Lo que significan los «arreglos» para los pobres Si es usted ciudadano de Perú, Chile, Colombia o México, pertenece a alguna de las clases empobrecidas del campo o de la ciudad, cree lo que la prensa, radio o televisión dicen sobre la Alianza del Pacífico, la inversión extranjera y el libre comercio, entérese de una […]
Lo que significan los «arreglos» para los pobres
Si es usted ciudadano de Perú, Chile, Colombia o México, pertenece a alguna de las clases empobrecidas del campo o de la ciudad, cree lo que la prensa, radio o televisión dicen sobre la Alianza del Pacífico, la inversión extranjera y el libre comercio, entérese de una vez por qué todo lo esencial para vivir encarece cada día y se precariza.
Si es mayor de 50 años, tiene algún problema de salud y compra medicinas genéricas, sepa ya, que la atención médica pública será cada vez más abusiva, caótica y errática; la seguridad social será un cuento y los «genéricos» no sólo seguirán subiendo («porque el dólar está cada vez más caro»), sino que pronto desaparecerán de las farmacias. Los desocupados morirán inexorablemente y los pensionistas igual.
Si cada mes paga más por su recibo de agua, luz, teléfono, internet o por cualquier servicio que recibe o trámite que hace, sepa que los servicios de cualquier índole pronto serán inaccesibles para los que sobreviven con un salario y no tendrá usted donde reclamar porque las leyes y las instituciones nacionales estarán de adorno.
Si tiene a sus hijos en «colegio particular», vaya convenciéndolos de que más temprano que tarde tendrán que ir a donde van «todos los cholos» a perder el tiempo y aprender a delinquir. Y si están en una universidad privada, y no es usted narco, congresista, corrupto o funcionario del Estado (que es igual y lo mismo), adviértales lo que les espera. Si los tiene en instituciones educativas públicas, éstas serán, muy pronto, sólo un triste recuerdo.
En fin, cualquiera sea su situación, sepa por qué nada es como antes; la situación se agrava cada día; los gobernantes son todos corruptos y cínicos; la delincuencia y el crimen organizado está en todas partes; la seguridad ciudadana sólo sirve para poner en la calle a ladrones uniformados; lo que pensaba hacer o tener en el futuro cercano ya no es posible; la nueva clase media son todos los que viven «endeudados» gracias a sus tarjetas de crédito; el dólar cuesta cada día más caro; los precios del petróleo siguen en picada igual que el de las exportaciones y el PBI; que los narcos y sus ejércitos de mercenarios se adueñan de terrenos, urbanizaciones y viviendas con toda impunidad; que cualquier mediocre o estadounidense aspira a ser presidente en su país; que nadie dice nada sobre el FMI, el BM, el BID, USAID que son las instituciones que imponen las políticas económicas y sociales en su país; y mucho menos sobre los «Tratados» que motivan este artículo.
¿Cuáles son esos «Tratados»?
Los tratados se denominan: Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés), Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés), y Tratado de Comercio de los Servicios (TISA, por sus siglas en inglés).
Sus alcances no son locales, ni nacionales, ni regionales. Son mundiales. Buscan establecer un nuevo orden hegemónico global civil-militar compartido entre la Banca sionista imperial anglo-estadounidense-israelí y los diez Comandos Unificados distribuidos en los cinco continentes del planeta. (El Comando Sur, para el caso de América latina y del Caribe).
Los Tratados no los propone ningún presidente ni se discuten en los parlamentos. Mucho menos se ponen en conocimiento de la población. Se «arreglan» entre la institucionalidad financiera de la ONU (FMI y BM), de la OEA (BID), del Departamento de Estado de EEUU (USAID), los Bancos Centrales, los Comandos Combatientes Unificados del Departamento de Defensa de este país, y los ministros de Defensa y primeros ministros de los países «amigos» que han sido designados para esos cargos por esas instituciones en mérito a su incondicionalidad con el gobierno de EEUU. (En Europa, Grecia es el caso más reciente; en América latina los gobiernos de los países de la Alianza del Pacífico).
