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Bienvenidos a la Capital de África

Fuentes: El Periodico

El 25 de mayo de hace 47 años, dieciocho jefes de Estado africanos recientemente independizados se encontraban en Addis Abbeba y fundaban la Organización de la Unidad Africana. Ha llovido mucho desde entonces y poco se ha avanzado en el largo camino hacia la unidad continental, pero cada 25 de mayo se celebra en muchos […]

El 25 de mayo de hace 47 años, dieciocho jefes de Estado africanos recientemente independizados se encontraban en Addis Abbeba y fundaban la Organización de la Unidad Africana. Ha llovido mucho desde entonces y poco se ha avanzado en el largo camino hacia la unidad continental, pero cada 25 de mayo se celebra en muchos países el Día de África. En Johannesburgo la celebración toma forma de conciertos masivos, carnavales infantiles y discursos políticos. La unidad de África tiene consenso, aunque muy pocos la practiquen.

Y hay que decir que aquí la fecha tiene un significado especial. Observando el mapa mundi parece difícil de creer que está ciudad -situada en un rincón del planeta, en el extremo sur del continente más olvidado- sea un punto de encuentro de personas de todos los países y culturas, pero hasta aquí se han venido y echado más o menos raíces gente de las «cuatro esquinas», para traducirlo literalmente del inglés. Primero fue, claro está, el oro, que como un imán atrajo buscavidas sobre todo de Europa y Asia. Después el apartheid, que con su afán de ganar la guerra demográfica daba pasaporte y trabajo a cualquiera que quisiera, siempre que tuviera la piel pálida. Y hoy son los «hermanos» del resto de África los que llegan hasta esta peculiar Meca.

Johannesburgo, que no es capital en su propio país, se podría calificar sin dudarlo como la Capital de África. Desde el fin del apartheid suma dos cualidades raras y preciadas en este continente: riqueza económica y democracia. Y para disfrutar de ambas llegan hasta aquí miles de personas todos los años. Viviendo aquí se conoce constantemente de cualquier país: El vendedor del mercado es de Mozambique, la camarera de Nigeria, el taxista de Zimbabwe, la periodista de Kenya, el ingeniero de Zambia, el aparcacoches del Congo.

Hasta entonces, si un africano quería prosperar, huir de la represión o a veces, simplemente, ejercer su profesión, tenían que irse a Europa o América, alejarse de África, perder el contacto con su sociedad y, a veces, toda oportunidad de ayudarla. Hoy los africanos que por la razón que sea no pueden permanecer en su país tienen Johannesburgo. Y esto tiene ciertas ventajas. No solo les queda más cerca -geográfica y mentalmente- sino que la ciudad se ha convertido en el faro del renacimiento africano, como seguramente Londres fue el europeo en el siglo XIX. Aquí y ahora, artistas, intelectuales y profesionales de todo el continente se encuentran, se conocen, intercambian ideas, conspiran por la democracia e inician proyectos. Aquí tienen sus sedes las empresas y las ONG. Johannesburgo tiene todos los elementos necesarios: Dinero (aunque mal repartido), libertad, conocimiento y oportunidades y mucha gente -cada uno a su manera y según sus posibilidades- los aprovecha al máximo.

Lejos de la imagen pesimista de África, de sus dictadores de feria y sus políticos corruptos, esta ciudad es pura vida, energía que se expande -o lo intenta- más allá de sus fronteras.

En el Día de África los músicos bailan y los escolares desfilan disfrazados y mañana será un nuevo día, pero más allá de las fechas, esto se mueve.

Fuente: http://vacomva.net/index.php?option=com_content&task=view&id=494&Itemid=1