Terror, angustia, pero también ira y resistencia cundieron a lo largo de Estados Unidos ante las redadas masivas de inmigrantes dictadas por el régimen de Donald Trump, que lograron su principal objetivo de sembrar el temor en el país, mientras ciudadanos, comerciantes y políticos se alzaban contra la medida y el mandatario fustigaba con términos […]
Terror, angustia, pero también ira y resistencia cundieron a lo largo de Estados Unidos ante las redadas masivas de inmigrantes dictadas por el régimen de Donald Trump, que lograron su principal objetivo de sembrar el temor en el país, mientras ciudadanos, comerciantes y políticos se alzaban contra la medida y el mandatario fustigaba con términos racistas a quienes se oponían a la caza de centroamericanos y su reclusión en campos de concentración
Una operación en todo Estados Unidos de redadas contra inmigrantes que se encuentran ilegalmente en el país ya empezó en la ciudad de Nueva York, declaró el alcalde Bill de Blasio. Sin embargo, los agentes de Aduanas y Protección Fronteriza (ICE) no lograron capturar a ningún residente de la zona de Sunset Park en Brooklyn, ni de Harlem.
El alcance de la operación parece más modesta que los «millones» que Trump había prometido que serían detenidos y expulsados, cuando mencionó por primera vez el mes pasado las redadas, que después fueron pospuestas. Pero eso no ha aliviado la angustia de los que temen ser detenidos.
La ira racista de un presidente
El presidente Donald Trump fustigó el domingo a un grupo de legisladoras demócratas no blancas, llamándolas a irse del país y regresar a «a esos estropeados lugares llenos de crimen de donde vinieron».
En realidad, las mujeres a las que se refería el presidente son todas ciudadanas estadounidenses Ilhan Omar (Minnesota), Ayanna Pressley (Massachusetts) y Rashida Tlaib (Michigan). Omar es la única que no nació en suelo estadounidense, pues es de Somalia.
Los comentarios del presidente, hechos vía Twitter, provocaron duras críticas de los demócratas, que los tildaron de racistas. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, denunció que el slogan de Trump, en vez de «Hagamos Grande a Estados Unidos Otra Vez» debería ser «Hagamos Blanco a Estados Unidos Otra Vez».
El representante republicano Justin Amash de Michigan, quien ha criticado a Trump y quien ha anunciado su intención de dejar der ser republicano, calificó los comentarios de «racistas y repugnantes».
José Pertierra, veterano abogado de inmigración y analista político en Washington, señaló que se multiplican las llamadas de clientes que «están en pánico total». Explicó que queda claro que el plan del régimen de Trump «no es la detención de unos dos mil, el verdadero plan es provocar pánico entre los casi 11 millones de indocumentados en el país».
«Todo está conectado entre el anuncio de las redadas, los campos de concentración repletos de inmigrantes, las escenas de condiciones infrahumanas, todo esto es a propósito con la idea de aterrorizar a los migrantes, con la idea errónea de que se saldrán del país por su cuenta, y otros no vendrán al ver todo esto. Esto es terror, y en este contexto, Trump es el terrorista en jefe», añadió.
Además del terror, crece la ira contra las políticas antimigrantes, con acciones de protesta, vigilias, marchas y denuncias de condiciones en los centros de detención que ahora muchos califican de «campos de concentración».
Una visita del vicepresidente Mike Pence el viernes a una estación en la frontera para supuestamente comprobar que las críticas crecientes por el manejo de los detenidos de su gobierno eran falsas, tuvo el efecto contrario al difundirse las imágenes de casi 400 hombres enjaulados juntos, sin lugar para dormir, que gritaban que necesitaban bañarse y cepillarse los dientes mientras emanaba un fuerte olor.
Un grupo de congresistas demócratas cruzó la frontera para entregar comida y artículos de higiene a centroamericanos que se encuentran en Matamoros, Tamaulipas, en espera de obtener asilo político en EEUU. Cargados de alimentos, agua embotellada y otros apoyos, los legisladores arribaron al puente Puerta México, uno de los cuatro que comunica Matamoros con Brownsville, Texa.
El representante federal Jim McGovern reportó que visitó un centro de procesamiento migrante en McAllen, Texas, y declaró: «La inhumanidad de este lugar es abrumadora», mientras el gobierno sigue abriendo y llenando nuevos centros y anunciando que procederá en contra de un millón de inmigrantes, todo parte de una guerra donde el enemigo son «los ilegales».
Miles marcharon el sábado colmaron la plaza Daley en el centro de Chicago coreando «los inmigrantes son bienvenidos aquí» y declarando su resistencia contra las acciones del régimen de Trump. El representante federal Jesús Chuy García y otros políticos denunciaron las amenazas contra la comunidad. Una niña de 11 años preguntó desde el podio: «¿No soy una menor de edad? ¿No merecemos el derecho de tener una familia?», reportó el Chicago Tribune.
En Washington, cientos de personas se concentraron en la Plaza Lafayette, frente a la Casa Blanca, donde la congresista demócrata Norma Torres manifestó que no es suficiente decir que no se está de acuerdo con las injusticias que suceden en la frontera sur, «tenemos que organizarnos». Torres, la única inmigrante centroamericana miembro del Congreso, señaló que su presencia fue «para dar una voz a los niños migrantes que no han recibido más que odio por parte de esta administración»..
«Estamos angustiados, no sabemos qué sucederá, nos tienen bajo sitio», comentó un padre de familia en Nueva York. «Sabemos cómo desaparecer, así vivimos», señaló un migrante. Muchos niños cubiertos con frazadas de emergencia, esas de color aluminio que reciben los indocumentados detenidos, iban al frente de la marcha que llegó hasta el edificio administrativo del punto fronterizo de San Ysidro, California, el más cruzado en todo el mundo.
Trump confirmó el inicio de redadas masivas a escala nacional para «sacar a la gente» que llegó «ilegalmente» y deportarlos. Agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) realizarán operativos en por lo menos nueve ciudades mayores, incluyendo Los Ángeles, Chicago, Nueva York, Houston, Miami, Atlanta, San Francisco, Baltimore y Denver. Nueva Orleans quedó fuera de la lista ante la llegada de un huracán.
El propósito es detener a dos mil inmigrantes y/o familias indocumentados con órdenes de deportación, pero advirtieron que podría haber arrestos «colaterales» de migrantes que podrían quedar atrapados en el operativo. El representante federal John Lewis, figura histórica que marchó con Martin Luther King, declaró que «no hay tal cosa como un ser humano ilegal. Todos podríamos haber llegado aquí en naves diferentes, pero ahora todos estamos en el mismo barco».
David Brooks reporta que miles de familias han tenido que tener conversaciones con sus hijos sobre qué hacer si llega la migra, con quién buscarán refugio si los padres son detenidos o si no regresan del trabajo. Otros dudan de ir a sus trabajos, a misa, a citas médicas, a comprar alimentos para no tener que arriesgarse a salir en los próximo días; otros han interrumpido sus planes de irse de vacaciones con sus familias si es que entre ellos el padre o la madre, o el tío o el sobrino, son indocumentados.
La industria restaurantera, como otras en zonas urbanas que dependen de mano de obra inmigrante, expresa preocupación por el impacto de esta maniobra, ya que sus trabajadores podrían ausentarse en los próximos días. Asociaciones de restaurantes en California, Illinois y otros estados, junto con asociaciones de sus trabajadores y agrupaciones de defensa de indocumentados, informan a dueños y empleados de los derechos que gozan ante las autoridades de migración.
La resistencia a las medidas de Trump llegaron a alcaldes de casi todas las ciudades -Los Ángeles, San Francisco, Chicago, Nueva York, Atlanta, Washington, entre otras- que podrían ser afectadas por las redadas, quienes anunciaron que las policías metropolitanas no compartirán datos con los agentes federales, ni permitirán que los detenidos sean encerrados en cárceles metropolitanas bajo su control, mientras anunciaban servicios de emergencia de apoyo a inmigrantes afectados, incluyendo servicios legales y asistencia con menores de edad que pudieran quedar abandonados como consecuencia de las redadas.
Elora Mukherjee, una prestigiosa abogada de la Universidad de Columbia, denunció ante el Congreso la «degradación» a la que se ven sometidos los niños detenidos en la frontera de su país con México. Nunca antes había visto, oído u olido tal degradación y trato inhumano de los niños bajo custodia. El Congreso debe actuar de inmediato para garantizar que los niños estén libres y con sus familias, dijo Mukherjee en una audiencia ante el comité de supervisión de la Cámara de Representantes.
Las redadas conocidas como «family op» (operación familia) comenzaron en la madrugada del domingo en una decena de ciudades y afectarán hasta a 2.000 familias a las que ya se les han emitido órdenes de deportación final.
Mirko C. Trudeau: Economista-jefe del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)