El río Kwanza será el corazón de Angola y un emblema de la presencia brasileña en el desarrollo africano cuando operen plenamente los proyectos de infraestructura previstos a lo largo del principal recurso hídrico de este país. Nueve centrales hidroeléctricas y estaciones de captación y tratamiento de agua tratarán de saciar las carencias más sentidas […]
El río Kwanza será el corazón de Angola y un emblema de la presencia brasileña en el desarrollo africano cuando operen plenamente los proyectos de infraestructura previstos a lo largo del principal recurso hídrico de este país.
Nueve centrales hidroeléctricas y estaciones de captación y tratamiento de agua tratarán de saciar las carencias más sentidas en la región metropolitana de Luanda y extender la energía por lo menos al centro-norte angoleño. Será un proceso que llevará más de una década.
El suministro de agua tratada, por ejemplo, alcanzará a 90 por ciento de los pobladores de Luanda solo en 2025, según el plan director. La dificultad es acompañar con creces el aumento de la población, que las proyecciones elevan hasta 13,2 millones de habitantes para entonces, casi el doble de los existentes en la actualidad.
El complejo hidroeléctrico de Cambambe refleja la fortuna de contar con el río Kwanza, en el centro y norte del país, pero también las desdichas de Angola. Solo ahora, cinco décadas después de construido en su primera etapa, es que se encamina a rendir a plenitud, saliendo de un rezago en buena parte debido a la guerra civil que azotó el país desde su independencia en 1975 hasta 2002.
Finalmente se puso en marcha una ampliación de la central que quintuplicará su potencia, elevando su dique en 30 metros. Ese proyecto ya había sido explicitado por autoridades de la época colonial portuguesa, aseguró Fabricio Andrade, gerente administrativo local de la empresa brasileña Odebrecht, que encabeza el conglomerado encargado de las obras.
Más agua y más altura permitirán aumentar la capacidad de las cuatro viejas turbinas, de 45 a 65 megavatios cada una, e instalar otra central de 700 megavatios. Si no ocurren imprevistos, todo estará listo en 2015 para generar 960 megavatios y atenuar los apagones en Luanda.
Protagonistas de la guerra persistieron en esta fase. La construcción del vertedero necesario para la ampliación solo pudo empezar después de la limpieza de un área minada, labor que demandó seis meses, informó Andrade.
En realidad, Odebrecht fue contratada por la estatal angolana Empresa Nacional de Electricidad para ejecutar tres tareas en Cambambe.
La primera obra, iniciada en 2009, es rehabilitar las cuatro turbinas originales que, muy deterioradas, ya no alcanzaban para generar siquiera la mitad de su capacidad nominal de 45 megavatios. También falta reformar una última, agregándole paneles de control electrónicos, que ofrecen «más seguridad con menos trabajadores», observó Andrade.
Mientras, las otras dos obras son elevar el dique, con el vertedero, y construir la nueva central generadora, cuya conclusión se prevé para 2015,
En toda la mega obra trabajan 2.100 personas, 89 por ciento de las cuales son angoleñas que en general viven en el poblado local o en la vecina ciudad de Dondo, en el noroeste del país.
Además hay 238 «expatriados» que componen una Babel de nacionalidades, los cuales conviven en el aislamiento de la misma obra. Provienen de 15 países y hay desde latinoamericanos a europeos orientales, detalló Andrade.
A los empleados extranjeros de la propia Odebrecht se suman los de las empresas asociadas en el proyecto, la también brasileña Engevix, la francesa Alstom y la alemana Voith Hydro.
El peruano Rufino Álvarez Ortiz es un típico obrero errante de las grandes obras. Empezó en su país en 1981, trabajando en otras transnacionales brasileñas de la construcción antes de incorporarse a Odebrecht hace 25 años.
Así anduvo por varios países hasta recalar en Angola en 2009 junto a su jefe, el brasileño gerente de Equipos, Roberval Fonseca, trabajando en varios proyectos de infraestructura en Luanda. Antes de instalarse este año en Cambambe, volvió un tiempo a Perú y luego estuvo en Colombia.
«Hago un doble trabajo, uno en la obra y otro enseñando a los angoleños, para que este país siga creciendo», destacó Álvarez Ortiz, explicando que aún no trajo a la familia porque sus hijos «ya son mayores».
Fonseca, por su parte, es un entusiasta de emplear mujeres y capacitarlas para trabajos en soldaduras, aparatos eléctricos y motores, oficios que antes eran considerados solo para hombres. «Aprenden más rápido, hacen todo con más cuidado y disciplina, son más eficientes», alabó, contento con las seis obreras calificadas que contrató.
Cambambe tiene una estructura pequeña en comparación con otras hidroeléctricas de capacidad similar. Es que su sala de máquinas es subterránea, instalada en un túnel capaz de acoger hasta un gran camión. Así será también la segunda, con agua pasando por dentro del cerro para mover las turbinas.
Además el embalse es reducido. El tramo medio del río Kwanza, con un fuerte declive de 940 metros en apenas 205 kilómetros de extensión, lechos en valles profundos y gargantas en curva, favorece los nueve aprovechamientos hidroeléctricos.
Por eso Cambambe provocará impactos mínimos en su ampliación. Su embalse solo crecerá seis kilómetros cuadrados, reconoció Vladimir Russo, director de Holísticos, empresa que hizo el estudio de impacto ambiental del proyecto.
Además no habrá población afectada, porque nunca se permitió presencia humana en los alrededores de la central hidroeléctrica y fue protegida durante la guerra, explicó Russo, quien fue director de Gestión del Ministerio de Ambiente y fundador de la Juventud Ecológica Angoleña.
Laúca, la central más potente a ser construida en el curso del río Kwanza, tendrá un embalse de solo 16,6 kilómetros cuadrados, según un estudio de viabilidad de la consultora brasileña Intertechne. Casi nada para una capacidad de 2.067 megavatios. Odebrecht es la marca brasileña en ese represamiento del Kwanza, que presta su nombre a la moneda nacional desde 1977, un reconocimiento del valor simbólico del río para los angoleños.
Aparte de ampliar Cambambe, la empresa transnacional Odebrecht ya había vencido el desafío de construir la represa de Capanda, 140 kilómetros río arriba, una obra histórica, contratada en 1984 pero solo finalizada en 2007, tras interrupciones, destrucciones y muertes causadas por la guerra civil.
Este año, ese conglomerado empresarial brasileño se encargó de la desviación del río Kwanza, como etapa preparatoria para la construcción, aún no licitada, del complejo hidroeléctrico de Laúca, entre Capanda y Cambambe.
La misma Odebrecht responde por el proyecto Aguas de Luanda, cuyo componente central es la captación de aguas del Kwanza para tratamiento y distribución en la región metropolitana.
En el interior del país, cerca de la hidroeléctrica de Capanda, la empresa se comprometió a desarrollar un polo agroindustrial donde se apresta a producir azúcar, etanol y electricidad a partir de la caña, maíz y otros alimentos. Ese proyecto se desarrollará en la hacienda Pundo Andongo, donde se prevé promover la agricultura familiar.
Todo eso es solo parte de los negocios y proyectos de Odebrecht en Angola, el consorcio que más empleados concentra en el sector privado, al totalizar casi 20.000.