigavatios de los 13 reactores atómicos existentes deberán unírsele hasta el 2015 nuevas centrales atómicas con una capacidad de 40 gigavatios. Esto complacerá a los constructores de reactores atómicos alemanes y franceses, que se jactan de tener las instalaciones más seguras del planeta.

Fuente: http://www.freitag.de/politik/1115-abkehr-von-chimerika

Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero