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Apertura del nuevo ciclo político

Fuentes: Rebelión

El 26-M ha sido una segunda vuelta donde se ha confirmado la tendencia al alza del PSOE y ERC, el hundimiento de Podemos y la necesidad de la derecha de apoyarse en la extrema derecha para sumar. En clave europea el bipartidismo desaparece y tendrá que tejer alianzas con los verdes o los liberales para […]

El 26-M ha sido una segunda vuelta donde se ha confirmado la tendencia al alza del PSOE y ERC, el hundimiento de Podemos y la necesidad de la derecha de apoyarse en la extrema derecha para sumar. En clave europea el bipartidismo desaparece y tendrá que tejer alianzas con los verdes o los liberales para repensar una UE donde la extrema derecha avanza contenida obteniendo grandes victorias en Francia, Reino Unido, Italia y Polonia. Un 26-M donde la elección de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, en la prisión y en el exilio respectivamente, abre una situación sin precedentes en un nuevo escenario que internacionaliza el Procés situándolo en el corazón de Europa.

Los socialistas ganan las elecciones municipales en el conjunto del Estado, obtienen un gran resultado en las europeas y mantienen sus feudos autonómicos impulsados por la oleada de Pedro Sánchez el 28-A y beneficiándose de la división de la izquierda. Unos resultados que refuerzan la estrategia de Sánchez de conformar un gobierno en minoría. No obstante, la victoria socialista no es completa ya que si las derechas suman pueden arrebatar al PSOE plazas tan importantes como Madrid, en este sentido, Sánchez ya se ha apresurado a pedir a PP y Ciudadanos que no se auxilien en Vox. Por su parte, el PSC revive y domina el área metropolitana, sumando y ampliando mayorías en gran parte de sus feudos, y situándose como segunda fuerza catalana.

El PP sigue en caída libre, pero la posible suma con Ciudadanos y Vox en la capital del Estado y en comunidades como la de Madrid amortigua su hundimiento y dan oxígeno a un Pablo Casado en la cuerda floja. Por su parte, Ciudadanos no consigue el anhelado sorpasso a los populares, a pesar de que en las europeas se han quedado a tan solo 1’3 puntos, y tendrán que decidir si quieren continuar pugnando por liderar el bloque de derechas asumiendo pactos con la extrema derecha o sucumbir a los cantos de sirena de los socialistas y a las presiones del IBEX. En cuanto a Vox confirman la tendencia del 28-A, entrando en parlamentos y municipios en los que, todo y su reducida fuerza, pueden ser clave para hacer posible una mayoría de derechas.

ERC ha sido la fuerza más votada en Cataluña, ha ganado la alcaldía de Barcelona y, paso a paso, consolida su hegemonía a la espera de unas próximas elecciones catalanas que serán la gran batalla. Con un recuento de infarto y por la mínima Pasqual Maragall se ha impuesto a Ada Colau y da, por primera vez, la alcaldía de la capital a los republicanos. Una pugna por Barcelona en la que la operación Valls ha fracasado. Así mismo, ERC gana en votos en Lleida -en lo que supone un tumbo electoral histórico- y empata en escaños con el PSC en Tarragona, dos capitales en las que los republicanos podrían conseguir la alcaldía. La estrategia de ERC se ha consolidado en las grandes ciudades y recorta distancias en los feudos interiores de los ex-convergentes. Unos resultados que sitúan a los republicanos como el espacio central del independentismo pero, también, del progresismo ya que tienen la clave para decidir si quieren articular pactos municipales con las fuerzas soberanistas de izquierdas, como ya le han propuesto desde los Comuns .

JxCAT pierde la mayoría de votos en unas elecciones municipales que CiU dominaba el 2015. No obstante, los ex-convergentes maquillan su derrota frente a ERC gracias a un gran resultado en las europeas, donde el efecto Puigdemont los sitúa como la fuerza más votada en Cataluña. En cuanto a los resultados de la CUP, una fuerza nacida y articulada desde el municipalismo, suponen un fuerte revés para unos anticapitalistas, víctimas del voto útil hacia ERC, que tendrán que dar salida a un descalabro inesperado.

La pérdida de alcaldías insignia como Barcelona, Madrid o Zaragoza, la derrota de las mareas gallegas y el hundimiento de la mayoría de candidaturas del cambio sitúan al universo de Podemos -y a sus liderazgos- en una situación complicada que solo podrían rehuir entrando a formar gobiernos allá donde puedan. Tan solo el alcalde de Cádiz, alejado de la línea oficial de Pablo Iglesias, amplía su apoyo. Este hundimiento limita la capacidad de presión de Unidas Podemos para entrar en una coalición de gobierno estatal con el PSOE y abre las puertas a la necesaria reconfiguración de los espacios del cambio.

Empieza un nuevo ciclo político, en un escenario generalizado de fragmentación, donde la política de pactos se sitúa en la centralidad para la configuración de los nuevos gobiernos locales, autonómicos y el estatal. Con el nuevo marco de gobernabilidad que deja el 26-M, ahora sí, se intensificarán las negociaciones para la investidura y la configuración de un ejecutivo estatal que tendrá que dar una respuesta política a la cuestión catalana, afrontar la sentencia del juicio del Procés y bregar con la tozuda realidad en la que las fuerzas independentistas y soberanistas son mayoritarias en Cataluña, elección tras elección, ahora también en Europa.

Jesús Gellida es politólogo e investigador social

@jesusgellida

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.