Lo que pretende EEUU
Estados Unidos pretende superar su crisis y el desmoronamiento de su economía sustentada en la hegemonía del dólar haciéndose dueño del mundo. Para esto:
· Instrumentaliza a su antojo a sus aliados de la Unión Europea, de Asia, África, América y Oceanía a través de la ONU, la OEA.
· Obliga a acatar sus decisiones para el manejo de sus economías y de sus deudas a través del FMI-BM, del BID, de USAID y de los Bancos Centrales.
· Impone la financiarización de sus economías para que los bancos sigan estafando a los ciudadanos con dinero ficticio y una vida empeñada.
· Afecta la producción, el crecimiento económico y el ahorro, mientras incrementa la deuda externa.
· Flexibiliza el trabajo hasta extinguirlo.
· Precariza el ingreso incrementando la extrema pobreza.
· Extingue la seguridad social y los programas sociales.
Nada parece detener a EEUU en su esquizofrénico afán por restablecer la hegemonía perdida. Los tratados de la «Triple T» tratan de frenar la posibilidad de un nuevo orden mundial multipolar. Esto implica cercar a Rusia, destruir Irán, aislar a China, acabar con el BRICS y con la Cooperación de Shangai. En América latina, el objetivo es terminar con el avance revolucionario de los pueblos y gobiernos que integran el ALBA. Para esto qué mejor que «utilizar al enemigo (Cuba) para derrotar a los enemigos»: Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua. De paso, también a los otros: Argentina, El Salvador, Brasil. Así se acaba PetroCaribe, el Mercosur, la CELAC.
En esta realidad, nada de lo que actualmente ocurre en la economía, la política, la sociedad y sus instituciones puede entenderse desde una mirada inmediata y «provinciana». Pretender, por ejemplo, que alguno de los fantoches que fungen de presidentes en los países de la Alianza del Pacífico o del Caricom, tiene alguna capacidad para decidir algo en algún orden de la vida de sus pueblos, es carecer de un mínimo de razonamiento. Es ser un consumista no sólo de comida, sino también, de información basura.
El caso Perú y el Comando Sur
En Perú, la prensa oligárquica, decadente y falaz, distrae al pueblo con los intríngulis de la familia presidencial, la corrupción y los corruptos que vertebran la política nacional, la farándula congresal, la «inseguridad ciudadana» y los anuncios para acabarla. Mientras tanto, un ministro, digitado por la alianza sionista civil-militar de los EEUU, concreta los «arreglos» redactados por la dupla BID-Comando Sur para hacer del territorio peruano una gran base militar de alcance regional, a la vez que patrimonio exclusivo de las transnacionales socias del BID, del BM y de USAID y únicos beneficiarios de todas las actividades productivas, de comercio y de servicios que se generen al amparo de la financiarización de la economía y de las Alianzas Público-Privadas. Dos de los principales instrumentos de los Tratados de la «Triple T» (TPP, TTIP y TISA).
Lo que suponen estos Tratados es el ejercicio de la soberanía nacional de los Estados por las fuerzas militares de los Comandos Unificados de EEUU en el mundo, por las transnacionales usurpa-depredadoras de la tierra de los pueblos originarios y del medio ambiente, y por la banca financiarizadora y especulativa que tiene como soportes al narcotráfico, la corrupción, y a los gobiernos sumisos a Estados Unidos.
La presencia y actuación del Comando Combatiente Unificado para América latina y el Caribe (Comando Sur y IV Flota) se evidencia en el montaje de las acciones de sedición y de terrorismo en Venezuela, en Ecuador, en Brasil, en El Salvador, durante las últimas semanas. Que nadie se equivoque. No son acciones de «oposición» sino de sedición. Tampoco, de «buena vecindad», en el caso de Cuba, sino de «cambio de régimen por otros medios». De «utilizar al enemigo para destruir a los enemigos», como dije, repitiendo una contundente frase de Sun Tzu, el maestro estratega de la guerra.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.