Las torturas a reclusos, en algunos casos hasta la muerte, siguen vigentes en la Libia post Gadafi, han denunciado varias organizaciones humanitarias. «Varios detenidos han muerto custodiados por milicianos armados en Trípoli o Misrata o en sus alrededores en circunstancias que sugieren tortura», señala Amnistía Internacional (AI) a través de un comunicado. La delegación de […]
Las torturas a reclusos, en algunos casos hasta la muerte, siguen vigentes en la Libia post Gadafi, han denunciado varias organizaciones humanitarias. «Varios detenidos han muerto custodiados por milicianos armados en Trípoli o Misrata o en sus alrededores en circunstancias que sugieren tortura», señala Amnistía Internacional (AI) a través de un comunicado.
La delegación de Amnistía Internacional que está actualmente en Libia se ha reunido con detenidos en Trípoli, Misrata y Gheryan y sus alrededores, que mostraban señales visibles de torturas infligidas en los últimos días y semanas. Sus lesiones incluían heridas abiertas en la cabeza, extremidades, espalda y otras partes del cuerpo.
La tortura es infligida por entidades militares y de seguridad reconocidas oficialmente, así como por multitud de milicias armadas que actúan fuera de cualquier marco legal.
«Después de todas las promesas de poner bajo control los centros de detención, es horroroso descubrir que no ha habido ningún avance para poner fin al uso de la tortura», ha declarado desde Libia Donatella Rovera, asesora general sobre respuesta a la crisis de Amnistía Internacional.
«No sabemos de ninguna investigación adecuada sobre casos de tortura, y ni los supervivientes ni los familiares de quienes han muerto en detención han tenido ningún recurso a la justicia ni recibido reparación alguna por lo que han sufrido.»
«Aunque muchos detenidos nos han contado sus experiencias de tortura, algunos estaban demasiado asustados para hablar -por temor a sufrir torturas peores si denunciaban- y se limitaron a enseñarnos sus heridas.»
Los detenidos, tanto ciudadanos libios como de otros países del África Subsahariana, dijeron a Amnistía Internacional que les habían suspendido en posturas forzadas; les habían golpeado durante horas con látigos, cables, mangueras de plástico, cadenas y barras metálicas y palos, y que les habían aplicado descargas eléctricas con cables y con armas de electrochoque tipo Taser.
Los patrones de las lesiones que ha observado la organización eran compatibles con sus testimonios. Los informes médicos que ha visto Amnistía Internacional confirmaban también el uso de la tortura en varios detenidos, algunos de los cuales murieron bajo custodia.
La mayoría de los detenidos son libios sospechosos de haber sido leales al coronel Gadafi durante el reciente conflicto. También se sigue deteniendo al azar a ciudadanos extranjeros, en su mayoría del África Subsahariana, incluido en relación con su condición jurídica irregular, y algunos son torturados.
La organización ha hallado que los detenidos solían ser torturados inmediatamente después de ser aprehendidos por milicias armadas locales y después, en los interrogatorios, incluso en centros de detención oficialmente reconocidos. Hasta la fecha no se ha permitido a los detenidos el acceso a un abogado. Varios detenidos dijeron a Amnistía Internacional que habían confesado delitos que no habían cometido para que dejaran de torturarlos.
En Misrata, se sigue torturando a los detenidos en un centro de interrogatorio de la Seguridad Militar Nacional (Amn al Jaysh al Watani) y en los cuarteles generales de milicias armadas.
El 23 de enero, la delegación de Amnistía Internacional entrevistó a varios detenidos en Misrata que habían sido torturados apenas unas horas antes. Un hombre, aún bajo custodia, dijo a la organización:
«Esta mañana me llevaron arriba a interrogarme. Cinco hombres vestidos de civil se turnaron para pegarme y flagelarme […] Me colgaron de las muñecas de la parte de arriba de la puerta durante casi una hora y siguieron pegándome. También me dieron patadas.»
Otro detenido dijo a Amnistía Internacional que le habían pegado en las heridas que había sufrido el mes anterior a manos de la milicia: «Ayer me pegaron con un cable eléctrico cuando tenía las manos esposadas a la espalda y los pies atados. Me amenazaron con devolverme a la milicia que me había capturado, que me mataría.»
Muertes bajo custodia
Varios detenidos han muerto bajo custodia de milicias armadas en Trípoli y Misrata y en sus alrededores, en circunstancias que indicaban que hubo torturas.
Los familiares de un ex agente de la policía y padre de dos hijos de Tajura, al este de Trípoli, dijeron a Amnistía Internacional que una milicia armada local le detuvo en octubre de 2011 y que no pudieron obtener ninguna información sobre su paradero durante casi tres semanas, hasta que le permitieron llamar a su esposa. Unos días después, un hospital de Trípoli informó a la familia de que les habían llevado su cadáver.
