La fuerza europea Eufor, delegada por la ONU y cuyos miembros son mayoritariamente franceses, fue desplegada en el país. ¿A dónde apunta esta intervenciòn? «De las ex-colonias francesas, salvo Djibouti, el Chad es seguramente el país en el cual la armada francesa se ha investido mas», afirma François-Xavier Verschave, en su libro «Noir Silence». Una […]
La fuerza europea Eufor, delegada por la ONU y cuyos miembros son mayoritariamente franceses, fue desplegada en el país. ¿A dónde apunta esta intervenciòn? «De las ex-colonias francesas, salvo Djibouti, el Chad es seguramente el país en el cual la armada francesa se ha investido mas», afirma François-Xavier Verschave, en su libro «Noir Silence». Una vez más, se confirma esa afirmación. ¿Pero cual es el contenido de las relaciones que mantienen los dos países?
El 28 de enero pasado, los ministros europeos de los asuntos exteriores acordaron sobre el envió de una fuerza militar en el este del Chad y en el nordeste de la republica centroafricana. Esa fuerza, llamada Eufor, delegada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), será compuesta de 3700 soldados de 14 países, entre los cuales 2100 serán franceses. Su misión: «proteger las poblaciones refugiadas o desplazadas por el conflicto en la provincia sudanesa vecina del Darfur».
El Eufor empezó sus primeras operaciones de reconocimiento el martes 19 de febrero y será completamente desplegada antes del mes de junio, según declaró en Bangui el general francés Jean-Philippe Ganascia, comandante sobre el terreno de la fuerza europea.
No obstante, ese sostén, aportado por Francia en el marco de la ONU y de la Unión Europea (UE) en el Chad no es el primero. En 1976, bajo la impulsión de Valery Giscard d’Estaing, los dos países firman un acuerdo de cooperación militar técnico. En teoría, los soldados franceses de la cooperación no pueden hacer la guerra. Paris proporciona municiones, logística, e informaciones a la armada de Idriss Deby. Sin entrar en la batalla, que opone en aquella época el país a las tropas del coronel Kadhafi y también al Frente de liberación nacional del Chad (FROLINAT), sostenido por Sudan y por Libia.
En febrero de 1986, la operación Epervier ve la luz, en el marco del acuerdo de defensa entre el Chad y Francia. Fue preparada por un encuentro en N’Djamena entre el presidente (de Chad) Hissène Habré y el ministro de la defensa francés Paul Quilès. Su propósito era contener la invasión de Libia, que había llevado a la perdida de todo un territorio al norte del país. Las tropas de Kadhafi amenazaban ahora la capital: una ofensiva había sido tomada en ese sentido, el 10 de febrero, en la vana esperanza que no habría reacción francesa.
Entonces, en teoría, Francia tendría que permanecer neutral: no entrar en la guerra y solo proporcionar al régimen de Idriss Deby todos los medios técnicos para hacerla.
El primero de febrero, el régimen de Idriss Deby es amenazado por los rebeldes. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, decidió que no habría reacción francesa. El problema, según el, es el siguiente: o bien Francia no interviene, y en ese caso el país es acusado de abandonar los gobiernos soberanos; o bien interviene, y le reprochan su intervención en los asuntos interiores de un Estado.
Frente al ataque de los rebeldes (de Chad), Francia primero escogió respetar el acuerdo de 1976: suministro de material, únicamente. Sin embargo, el 2 de febrero, los soldados del dispositivo Epervier impiden los rebeldes tomar el aeropuerto de N’Djamena.
¿Simple apoyo logístico? Los insurrectos ponen en duda esa versión. Acusan los militares franceses de querer mantener cierta influencia sobre el asunto, permitiendo a los helicópteros (de Chad) despegarse.
Entonces: ¿Cuáles son los intereses de Francia, al mantener un régimen dictatorial en el país africano?
Para contestar esa pregunta, habría que recordar el reciente asunto de la arca de Zoé, cuyos miembros fueron acusados de querer raptar 103 niños del Darfur.
La asociación francesa afirma que solo quería salvar esos orfanatos. Idriss Deby declaró que esa aspiraba alimentar las redes de pedofilos, o las de tráfico de órganos, y por lo tanto, afirmó querer castigarla «severamente», en el mismo país. Son declaraciones que se concretizaron, ya que sus miembros fueron condenados a ocho años de trabajos forzados, pena que pudo después convertirse a ocho años de encarcelamiento en Francia, según el derecho del país.
Recientemente, el gobierno francés hizo al presidente (de Chad) un pedido de absolución para los miembros de la asociación. Idriss Deby contestó que «lo iba a analizar». Muchos denuncian un mercadeo entre los dos países. El 8 de febrero, el ministro francés de la defensa Hervé Morin reconoció que podía ser «un gesto de reconocimiento indirecto» del apoyo dado por Francia, durante la reciente crisis en el país.
El ministro de las relaciones exteriores del país africano, Ahmad Allam-Mi calificó esa hipótesis de «ridícula».
El cotidiano (de Congo) «Le Potentiel» menciona otro interés francés: el petróleo. «El Chad tiene reservas evaluadas a 1,5 billones de barriles. Los expertos juzgan el subsuelo del país todavía insuficientemente explotado, como para suscitar codicias extranjeras».
Petróleo, intereses, geopolítica. Viejo y añejo colonialismo franés: África, nuevamente.
En todo caso, sin el apoyo de Francia, el presidente del país africano no hubiera podido oponerse a los ataques de los rebeldes. Morin, cuando fue a Chad al principio del mes, aportó al país un apoyo «sin fallas», apoyo que será probablemente confirmado con la visita de Sakozy en N’Djamena. Una vez más, Francia salvó al régimen de Idriss Deby.