Los extranjeros indocumentados que residen en Libia no solo viven sometidos a «los mismos abusos que se cometían en la época de Muamar Gadafi», sino que «han empeorado» desde la caída de la dictadura, sobre todo en el caso de los inmigrantes y solicitantes de asilo subsaharianos, a los que se acusa de haber combatido […]
Los extranjeros indocumentados que residen en Libia no solo viven sometidos a «los mismos abusos que se cometían en la época de Muamar Gadafi», sino que «han empeorado» desde la caída de la dictadura, sobre todo en el caso de los inmigrantes y solicitantes de asilo subsaharianos, a los que se acusa de haber combatido como «mercenarios africanos» en favor del régimen anterior, según ha denunciado la organización Amnistía Internacional (AI) en un nuevo informe.
El documento se basa en las misiones de investigación realizadas por AI en Libia entre mayo y septiembre de 2012, y examina «la terrible situación de las personas refugiadas, solicitantes de asilo y migrantes en Libia», los cuales, según la organización, viven constantemente sometidos al riesgo de la extorsión económica y la explotación, a detenciones arbitrarias e indefinidas y a palizas que «en ocasiones equivalen a torturas».
Durante los 42 años de gobierno del coronel Muamar Gadafi, los ciudadanos extranjeros –sobre todo los procedentes del África subsahariana– «vivieron con la incertidumbre de unas políticas cambiantes y el temor a las detenciones arbitrarias, la reclusión indefinida, la tortura y otros abusos», aseguró AI.
Tras el conflicto de 2011, que puso fin a la dictadura de Gadafi, su situación ha empeorado en medio del clima general de desgobierno, en el que hay poderosas milicias armadas que siguen actuando fuera de la ley y en el que las autoridades «no atajan el racismo y la xenofobia, alimentados por la creencia generalizada entre los libios de que el depuesto régimen había recurrido a ‘mercenarios africanos’ para aplastar la rebelión de 2011», prosiguió.
«Es una vergüenza que los abusos que se cometían en la era Gadafi contra los extranjeros, sobre todo contra los procedentes del África subsahariana, no solo continúen, sino que hayan empeorado», denunció la directora adjunta del Programa Regional para Oriente Próximo y el Norte de África de Amnistía Internacional, Hassiba Hadj Sahraoui.
«Las autoridades libias deben reconocer el alcance de los abusos a manos de las milicias e implantar medidas para proteger a todos los extranjeros de la violencia y los abusos, con independencia de su origen o condición migratoria», añadió.
«Amnistía Internacional ha advertido de forma reiterada y constante a las autoridades libias de la amenaza que representan las milicias en el país», recordó la investigadora. Por ello, AI pide de nuevo al Gobierno libio que ponga «freno» y responsabilice penalmente a estas milicias y que adopten medidas concretas «para atajar de frente el racismo y la xenofobia, sobre todo teniendo en cuenta la gran dependencia de Libia de la mano de obra migrante».
Según el informe, los inmigrantes, solicitantes de asilo y refugiados en Libia corren el riesgo de ser detenidos y encarcelados en la calle, en los mercados, en los controles de seguridad o en sus casas. Algunas son interceptadas cuando tratan de subir a barcos para ir a Europa o cuando atraviesan el desierto o el mar.
Algunos extranjeros son detenidos por la Policía libia, pero la mayoría de ellos son capturados por milicianos armados, cuyos miembros «a veces son violentos y confiscan teléfonos móviles, dinero y otros objetos de valor».
Extorsión, detenciones y palizas
Aparte, según el documento, los extranjeros también son vulnerables a la extorsión económica, a la explotación y a los trabajos forzados tanto dentro como fuera de los centros de detención. «Su destino depende en gran medida de la suerte y de la buena voluntad de los libios con quienes se encuentran», según AI.
El informe da cuenta también de la existencia de centros de detención para recluir a los extranjeros, desde centros de «detención provisional» para inmigrantes irregulares hasta centros de detención improvisados, como campamentos militares o hangares.
Las visitas de AI a nueve de estos centros en diferentes puntos de Libia, que tuvieron lugar entre mayo y septiembre de 2012, revelaron que alrededor de 2.700 extranjeros –entre los que figuraban mujeres embarazadas, mujeres con niños de corta edad y menores no acompañados recluidos junto con adultos desconocidos– estaban detenidos por «delitos relacionados con la migración».
Los detenidos declararon a Amnistía Internacional que les habían sometido a torturas y a otros malos tratos, incluidas palizas. «Casi siempre se les golpea durante periodos prolongados con diversos objetos, como cables de metal, mangueras de goma, palos y tuberías de agua», según AI. Muchos mostraron cicatrices o hematomas que corroboraban sus testimonios.