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Al borde de la extinción

Bosquimanos: La lucha que no cesa

Fuentes: Diagonal

Mucha gente sigue pensando en los bosquimanos actuales como cazadores prístinos de la Edad de Piedra, errando libremente en los espacios abiertos. Pero esto es una idea lejana a la realidad actual. La mayor parte del conjunto de pueblos bosquimanos vive dispersa en el desierto del Kalahari, en el sur de África, en un área […]

Mucha gente sigue pensando en los bosquimanos actuales como cazadores prístinos de la Edad de Piedra, errando libremente en los espacios abiertos. Pero esto es una idea lejana a la realidad actual.

La mayor parte del conjunto de pueblos bosquimanos vive dispersa en el desierto del Kalahari, en el sur de África, en un área de más de 500 mil kilómetros cuadrados. Según los últimos cálculos, quedan unos 100.000 bosquimanos en el sur de África: casi 50.000 en Botsuana, unos 35.000 en Namibia, 4.500 en Sudáfrica, y unos cuantos miles en Zimbawe, Zambia, y finalmente Angola.

Los bosquimanos actuales carecen de tierra y están empobrecidos. Pero algunos están buscando nuevas maneras de vivir, como aprender a cultivar y mantener pequeños rebaños de ganado y cabras en la tierra que les queda, a la vez que siguen cazando cuando tienen oportunidad.

En la actualidad, los bosquimanos comienzan a crear sus propias organizaciones: es el caso de First People of the Kalahari (Primeros Pueblos del Kalahari), que el pasado 9 de diciembre recibía el llamado Premio Nobel Alternativo, en reconocimiento a su «decidida resistencia contra la expulsión de sus tierras ancestrales, y por la defensa de su derecho al modo de vida tradicional».

Los 4.000 gana y gwi fueron de los últimos bosquimanos que vivían en su tierra, sobre todo cazando y recolectando. En 1997 y en 2002, tras años de acoso, el Gobierno de Botsuana les expulsó (y a sus vecinos, los bakgaladi) de sus tierras ancestrales en la Reserva de Caza del Kalahari Central (RCKC). Les taparon sus depósitos de agua, vertieron su agua y les amenazaron con quemarles en sus cabañas si no se trasladaban. Desde entonces, más de doscientos bosquimanos han regresado a sus tierras evadiendo a los guardas, mientras el resto aguarda en campos de reasentamiento del Gobierno que ellos llaman «lugares de muerte».

A los bosquimanos se les dijo que tenían que trasladarse para dejar vía libre a la futura excavación diamantífera. Sin embargo, tanto el Gobierno como su socio, De Brees (multinacional dueña del mercado internacional del diamante), lo niegan, a pesar de que toda la reserva está cubierta de concesiones de prospección. La mina más rica del mundo, Jwaneng, que está en Botsuana, es explotada por Debswana, empresa propiedad conjunta de De Beers y del Gobierno de Botsuana. El Presidente de Botsuana, Festus Mogae, ha llegado a describir la relación entre su gobierno y De Beers como la de «hermanos siameses».

Ana M. Machado pertenece a la organización Survival
www.survival.es