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África vuelve provinciana a Europa

Fuentes: Visão

Traducido por Antoni Jesús Aguiló y revisado por Àlex Tarradellas

Al contrario de lo que ha sucedido en los medios de comunicación africanos, el fracaso de la reciente Cumbre Europa-África no ha sido objeto de cualquier análisis serio en los medios de comunicación europeos. En el contexto global en que vivimos, esta ausencia es preocupante, pues revela que Europa o nunca ha entendido a África o ha dejado de entenderla. El silencio afirma ruidosamente: «Esto es África. ¿Qué se espera?» Y la pregunta es retórica. Ante ella, los africanos se preguntan perplejos: «¿Qué Europa es ésta que piensa así?» Y, al contrario que los europeos, buscan respuestas ya que, después de siglos de colonialismo, no se pueden permitir el lujo de no entender a Europa.

Hay un proverbio africano que dice: «Mientras la historia de la caza del león sea contada por los cazadores, los leones serán siempre perdedores». Lo poco de historia de África que los europeos conocen es la historia del cazador, la historia europea de África, y mientras esto no cambie África sólo confirmará a los europeos lo que ya «saben» de ella. O sea, nada que sirva para fundar otro tipo de relaciones que no sean las coloniales y las neocoloniales. Para empezar, sería importante tener en mente que la reciente cumbre ocurrió después de varias otras -la Cumbre África-Estados Unidos, en 2005, la Cumbre África-América Latina, en 2006, y la Cumbre África-China, en 2007- y que todas ellas, sobre todo las dos últimas, tuvieron resultados palpables, a pesar de haber ocurrido con socios para los que África, hasta hace poco, era algo extraño y remoto. O sea, al contrario que Europa, los nuevos socios no tuvieron dificultad en entender la nueva África.

¿Y qué es la nueva África? Es un África que busca aprender las lecciones de la globalización neoliberal para recibir de ella no sólo los costes, como hasta aquí, sino también algunos beneficios. Para eso tiene que unirse para que el mundo desarrollado no la continúe dividiendo, tal y como lo hizo la geografía colonial. Está en curso un nuevo impulso de panafricanismo, más pragmático que el anterior, centrado en instituciones nuevas o renovadas, sea de ámbito continental (la Unión Africana), sea de ámbito regional (por ejemplo, la Comunidad de Desarrollo de África Austral, SADC), con el fin de resolver con recursos internos las crisis que ocurren (de Darfur a Kenia) y alimentándose de las victorias que nacen de la unión. En suma, África siente que es preferible caminar con los propios pies, aunque sangren, que con muletas, aunque sean de oro.

Por otro lado, la nueva África se interroga intensamente sobre cuál es su origen. Desde hace tiempo está en curso una revisión profunda de la historia del colonialismo que implica una reflexión sobre el África precolonial. El debate es intenso, pero de éste emerge un sentimiento de que África no puede desperdiciar ninguna originalidad o experiencia histórica africana, aunque haya sido desvirtuada y manipulada por el colonialismo. De ahí una reevaluación de los sistemas de gobierno tradicionales (las autoridades tradicionales) y del modo en que pueden ser puestos al servicio de una democracia que no sólo sea una imitación o imposición occidental. ¿Cómo construir una ciudadanía articulada con las fuertes pertenencias comunitarias, sobre todo cuando se sabe que un Estado-providencia tipo europeo, aunque se desee, es un objetivo distante? ¿Cómo concebir un Estado que sepa articular varias fuentes de legitimidad para estar más próximo de los ciudadanos y no caer en la voracidad de la corrupción, tantas veces inducida desde fuera? La cuestión de la relación entre ciudadanía y etnicidad se vuelve urgente. Pero los africanos saben que detrás del «tribalismo» del que África es acusada por el Norte desarrollado, está el verdadero tribalismo, el tribalismo que divide a África en dos tribus: la de los que tienen todo y la de los que no tienen nada, la inmensa mayoría. Es en este tribalismo profundo que se asienta el tribalismo que interesa a los medios de comunicación occidentales. ¿Violencia en Kenia? «Esto es África. ¿Qué se espera?» ¿Y la estruendosa derrota de Thabo Mbeki, presidente de África del Sur, en el reciente Congreso del Partido del Congreso Nacional Africano (ANC), ante su opositor Jacob Zuma, y el modo en que el tsunami Zuma fue absorbido por la democracia sudafricana? ¿También eso es «Esto es África. ¿Qué se espera?»?

La imaginación catastrófica de Occidente no sabe leer África si no es a través de metáforas apocalípticas, como genocidio y limpieza étnica. Si procurase entender, vería que detrás de la violencia están conflictos de tierra y por el control de recursos naturales, muchos de ellos resultantes de tortuosas herencias coloniales, otros basados en luchas por el control político y territorial postindependencia, enmascarados de nacionalismo y de identidad nacional. Es, pues, la tribu de los campesinos pobres, expulsados de sus tierras, tantas veces en nombre de megaproyectos de grandes empresas multinacionales europeas, financiados por el Banco Mundial y con la connivencia de élites políticas corruptas, es esa tribu la que está detrás de esa violencia. Y también con relación a ella Europa no se puede considerar inocente. La politización de la etnicidad comenzó con el colonialismo y, después de las independencias, si las potencias colonizadoras hubiesen cumplido los compromisos asumidos de facilitar la reforma agraria, la tribu de los campesinos pobres hoy en día no existiría. De África, Europa sólo ve las realidades que confirman su nostalgia del colonialismo.

Fuente: : http://www.ces.uc.pt/opiniao/bss/196pt.php

Artículo original publicado el 17 de enero de 2008.

Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra (Portugal).

*Antoni Jesús Aguiló es colaborador externo de Rebelión y Tlaxcala.

*Àlex Tarradellas es miembro de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate.

Esta traducción se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor, al revisor y la fuente.