Una tarde, a la salida del trabajo en una fábrica de propiedad japonesa en el Delta del Río Perla, una mujer joven entró en el Centro de Mujeres Trabajadoras «Girasol» y recogió varias copias del boletín de noticias del centro: «Lo voy a repartir entre mis hermanas en la fábrica», dijo con orgullo. Era vísperas […]
Una tarde, a la salida del trabajo en una fábrica de propiedad japonesa en el Delta del Río Perla, una mujer joven entró en el Centro de Mujeres Trabajadoras «Girasol» y recogió varias copias del boletín de noticias del centro:
«Lo voy a repartir entre mis hermanas en la fábrica», dijo con orgullo.
Era vísperas del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y el boletín ofrecía historias sobre el origen del Día de la Mujer y porqué las mujeres trabajadoras en China pueden tomarse el día libre. Otras historias incluyen el diario de dos jóvenes trabajadoras industriales, una interpretación pedagógica de la legislación laboral, y la convocatoria de un seminario de formación sobre negociación colectiva.
El Centro Girasol fue creado el año pasado por Hong Mei, una joven trabajadora emigrante de la provincia central de Hunan, que sufrió una grave herida en un brazo mientras operaba una máquina peligrosamente anticuada en un taller familiar en Guangdong. Hong Mei tuvo que luchar mucho tiempo con su jefe para obtener una indemnización minúscula. Además, ninguna otra fábrica en la zona la contrataría debido a su minusvalía. Sabía que muchas otras mujeres habían sufrido un destino similar y decidió crear una organización que pudiese servir de plataforma para que las trabajadoras compartan sus experiencias y reciban formación.
Después de tres décadas de reforma económica y desarrollo, las jóvenes trabajadoras tienen aún por delante un largo camino que recorrer en China para conseguir un salario digno por un trabajo decente. Los salarios han subido hasta cierto punto, pero carecen de muchos beneficios sociales. Según una encuesta realizada por la Oficina Nacional de Estadística en 2011, sólo una pequeña minoría de jóvenes trabajadores emigrantes tienen seguridad social (7,6 por ciento una pensión, el 21,8 por ciento seguro de accidentes, el 12,9 por ciento seguro médico, y el 4,1 por ciento seguro de desempleo). Alrededor del 50 por ciento no tienen contrato de trabajo y realizan con frecuencia trabajos peligrosos.
Las jóvenes trabajadoras son en muchos sentidos muy diferentes de la generación de sus madres. Todavía tienen que emigrar del campo a trabajar muchas horas por poco salario en las fábricas del Sur, pero crecieron en la era del Internet, comen en McDonalds y tienen teléfonos inteligentes. Están orgullosas de su identidad, son conscientes de sus derechos y lo suficientemente valientes como para actuar en consecuencia.
La generación de sus madres a menudo no tenía más remedio que soportar condiciones de explotación terribles, pero las chicas de hoy pueden protestar y protestan contra la explotación en las fábricas. Alrededor del 20 por ciento de las protestas obreras que China Labour Bulletin ha registrado en nuestro mapa de huelgas este año tuvo lugar en fábricas donde la mayoría de los trabajadores son mujeres. Las mujeres se cuentan también entre los trabajadores más activos a la hora de colgar información en Internet sobre las huelgas y las protestas, y buscar asistencia legal para los problemas en el trabajo.
Dos de los principales problemas a los que se enfrentan las mujeres jóvenes en el lugar de trabajo hoy en día son la discriminación de género y el acoso sexual. La discriminación de género es generalizada y ampliamente aceptada en el lugar de trabajo. Los empresarios suelen preguntar en el proceso de selección a las trabajadoras cuales son sus planes familiares o incluso exigen que acepten condiciones contractuales ilegales, que se sometan a pruebas de embarazo o se comprometan a respetar estrictas condiciones respecto a sus planes de matrimonio y embarazo.
