Existe una gran posibilidad de que las elecciones del próximo noviembre en Estados Unidos culminen en litigios interminables. Es el pronóstico de diversos especialistas, de acuerdo con una nota aparecida en el New York Times. El fantasma de lo sucedido en Florida en el año 2000, cuando en una decisión dividida la Suprema Corte de […]
Existe una gran posibilidad de que las elecciones del próximo noviembre en Estados Unidos culminen en litigios interminables. Es el pronóstico de diversos especialistas, de acuerdo con una nota aparecida en el New York Times. El fantasma de lo sucedido en Florida en el año 2000, cuando en una decisión dividida la Suprema Corte de la Nación entregó la presidencia a George W. Bush, pudiera repetirse nuevamente, con el agravante de que el litigio pudiera extenderse a más de un estado.
En esta ocasión no sólo será Florida donde las demandas y contrademandas pudieran surgir. En los estados de Pensilvania, Ohio, Wisconsin, Iowa y Carolina del Sur existen las condiciones para que los partidos en contienda soliciten la intervención del Poder Judicial para dirimir los litigios que surgieran posteriormente a las elecciones.
En cada uno de esos estados, todos gobernados por republicanos, existe la intención de cambiar las reglas mediante las que se ha emitido el voto históricamente. Ahora se pretende que los electores se identifiquen plenamente en el momento de votar. A diferencia de lo que sucede en otros países, en el sistema electoral estadunidense no han existido motivos para comprobar la personalidad de los votantes. Los casos de fraude han sido aislados y de poca importancia y no se justifica que en esta elección sea necesario cambiar la forma en que se ha votado tradicionalmente.
¿Cuál es entonces la necesidad de exigir documentos que prueben la personalidad del votante? De acuerdo con diversas organizaciones de derechos humanos y de promoción del voto, quienes carecen de documentos para identificarse son las minorías étnicas, concretamente las afroamericanas y las latinas. Coincidentemente son las que en mayor porcentaje votan por los candidatos del Partido Demócrata. Por ello, no es extraño que sea el Partido Republicano el promotor de iniciativas para exigir dichos documentos. El resultado práctico es inhibir el voto de esas minorías.
En los estados donde hay un celo especial por exigir una identificación para votar es donde hay una alta posibilidad de que la votación sea cerrada. Casualmente en esos estados hay un número significativo de latinos y afroamericanos que pudieran ser eximidos del voto. Las sospechas sobre las verdaderas intenciones para cambiar las reglas de votación se confirman porque en esos estados ganó Obama las elecciones pasadas. Cabe recordar que a diferencia de países como México, donde el ganador se decide por el voto universal, en Estados Unidos el Colegio Electoral es el que califica las elecciones según los votos de cada estado, por lo que ganar en esos estados es clave para cualquiera de los contendientes.
Los demócratas se han amparado ante los tribunales en contra de ese cambio en la legislación, pero los republicanos han contrademandado y no está claro cómo terminará el asunto. Para decirlo en términos coloquiales: los republicanos perdieron en 2008, pero ahora están resueltos a arrebatar, no importando los medios.