Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Las cicatrices de cortes de navaja en las manos y el cuello de Leila, de 18 años de edad, dan testimonio de sus pasadas tentativas de suicidio. La adolescente de Herat dijo a IWPR que se había sentido profundamente deprimida tras su matrimonio con un hombre de 45 años.
«Mis padres me casaron con un hombre mucho mayor que yo», dijo. «Después comprendí que eso no era lo que yo quería de la vida. Me tenía totalmente controlada, me prohibía ir a todas partes y su injerencia en cada nimio detalle de mi vida llegó a hacérseme insoportable. Me sentía tan mal que decidí poner fin a mi vida tomando veneno, pero sobreviví. Lo intenté otra vez más adelante con una navaja, pero me salvaron de nuevo.
Leila buscó tratamiento posteriormente para sus problemas de salud mental.
«Ahora me siento mejor después de tomar medicación y una larga serie de consultas de psicoterapia.»
Los problemas de salud mental proliferan por todo Afganistán, alimentados por el legado de más de tres décadas de conflicto. Los psicólogos sostienen que son las mujeres las que soportan el peor peso del problema.
Los expertos en la norteña provincia de Herat señalan que las tasas de depresión están aumentando entre las mujeres, impulsadas por factores que incluyen la violencia de género, la pobreza y la problemática social asociada.
Los profesionales locales de salud mental estiman que durante el pasado año se produjo un aumento del 20% en las personas transferidas a su consulta con respecto al anterior.
Abd Al Rahman Hamraz, funcionario del departamento de Salud Pública de Herat, dijo a IWPR: «Nuestras estadísticas muestran que las tasas de depresión han aumentado, por lo que hemos tenido que derivar a muchas más pacientes a los servicios de salud mental».
Wahid Nourzad, director de los servicios de salud mental del Hospital Regional de Herat, dijo que esta situación reflejaba una creciente conciencia de la problemática que padecen las mujeres.
«Creo que esta misma tasa alta de depresión se daba igualmente en el pasado, pero las estadísticas no la reflejaban debido a la falta de conciencia sobre la enfermedad y al reducido número de clínicas existentes para problemas de salud mental.»
Mahdi Hossaini, psicólogo en Herat, dijo que la enfermedad podría clasificarse en depresiones menores, suaves y graves. Y que la sintomatología incluía «dolor y sufrimiento, sentimientos de tristeza, escasa energía, fatiga, desamparo, llanto, culpa, rabia y abandono [social]. El tratamiento implica una combinación de terapia y medicación», añadió.
Nourzad dijo que el tratamiento que se ofrecía en las clínicas estatales dependía de la gravedad de los síntomas que presentaba cada persona.
«Las pacientes que tienen una depresión suave reciben tratamiento en cuatro o cinco consultas, mientras que las que presentan síntomas graves de depresión son hospitalizadas durante un período de seis meses en el que reciben medicación y terapia psicológica», dijo.
Mohamad Asef Kabir, director del departamento de Salud Pública de Herat, dijo que todos los centros sanitarios de la provincia disponían de servicio de psicoterapia y de medicación.
Además, continuó: «Hay diez clínicas dedicadas a pacientes que sufren dolencias mentales menores y una, ubicada en el Hospital Regional de Herat, para los casos de mayor gravedad».
Kabir añadió que esas clínicas tenían también programas para aumentar la conciencia pública sobre los trastornos mentales y cómo prevenirlos.
Zahra, de 38 años, con una largo historial de depresión, habló con IWPR cuando estaba ingresada en el Hospital Regional de Herat.
«Llevo quince años sufriendo esta enfermedad; he tomado distintos medicamentos en varios lugares, como Irán y Pakistán. Sin embargo, todos los tratamientos fueron finalmente un fracaso aunque en algunas ocasiones me sentí un poco mejor. Recientemente perdí a mi hermana y ese hecho agravó mi depresión. Tengo que soportar frecuentes dolores de cabeza, siempre estoy peleando por todo con mi familia. Este es mi tercer día de hospitalización.»
Impacto de la violencia de género
El ministro de Sanidad Pública, Firozuddin Firooz, anunció en el Día Mundial de la Salud Mental del año pasado, que el 72% de las mujeres afganas sufren depresión.
Dijo que la guerra, la pobreza, el desplazamiento y la falta de recursos son las causas principales de los trastornos de salud mental en Afganistán. En el país hay alrededor de 1.500 centros de salud donde se ofrecían servicios psicológicos, con 300 clínicas dedicadas a la salud mental. El gobierno planeaba crear otros 200 centros especializados, según declaró.
Pero hay muchos que opinan que el impacto de las conservadoras tradiciones de Afganistán y la desigualdad de género asociada a las mismas son un elemento central en la salud mental de las mujeres. Sin un cambio fundamental en las actitudes, pocos progresos pueden lograrse.
Fatemah Bagheri, directora de asuntos de la mujer de la Comisión Independiente de los Derechos Humanos de Afganistán (AIHRC, por sus siglas en inglés), dijo: «Casi todas las organizaciones de derechos de la mujer, así como la AIHRC están preocupadas por el gran número de mujeres que sufren problemas de salud mental».
Madinah, que fue diagnosticada con depresión hace más de un año, atribuye su enfermedad a los efectos de la pobreza y a la adición a la droga de su padre.
«Mi mayor deseo era ir al colegio, pero a causa de la adicción de mi padre sólo recibía golpes y me quedé sin educación», dijo. «Me sentía constantemente angustiada, por eso fui a un psicólogo y me dijo que sufría depresión».
Mahbubeh Jamshidi, directora del departamento de Asuntos de la Mujer en Herat, señaló que una abrumadora mayoría de mujeres que padecían violencia doméstica desarrollaban enfermedades mentales.
Dijo que su departamento había establecido recientemente un centro de consultas psicológicas para mujeres, pero lamentó la falta de un plan estratégico más amplio para abordar las cuestiones de salud mental entre las mujeres.
«El tratamiento inicial para una mujer deprimida es la terapia, pero es insuficiente porque los medicamentos, que es lo que se utiliza al final, son más eficaces», dijo.
Hossniyah Nikzad, directora de la Red de Mujeres Afganas, estuvo de acuerdo en que la discriminación, tanto en el hogar como a nivel social más amplio, era la principal causa de depresión entre las mujeres.
«El Estado debe crear un sistema bajo los auspicios del departamento de Educación, de Información y Cultura y del Haj [Asuntos Religiosos], en el que todos cooperen estrechamente para reducir la violencia, ya que la depresión de las mujeres va asociada al aumento de la violencia», dijo. «Si la gente es más consciente de las leyes y reglamentaciones [que regulan la discriminación de género], se reducirán la violencia y la depresión.»
Las mujeres declaran que, con un tratamiento adecuado, podrían tener nuevas esperanzas en el futuro. Leila, la muchacha de 18 años con un historial de intentos de suicidio, trabaja ahora en un centro de salud mental del que dice que le ha ayudado a superar su propio trauma.
«Solicité trabajar aquí porque comprendo muy bien el sufrimiento por el que han pasado estas mujeres», dijo. «Intento ayudarlas para que se recuperen».
[Este informe se elaboró en el marco de la iniciativa de IWPR para promover los derechos humanos y la buena gobernanza en Afganistán, financiado por la delegación de la UE en Afganistán.]
Fuente: https://iwpr.net/global-voices/depression-rampant-among-afghan-women
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