Desde hace dos años, con alguna frecuencia se anuncia la derrota definitiva del grupo terrorista nigeriano Boko Haram, a manos de los efectivos de la Operación Lafiya Dole, que desde mayo de 2016, conforman la Fuerza Multinacional Conjunta (MJTF) compuesta por tropas de Nigeria, Níger, Chad y Camerún. Aunque según se ve los muyahidines parece […]
Desde hace dos años, con alguna frecuencia se anuncia la derrota definitiva del grupo terrorista nigeriano Boko Haram, a manos de los efectivos de la Operación Lafiya Dole, que desde mayo de 2016, conforman la Fuerza Multinacional Conjunta (MJTF) compuesta por tropas de Nigeria, Níger, Chad y Camerún.
Aunque según se ve los muyahidines parece no enterarse. Desde este último viernes se registra una gran actividad en el área de Guzamala, en el nordestino estado de Borno, donde una facción escindida de Boko Haram, capturó la ciudad de Gudumbali, donde al menos murieron ocho civiles, después de ocupar y saquear una base militar cercana donde capturaron gran cantidad de armamento, incluso tanques y otros vehículos, mientras lo que no alcanzaron a llevarse ha sido destruido.
El hecho ha vuelto a provocar que más de tres mil de pobladores buscaran refugio en los bosques cercanos. Muchos de los que escaparon se refugiaron en Damasak, a unos 80 kilómetros de la frontera con Níger, mientras que otros huyeron hacia Gajiram, una ciudad ubicada al sur de Gudumbali, donde en un ataque similar en junio último fueron asesinados nueve militares. Los vecinos reportaron que a diferencia de otras oportunidades que la ciudad fue conquistada por los integrista y fueron sometidos a las estricta sharia o ley islámica, fueron alentados a abandonar el área de combates.
El hecho se produce mientras el gobierno del presidente Muhammadu Buhari, realiza una fuerte campaña para incentivar a los desplazados internos, entre un millón y medio y dos, comiencen a retornar a sus lugares de origen para volver a poner en marcha la cadena productiva, prácticamente paralizada en el norte del país, desde que el grupo wahabita intensificó sus acciones, en 2011, provocando cerca de 25 mil muerto y la destrucción de millones sembradíos.
El presidente Buhari, ex militar y presidente de facto entre 1983 y 1985, llegó a la presidencia tras imponerse en las elecciones de 2015, con la promesa fundamental de exterminar el terrorismo, a meses de las nuevas presidenciales, en febrero de 2019, Buhari que aspira a un segundo mandato, sabe que si no logra dar grandes pasos en esa dirección, será muy difícil de poder alcanzar la reelección.
La toma de Gudumbali, se inició el viernes último cuando un número indeterminado de muyahidines, ingresaron a la ciudad en camiones militares perfectamente uniformados y pertrechados, que con artillería pesada atacaron la base militar con una dotación de750 efectivos. Según algunos vecinos el ataque al regimiento habría empezado a las 7:50 pm del viernes y se continuó hasta la madrugada del sábado, cuando las tropas regulares se vieron obligadas a retirarse.
Ataques similares se han producido estas últimas semanas en otras localidades de los estados de Borno y Yobe, que han sido negados por la jefatura, aunque ya se ha advertido a los comandantes de las unidades militares, los graves castigos que podrían sobrevenir si abandonaran sus posiciones frente a la insurgencias wahabita.
Gudumbali, ya había sido tomada en 2014 por los integristas que la mantuvieron bajo su control hasta 2016. En julio pasado el Jefe del Estado Mayor del Ejército, Tukur Buratai, había inaugurado en esta ciudad un cenotafio para recordar el asesinato de 144 soldados en un ataque de terrorista en 2014.
Algunas autoridades civiles del estado de Borno, han sugerido que entre los regulares, habría agentes encubiertos de Boko Haram, como ya se ha observado en situaciones similares, que lograron evitar que lo tropa resistiese con más empeñó, instalando el terror entre los soldados que finalmente se dieron a la fuga.
Los terroristas que participaron de la toma de la ciudad y la base de Gudumbali son miembros de la facción de Boko Haram, liderada por Abu-Mosad al-Barnawi, el nuevo emir del Daesh en África Occidental, luego de haber desplazado de su cargo a Abubakar Shekau, en 2016, quien estaba al mando de la organización desde 2009 y quien en marzo de 2015, había realizado el bayat (juramento de fidelidad) al líder del Daesh, Abu Bakr al-Bagdadí.
