Traducido del francés para Rebelión por Rocío Anguiano
Tras haber vivido 18 años en Bélgica, me pareció oportuno indagar sobre su pasado colonial que probablemente todavía es su presente. Mis investigaciones solo acaban de empezar, pero una cosa está clara: los altos responsables belgas se siguen comportando como si manejaran los hilos en el Congo.
Patrice Lumumba, liberador del Congo, asesinado en 1961.
El semanal Marianne acaba de publicar los nombres de diez personas implicadas en el asesinato de Patrice Lumumba, el primero de los primeros ministros del Congo. En esta lista, elaborada por los miembros de la familia Lumumba en el marco de una querella judicial presentada en Bruselas hace dos años, aparece el nombre de Etienne Davignon, ex miembro de la Comisión Europea y socio del club Bilderberg, círculo restringido a favor de la globalización de los mercados. Davignon trabajaba en el ministerio belga de Asuntos Exteriores en la época del asesinato de Lumumba y envió entonces un telegrama recomendando «apartar» al primer ministro.
Hoy, a los ochenta años, Davignon sigue siendo un peso pesado en el mundo de los negocios. Su inclusión en la lista elaborada por los herederos de Lumumba me llevó a comprobar si sus actuales actividades comerciales todavía tenían relación con el Congo. La respuesta es claramente: ¡Sí!
Davignon figura en la Business Week como ex director y vicepresidente de Umicore, sociedad minera antiguamente conocida con el nombre de Union Minière du Haut-Katanga, que emprendió a inicios del siglo XX la explotación de las fabulosas riquezas del Congo. Davignon también tiene excelentes contactos con Jean-Luc Dehaene, invulnerable primer ministro belga y a su vez miembro del consejo de administración de Umicore.
Patrice Lumumba tuvo la osadía de afirmar que las riquezas del Congo deberían beneficiar primero a su hijos. Eso fue en junio de 1960. Cincuenta y tres años después, el subsuelo de la provincia de Katanga sigue siendo explotado para mayor beneficio de Umicore. Hay muchas posibilidades de que mi smartphone o el suyo, si tiene uno, contengan minerales de origen congoleños. Umicore se abastece de cobalto en las minas y entre los mineros de Katanga para suministrar al mercado baterías, ordenadores, coches y productos químicos. Umicore presume de controlar con otra empresa el 50 % del mercado de productos básicos para las baterías de litio (un elemento esencial para los equipamientos electrónicos).
Corporate Knights – un suplemento del Washington Post – que aboga por el capitalismo limpio (¡bonito oxímoron!) ha situado a Umicore entre las cien empresas más transparentes en 2013. Hay que tener cierto sentido del humor para atreverse a calificar de transparentes a las empresas activas en el sector minero del Congo. El Fondo Monetario Internacional, que no comparte este tipo de humor, ha calculado el valor de las exportaciones del Congo en petróleo y minerales del año 2009 en cuatro mil doscientos millones de dólares. El gobierno de Kinshasa solo percibió 155 millones de dólares por los impuestos anuales, es decir, un 4 % de valor explotado.
Eso en un país que, como señalaba recientemente el Africa Progress Report publicado por Kofi Annan, sufre una de las peores malnutriciones del mundo y en el que siete millones de niños no están escolarizados. El Congo se sitúa en la cola de la clasificación del Índice de Desarrollo Humano elaborado por las Naciones Unidas; además, es un país devastado por una guerra en la que el control de las riquezas de Katanga desempeña un papel determinante.
El prestigio de Umicore, lejos de haberse visto dañado por su implicación en las tragedias del Congo, sigue siendo objeto de reclamo. Así, la Comisión Europea incluyó a Christian Hagelüken, representante de Umicore, en un «grupo de expertos» encargado de garantizar el acceso de los empresarios a las materias primas. Un informe de 2010 elaborado por este grupo señaló el cobalto y el tantalio congoleño como dos de los catorce elementos críticos esenciales para el desarrollo de las industria electrónica. Este informe insistía en que se tomaran medidas para impedir las «distorsiones comerciales», expresión utilizada para precisar la obligación de usar estos recursos de forma prioritaria para los niños del Congo, como quería Lumumba, en lugar de para los usuarios de Mp3.·
Huelga decir que esos «expertos» proclamaron a bombo y platillo su aparente preocupación por la transparencia, el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente. Al margen de eso, la determinación de los europeos por mantener el Congo bajo control no ha cambiado.
Cuando Bélgica se decidió a dar la independencia al Congo, a finales de los años cincuenta, se propuso también mantener el control de los recursos minerales de Katanga. Fue lo que la llevó a apoyar a Moïse Tshombe, rival de Lumumba y gobernador de esa provincia, y a alentar después la secesión de Katanga del Congo.
La recomendación de Davignon de «apartar» a Patrice Lumumba se parece enormemente al mensaje de Dwight D. Eisenhower, presidente de Estados Unidos, a Allen Dulles, jefe de la CIA, en el que sugería la «eliminación» de Lumumba.
En 1884, Estados Unidos fue el primer país que reconoció las pretensiones de Bélgica en el Congo. La puesta en marcha de ese proceso supuso, según el antropólogo especialista en África Central, Jan Vansina, el exterminio de más de la mitad de la población congoleña entre 1884 y 1920. Eso significa que se suprimieron diez millones de vidas bajo el reinado de Léopold II, soberano del estado del Congo, y durante los diez años siguientes.
El libro Congo de David Van Reybrouck, recientemente publicado, muestra cómo el gigante de la agroalimentación UNILEVER creció a partir de la explotación del aceite de palma congoleño. Se han construido fortunas colosales en detrimento de las poblaciones del Congo. Aunque Bélgica pidió perdón hace unos diez años por su papel en el asesinato de Lumumba, no ha reconocido nunca el sufrimiento infligido a los congoleños. Y no parece que vaya a hacerlo mientras los especuladores sigan saqueando alegremente los recursos del Congo.
* El libro de David Cronin Corporate Europe : «How big business sets policies on food, climate and war» saldrá publicado el próximo mes de agosto en la editorial Pluto Press ( www.plutobooks.com ). Una versión de este artículo ha aparecido publicada recientemente en New Europe ( www.neurope.eu ).
Fuente: http://www.michelcollon.info/La-Belgique-mene-encore-la-danse.html?lang=fr