Una encuesta realizada por la Academia China de Ciencias Sociales en 2010 mostró que el 40 por ciento de las mujeres empleadas en empresas extranjeras o joint ventures, habían sido objeto de acoso sexual, y esa cifra se elevó al 70 por ciento en el sector servicios. A muchas víctimas les cuesta mucho hablar e iniciar acciones legales, lo que demuestra que la lucha contra el acoso puede ser muy difícil. Aunque el Consejo de Estado en mayo pasado incluyó la prevención del acoso sexual en un reglamento especial sobre las mujeres trabajadoras, los críticos dicen que aún no se ha aplicado efectivamente.
Las mujeres, al igual que sus compañeros masculinos, se están dando cuenta que algunos temas relacionados con el trabajo pueden ser resueltos a través de la presión colectiva. El año pasado, alrededor de 600 mujeres trabajadores auxiliares en Yanlian Industrial en Shaanxi lograron presionar al gigante petrolero estatal a abandonar un plan para reclasificarlas como trabajadoras temporales, privándolas de la seguridad en el empleo que actualmente disfrutan.
Sin embargo, de acuerdo con Jia Jun, una de las fundadoras del Centro Girasol, casos así de solidaridad entre las mujeres trabajadoras son todavía relativamente raros:
«Las trabajadoras suelen acercarse a nosotras individualmente, quejándose de su situación o buscando consejo legal. Si no ven un cambio de situación de inmediato, a menudo se marchan en lugar de hablar de estos temas comunes con otras hermanas».
El objetivo del Centro Girasol es en gran medida la acción colectiva y la solidaridad. Jia Jun explica:
«Intentamos explicarles el concepto de negociación colectiva, un mecanismo dinámico a través del cual participarían en la dirección de la fábrica y pueden negociar con sus jefes salario y condiciones de trabajo. Las animamos a pensar que si no cambian las cosas juntas, se enfrentarán a los mismos problemas en otras fábricas, pero la mayoría de las hermanas todavía prefieren marcharse, en una protesta silenciosa».
La escasez de mano de obra en el sector manufacturero significa que es relativamente fácil para los trabajadores buscar un trabajo mejor en otra empresa si no están contentos, lo que provoca una alta rotación de personal y dificulta los esfuerzos del Centro Girasol para impulsar la negociación colectiva. Como dice Jia Jun:
«Nos lleva mucho tiempo formar a las líderes de las trabajadoras, que sean muy conscientes de los derechos colectivos y se sientan cómodas hablando y persuadiendo a sus hermanas. Pero con demasiada frecuencia abandonan la fábrica a la búsqueda de mejor formación y una carrera mejor».
El deseo de progreso personal es una de las características más notables de las trabajadoras jóvenes de hoy. Como explica el sociólogo Wang Lie : «Si emigrar, remitir dinero, y volver son los tres conceptos claves que definen a la vieja generación, emigrar, buscar, y llegar a ser son las tres preocupaciones principales de la nueva generación».
Si bien el Centro Girasol trabaja con los trabajadores para promover la negociación colectiva, otra organización, Business for Social Responsibility (BSR) lo hace con los empresarios para fomentar la comunicación entre directivos y trabajadores. Uno de sus estudios de campo en el sur de China muestra que después de la capacitación, los gerentes pueden comprender mejor las necesidades de las mujeres trabajadoras en particular, y las trabajadoras se sienten más respetadas por los directivos de la empresa.
Aunque tienen enfoques diferentes, uno de abajo hacia arriba, otro de arriba hacia abajo, tanto el Centro Girasol y como el BSR se esfuerzan por ayudar a las mujeres jóvenes a obtener un trabajo decente y un salario digno. Y a pesar de las dificultades y contratiempos, Jia Jun, en el Centro Girasol, dice son optimistas porque creen que la situación va a cambiar para mejor.
Jennifer Cheung es una activista sindical y periodista de China Labour Bulletin
Fuente: http://www.clb.org.hk/en/content/young-women-workers-china-seeking-better-life
Traducción para www.sinpermiso.info: Teresa Marugán