La escisión lejos de ser pacifica fue el resultado de largas y sangrientas disputas internas donde se llegaron a asesinar altos mando de la organización que finalmente eclosionó en agosto de 2016, lo que obligó al Daesh, a elegir al-Barnawi como su nuevo emir en ese Wilāyat (provincia del califato).
Volver a los orígenes.
Abu Mus’ab al-Barnawi, quien ha sabido ganarse la gracia del Califa Ibrahim, está dando un giro importante en las acciones militares de la organización, estableciendo el fin de los ataques indiscriminados contra objetivos civiles, en los que han muerto miles de inocentes, preferentemente en mercados y terminales de buses, donde atacantes suicidas, por lo general mujeres y niños, detonados a control remoto, estallaban entre la multitud. En los últimos años de mandato de Abubakar Shekau, prácticamente había desechado los ataques a blancos militares, concentrándose, por su facilidad, en ataques suicidas. Shekau, todavía controla un número importante de la fuerza de Boko Haram, por lo que no se descarta que los ataques contra la población civil se continúen.
Con el liderazgo al-Barnawi, su nueva organización también conocida como Wilayat Gharb Ifriqiya o ISWAP (Provincia de África Occidental del Estado Islámico), parece haber tomado el rumbo original de la organización fundada en la ciudad de Maiduguri en 2002 por Ustaz Mohammed Yusuf, padre de Abu Mus’ab al-Barnawi, conocida como Jama’atu Ahlis Sunna Lidda’awati wal-Jihad, (Comunidad comprometida con la propagación de las enseñanzas del Profeta y la Yihad).
El mullah Yusuf fue asesinado extrajudicialmente por la policía en 2009 después de que ordenó una insurrección armada generalizada en las ciudades del noreste, atacando comisarías, saqueando tiendas e incendiando residencias de funcionarios. El hecho convirtió hasta la entonces secta religiosa para la promoción de wahabismo, financiada por Arabia Saudita, en el movimiento terrorista, más letal del oeste africano que siguió siendo financiada por la familia Saud.
A la muerte del mullah Yusuf, ocupó el cargo de emir Shekau, cambiando el nombre de la organización a Boko Haram en lengua hausa «La educación occidental está prohibida», mientras que Abu Musab al-Barnawi, fue por años portavoz de la organización y también jefe logístico, quien tuvo a su cargo la responsabilidad de la creación de nuevas redes de aprovisionamiento de armas procedentes de Sudán y otros países africanos, que llegaban con regularidad a Nigeria, atravesando miles de kilómetros desérticos.
La nueva táctica del ISWAP, concentra sus recursos no solo en atacar objetivos militares, presidiendo de asesinar civiles, sino también al modo de la organización chií político-militar libanesa Hezbollah de asistir a las comunidades aisladas proveer de equipos para extracción de agua y provisión de electricidad, además de perseguir y ejecutar a miembros de Boko Haram, aparados en la indefensión de las aldeas, y ejecutar a sus propios combatientes acusados de violar, robar o matar. Además en áreas del norte de Borno, que limita con el lago Chad y que se encuentra bajo control del ISWAP, proporcionan ayuda a los desplazados y préstamos blandos a pequeños productores, táctica también utilizada en un primer momento por Yusuf, para conquistar adeptos.
Ocupar el lugar del estado ausente, generará en el ISWAP, un importante colchón de sostenimiento en las poblaciones que controla, dando un giro político importantísimo frente a la sociedad civil y obligando a las autoridades federales a implementar otros métodos para combatir al ISWAP, fuera de los estrictamente militares.
La guerra de Boko Haram, ha obligado a casi dos millones de nigerianos a refugiarse a las orillas del lago Chad, sumándose a los más de veinte millones de personas que viven en sus riveras, de las que nueve, se encuentran próximos a sobrellevar una crisis alimentaria y sanitaria, dada la escasez de agua en la región, ya que la insurgencia, según estudios de UNICEF, ha dañado el 75% de la infraestructura de agua en el noreste de Nigeria, que alberga a más de 24 millones de personas, lo que ha provocado una reducción drástica de lo que fue el lago más grande del continente pasado de ocupar un área de 25 mil kilómetros cuadrados, en los años 60, con más de 135 especies de peces, a 2500 veinte años después, reducido casi a la nada la fauna ictícola, incrementando las áreas desérticas. La evaporación del lago se debe a una conjunción de distintos efectos como el manejo irresponsable del agua y al cambio climático, que acaba con los pueblos tanto como la guerra.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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