Las imágenes del cuerpo que ha visto Amnistía Internacional muestran numerosas contusiones profundas en el cuerpo y las extremidades, así como heridas abiertas en las plantas de los pies, causadas aparentemente por la falaqa (golpes en las plantas de los pies), método de tortura denunciado con frecuencia en Libia.
La muerte bajo custodia por torturas más reciente de la que ha tenido conocimiento Amnistía Internacional es la de Ezzeddine al Ghool, coronel militar de 43 años y padre de siete hijos, que fue detenido el 14 de enero por una milicia armada con base en Gheryan, a 100 km al sur de Trípoli.
Su cadáver fue devuelto a la familia al día siguiente, lleno de contusiones y heridas. Los médicos confirmaron que había muerto como consecuencia de las lesiones sufridas. Según informes, varios hombres más que fueron detenidos al mismo tiempo que él fueron también torturados. Ocho de ellos sufrieron lesiones graves que requirieron tratamiento hospitalario.
Amnistía Internacional afirma que ha recibido informes de otros casos similares, que está investigando.
Ausencia de investigaciones Pese a las reiteradas peticiones que ha hecho Amnistía Internacional desde mayo de 2011, la organización ha declarado que las autoridades de transición libias -tanto nacionales como locales- no han realizado investigaciones efectivas sobre casos de tortura y muertes bajo custodia en circunstancias sospechosas.
La policía y el poder judicial de todo el país siguen funcionando deficientemente. Según Amnistía Internacional, aunque en algunas zonas los informes indican que los tribunales están tramitando casos civiles, no se están abordando los presuntos casos «delicados» relacionados con cuestiones de seguridad y políticas.
En cambio, hay diversas entidades, en su mayor parte no oficiales y sin condición jurídica, incluidos los llamados «comités judiciales», que están realizando interrogatorios en varios centros de detención, fuera del control del poder judicial.
«Hasta ahora, quienes están en el poder no han hecho nada para adoptar medidas concretas para poner fin a la tortura y otros malos tratos a detenidos y hacer que los responsables de estos delitos rindan cuentas», declaró Donatella Rovera.
«No subestimamos los desafíos que afrontan las autoridades de transición libias a la hora de establecer el control sobre la multitud de milicias armadas que actúan en todo el país, pero debemos ver que toman medidas resueltas sobre la tortura. Para construir una nueva Libia basada en el respeto a los derechos humanos, no se puede dejar que esta cuestión sea la última prioridad.»
Las nuevas autoridades privan además a los presos de atención médica urgente. Así lo ha denunciado la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), que se ha visto obligada a dejar de trabajar en los centros de detención de la ciudad de Misrata tras varias denuncias de torturas ignoradas por las nuevas autoridades del país magrebí.
«Nos traían a pacientes a mitad de los interrogatorios para que les diéramos atención médica, se recuperaran y pudieran seguir interrogándolos», explica Christopher Stokes, director general de MSF en Bruselas, a través de un comunicado que ha hecho público la organización humanitaria. » Esto es inaceptable . Nuestro papel es prestar atención médica a los detenidos heridos de guerra o enfermos, no tratar repetidamente a los mismos pacientes entre distintas sesiones de tortura».
Desde que MSF empezó a trabajar en agosto de 2011 en los centros de detención de Misrata , unos 230 kilómetros al este de Trípoli, «se ha ido incrementando paulatinamente el número de pacientes que presentan heridas causadas por torturas inflingidas durante diversos interrogatorios realizados fuera de los centros», añade el comunicado. La ONG se ha negado también a atender a heridos en los lugares donde se llevan a cabo esos interrogatorios.
MSF ha curado a 115 personas con heridas relacionadas con las torturas . En todos los casos ha informado a las autoridades de Misrata, que no se han dado por aludidas. «No se ha emprendido ninguna acción concreta», reconoce Stokes, tras las cartas enviadas a distintas instancias oficiales de Misrata. «En su lugar, nuestro equipo recibió cuatro nuevos casos de tortura». Por esto «hemos tomado la decisión de suspender nuestras actividades médicas en los centros de detención e Misrata». «Es horrible comprobar que no hay ningún progreso para detener el recurso a la tortura», se queja AI.
Durante este mes de enero MSF ha atendido además a varios detenidos a los que ya habían curado y que han vuelto a ser torturados de nuevo.
El caso más grave tuvo lugar el pasado 3 de enero, cuando les llegó un grupo de 14 a la vez . «A pesar de las peticiones que había hecho repetidamente la organización médico-humanitaria para que pusieran fin a las torturas, nueve de los 14 detenidos presentan numerosas heridas y mostraban signos evidentes de haber sido torturados».
MSF señala sl Servicio de Seguridad del Ejército Nacional como «la agencia responsable de los interrogatorios «.